Monegros verdísimos entre Usón y Fraella

¿Cómo puede ser que esos Torrollones cohabiten con las praderas más fértiles creando un paisaje rico en cultivos y que a la vez se desmorona en un caos de roca y tierra?

Pedro Solana
24 de Febrero de 2025
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Marchadores Montañeros de Aragón Barbastro. Monegros verdísimos entre Usón y Fraella.
Marchadores Montañeros de Aragón Barbastro. Monegros verdísimos entre Usón y Fraella.

Los marchadores MAB, en este invierno templado, estamos habituados a convivir con las humedades propias de una lluvia resucitadora.

Después de vivir una jornada gloriosa en las lagunas de Estaña, en otro nuevo sábado, 22 de febrero 2025, viajamos hacia el sur de Huesca, hasta Usón; un pueblecito cercano a parajes calificados como desiertos pero, muy al contrario, nos dejaron sorprendidos por su exuberante verdor en una amplia meseta de secano. Unos secanos que brillaban plenos de vida tras haber sido agraciados en la víspera por abundantes precipitaciones nocturnas.

¿Cómo puede ser que esos Torrollones cohabiten con las praderas más fértiles creando un paisaje rico en cultivos y que a la vez se desmorona en un caos de roca y tierra?

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Nada más empezar la marcha contemplamos el arco de San Andrés, allá en lo alto, como presagio de lo que veríamos durante la jornada. Una jornada que comenzaba fría, sin sol, invadida por nieblas rasantes de evolución rápida, aunque poco a poco el termómetro, como fiel reflejo al ambiente montañero, iba subiendo su gradiente al comenzar el trayecto circular.

Tras llanear largo rato entre sementeros, descendíamos hacia Fraella rodeados de paredes rocosas que se desploman como si un reciente temblor hubiera sacudido el paisaje. De repente surgía una avenida flanqueada de nogales hasta un jardín babilónico en la fuente de los Recuerdos, felizmente recuperada e invitando a salir tras ella explorando una senda con grapas-peldaño cosidas a la roca. No era lo que buscábamos, mejor regresar, echar un bocado junto a la fuente y continuar nuestro particular giro.

Había que ascender a los miradores del Buitre o el Mobache, ya con vistas panorámicas de 360 grados y cielos más despejados.

Resulta difícil dibujar la belleza circundante al otear el horizonte desde ambos sasos. Por el norte, muy cercanos a la sierra de Guara, las nubes solo permitían ver el Fragineto o el Borón ocultando a la vez el tozal y  las lejanas cimas nevadas. Hacia el este se veían claros los altozanos del Pueyo y Berbegal y por el sur una inmensa llanura abrazaba el cielo en la lejanía.

Mientras la mañana avanzaba, el sol se batía a porrazos con las nubes en cada paso que dábamos hacia el arco de San Andrés. Este arco ojival se alza sobre las ruinas de una ermita del siglo XII junto con restos de pared de sillarejo.

Bajo el arco las fotos quedaban bonitas y la manga corta vencía a las chaquetas mostrando cómo el calor humano se adapta al ambiente primaveral del mediodía.

Bajando un poco de nuevo hacia Usón y tranquilamente sentados comimos lo que quedaba en las mochilas. Las caras eran testimonio vivo de un feliz día de marcha nórdica en armonía.

¡Buscamos la belleza natural y encontramos, además, la belleza del alma en la cercanía de los compañer@s!

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