María José Pueyo, del maratón olímpico a la Quebrantahuesos: una vida llena de retos

La atleta se pone este sábado dorsal y en "modo ciclista" para afrontar su primera gran marcha cicloturista "con ganas de disfrutar y disputarla"

Miguel Ángel Blasco
14 de Junio de 2023
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María José Pueyo y Roberto Clavijo, en el Gavia.
María José Pueyo y Roberto Clavijo, en el Gavia.

De olímpica maratoniana en los Juegos de Pekín en 2008 a otro super maratón, pero sobre dos ruedas, con el reto de la Quebrantahuesos. Han pasado tres lustros de un escenario a otro, de aquellos 38 años a los actuales 53. El tiempo pasa volando pero María José Pueyo tiene el elixir de la eterna juventud y con esa frescura, con su eterna sonrisa y una condición física envidiable, va a afrontar por vez primera la mejor marcha cicloturista en las mismísimas puertas de su casa de Sabiñánigo. En el entorno en el que se ha criado y rodeada de las montañas que la vieron nacer.

María José Pueyo es un no parar. Mantiene su vida con el grupo de entrenamiento de su equipo MJP y sigue haciendo el calendario de carreras que oscilan entre los meses de junio a febrero. No ha sido una “ventolera” la que ha llevado a la serrablesa a ponerse dorsal en la QH. Es una decisión muy meditada y tiene en su marido, Roberto Clavijo, al mejor compañero de viaje que puede tener. No en vano ha sido el “ganador” de la prueba en dos ocasiones, en los años 1997 y 2000, con un mejor tiempo de 5 horas y 40 minutos. Esta vez le va a tocar, como en tantas carreras cuando hacían distancias largas en el asfalto -maratones incluídos-, hacer de nuevo de “liebre” o de “gregario” de su mujer en este trayecto de 200 kilómetros. Quién mejor que él si no. “Formamos un tándem perfecto”, dice risueña nuestra atleta-ciclista, para añadir “vamos a ir los dos mano a mano”.

Confiesa que está en una nube quien realmente se encuentra en la flor de la vida. “Ni en el mejor de mis sueños podía pensar que haría tanta bici y una prueba tan exigente como la Quebrantahuesos. Quiero disfrutar este reto”, afirma.

La bici ha sido la mejor alternativa al atletismo desde que en finales de enero concluyó su temporada de carreras. Lo tenía todo planificado con Roberto y la decisión de hacer la QH estaba muy meditada. Seguramente la frenó la pandemia porque justo el año antes en el que se detuvo el mundo Pueyo hizo la Treparriscos, año 2019, entonces con otros dos gregarios de lujo como Pascual Vilar y Asís Artiach (invirtió 3 horas, 3 minutos y 39 segundos). Y por fin se dijo: “Este año tengo que hacer la Quebrantahuesos”.

Ha preparado a fondo la prueba desde el primer día que se puso sobre las dos ruedas, el 29 de enero pasado. En estos cuatro meses ha recorrido unos 9.100 kilómetros. “La bici me viene fenomenal para descansar, para la musculatura y las articulaciones. Todos los años que he hecho carreras de fondo me han servido mucho por la base aeróbica que tenía”, indica reconfortada.

Una vez manos a la obra, “o la preparo bien, o no la preparo”, se dijo. Y lo ha hecho “a conciencia”. Vaya que sí la ha preparado. Asegura estar “con ganas de hacerlo muy bien y con cuidado para evitar problemas por el mucho tráfico de ciclistas que habrá”. Incide en que lleva en las piernas una preparación “estupenda”, tanto que “quiero disfrutar de este camino y ahora mismo hasta me da pereza empezar a correr. Con la bici no me duele nada. En las horas, horas y horas de entrenamiento que hemos hecho, ha sido todo una gozada. En enero no me apetecía nada la bici, pero ahora veo la alegría y la felicidad que he ganado. Hemos hecho hasta siete horas de entrenamiento como si nada”.

Y avisa de su intención de “salir adelante” y “ser competitiva”. Esto es, “vamos a por todas”. ¿En cuánto tiempo calculas que la vas a hacer?, le pregunto. Su respuesta es como un misterio por resolver: “Roberto lo sabe, pero no me lo quiere decir”, esboza con una sonrisa.

Esos más de nueve mil kilómetros de rodaje les han llevado a ella y a Roberto Clavijo por las carreteras y puertos de montaña de Castellón, Jávea, Somport, Marie Blanque, Aubisque, Tourmalet, Portalet, Piedra de San Martín, Cotefablo, Fanlo… y hace una semana estuvieron en “modo Giro” en las montañas italianas subiendo el Teglio, el Stelvio con sus 2.400 metros y los lagos de Cancano. Escenarios de ciclismo épico, sin duda.

Alicientes, desde luego, no le faltan. “Estar en tu pueblo, en una prueba con tanta tradición y haberla visto desde la barrera, todavía me hace más ilusión por lo que me apetece estar en la línea de salida”, afirma, al tiempo que desvela que el pasado 29 de abril uno de los entrenamientos fue hacer el recorrido entero de la QH ella solita para conocer con certeza y en primera persona la dureza de la cicloturista. “El camino ya me lo sé, ahora solo hay que poner las piernas en modo competición”.

Del mismo modo, concluye María José Pueyo, “esto es muy diferente a lo que estaba haciendo hasta ahora, pero lo hago con la misma intensidad y ganas que siempre he preparado cualquier reto personal”.

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