El Alcoraz ha acogido este martes un partido internacional 19 años después y la ciudad de Huesca lo cebraba por todo lo alto. Han tenido que pasar casi dos décadas para que la Real Federación Española de Fútbol pensara en el Aragón -con motivo del centenario de la Federación Aragonesa de Fútbol- para que los combinados nacionales aterrizasen en La Romareda y El Alcoraz.
Se levantó un día feo en la capital del Alto Aragón, con aire frío y sin apenas ver un rayo de sol. Los noruegos se lo trajeron de su tierra y es que el partido se disputó bajo una temperatura más propia de bien entrado el otoño. El ambiente en los primeros minutos en las gradas fue igual: apagado. Tan solo un Manolo "el del bombo" incansable era capaz de arrancar los cánticos y las palmas recorriendo la banda por la grada de general del feudo azulgrana.
En las gradas algo más de 4.000 aficionados, no solo de la ciudad de Huesca, sino llegados desde numerosos puntos de la geografía altoaragonesa. Todo esto a pesar del horario (18'30 horas), en un martes, cuando numerosos currantes todavía están en su puesto de trabajo o saliendo de este. Una pena por el horario y un aplauso para los asistentes.
Por fortuna, El Alcoraz y sus gentes están acostumbrados -con toda lógica- desde hace más de un lustro al caviar, pues el Huesca no pisa Segunda B desde 2015. El doble paso del club por la máxima categoría del fútbol español le ha hecho presenciar escenarios mundiales con los mejores actores posibles. Quizá fuera esa una de las razones, o que este sea un combinado nacional con menos nombres que otras Sub 21, aunque con jugadores referencia como Bryan Gil, Sergio Gómez o Abel Ruiz. Sin duda, la hora tampoco invitó a acudir a la cita, para nada, y Huesca acabó viviendo un encuentro internacional algo descafeinado. 4.132 aficionados arroparon a 'La Rojita' bajo un ambiente frío, idéntico a la tarde otoñal del martes.