El olvido del minuto de silencio a Fernando Elboj, un error con estrépito

Incomprensible omisión, sin entrar en las razones, del recuerdo al alcalde que cambió incluso sus hábitos por el Huesca y por el deporte

04 de Febrero de 2023
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Fernando Elboj. Foto Víctor Ibáñez
Fernando Elboj. Foto Víctor Ibáñez

En condiciones normales, hoy hubiera sido un partido para discutir si el Huesca juega con un 4-4-2 (doctrina oficial) o un 4-2-4 que condena a Kento y a Cristian. Un encuentro para preguntarse por la condición física de muchos jugadores. Por la caída de rendimiento de la mayoría. Incluso por el capricho de la fortuna que acompaña al Cuco y, con él, a nosotros en choques en los que los merecimientos son ajenos y los beneficios propios. Y hasta por los dos nuevos que tan buena primera impresión han dejado.

Pero no puedo obviar un asunto que me parece de una insensibilidad suprema. Como primera providencia, quede constancia que un buen amigo, justo con el pitido inicial, me ha hecho reparar en la circunstancia. Nuestro relato del minuto a minuto conlleva un estrés en el que se actúa mucho y se piensa poco. Pero, en el momento en el que he percibido la omisión, he pensado que ya nada podía ir bien. Aunque ganemos. Aunque esos tres puntos sean de oro. Para no meterme en berenjenales, como es habitual en mí, he evacuado consultas y, efectivamente, si el club hubiera reclamado de LaLiga un minuto de silencio para Fernando Elboj Broto, el alcalde que fue hubiera sido homenajeado como corresponde. No tiene el Huesca una estructura profesional tan liviana como para que nadie haya caído en la cuenta de que el primer edil once años de los últimos veinticuatro.

Es lo que, en términos vulgares, y con perdón, se viene a llamar una cagada. Fernando no me hubiera permitido ser tan escatológico, pero quizás sea esa parte que todo ser humano tiene de sensibilidad la que me induzca a enojarme por esos dos tiranos de la injusticia en las relaciones sociales: el olvido y la indiferencia. Elboj Broto sufrió el escepticismo de próximos y lejanos ante su repentina adhesión inquebrantable al Huesca. Y al Bada. Y al Peñas. Pero fundamentalmente, lo siento si hay susceptibilidades, al Huesca. Ponían en duda la sinceridad de su cambio de un rincón en el Parque con un buen libro de poesía por la tensión en el palco o en la grada siguiendo aquellos encuentros en la Segunda B, hasta el heroico ascenso en Écija, todavía con él de presidente de la corporación municipal. Recibió, incluso, críticas discutibles porque en la gran helada de los tardíos noventa priorizó la limpieza del césped de El Alcoraz a la de las entradas a los colegios. Quizás una hipérbole, quizás no tanto. El caso es que Elboj rindió importantes servicios desde el consistorio a la causa azulgrana.

El caso es que el alcalde que fue de 1999 a 2010 no ha sido recordado hoy con la mínima dignidad de la que se hizo acreedor. Y seguro que tendrá tiempo el club de resarcir este error. Hasta es posible que alguno llame para decir que ya lo tenían previsto. Y se monte un 'funeral de Estado o de Estadio'. Pero la oportunidad es una obligación de una institución mínimamente sólida, moralmente armada. El Huesca lo es, pero en esta ocasión, siento decirlo, ha fallado estrepitosamente. Hoy, en esta contracrónica, no se habla de fútbol. Se habla, sólo, de dignidad.

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