Querido Jairo Lanau, con tu permiso utilizo en esta crónica el título de tu magnífico reportaje-resumen sobre la conquista de los Albas, Diente y Muela. ¡Bravo por los de Alta Montaña!
Yo venía aquí a contar la magnífica excursión de Marcha Nórdica MAB del sábado 7 de junio de 2025 en la Comuna de Chistén, pero viendo las historias que surgen en torno a nuestro Club en sus diversas secciones no me resisto a alabar la dinámica tan positiva de los chavales de Senderismo Infantil en el lago Millares o el cañón Formiga de nuestros aguerridos barranquistas, así como el paseo por el ibón de Acherito de los Senderistas.
¡Qué le vamos a hacer!, somos testigos y a la vez protagonistas de una vida pegada a las montañas sin las que, repito: “no nos imaginamos vivir”.
La Comuna de Chistén es el más inteligente de los caminos tradicionales de montaña, además de ser muy antiguo. Recorre lo más alto del valle conectando Gistaín y los pueblecitos de Sin, Señes y Serveto. Estos pueblecitos se comunicaban así, a pie llano, desde hace años por una pista en excelente estado pero antaño por un camino de herradura paralelo de increíble factura. Ambos fueron visitados en nuestro periplo circular de una mañana de sábado excelente, en la que los ojos se nos iban al otro lado del valle en el que ondeaban, primorosas, las cimas de las Peñas de las 11, las 12, la 1, verdaderos relojes de la antigüedad. Unos tiempos pasados que ni nos podemos imaginar pero que nos encanta rememorar paso a paso por sus ancestrales vías de comunicación.
El macizo de Cotiella, en frente, daba para mucho; junto a la Punta Llerga, La Peña Montañesa o la recóndita Aguja de Lavasar, adivinábamos cómo emergía detrás del hueco la mágica Basa de la Mora. Con este decorado de fondo la marcha se hacía más distraída y acogedora.
Llegar a Señes o a Serveto, con visita incluida a la iglesia de San Félix, supuso un alto en el camino que aprovechamos para reponer fuerzas, ¡y más valía que así fuera…! Si en la ida disfrutábamos de una pista cómoda y nordicable, en la vuelta por el antiguo camino nos sumergíamos en una jungla de hierbas altas, agua por todas partes, sombras que nos evitaban el sol de mediodía y un caminar sofocante sin siquiera poder usar los bastones pues las hierbas nos tenían cautivos llegándonos a las rodillas.
Definitivamente, las lluvias recientes volvían la tarde en un sol y sombra tropical que incluso impedía ir al baño pues se nos iba el agua con el sudor.
Un poco cansados llegamos de nuevo a Gistaín y hubo risas y alegría cuando algunos chapotearon en el abrevadero refrescando los pies.
Ya sólo quedaba bajar al camping de Plan para volver a hincarle el diente a unos bocadillos reparadores ya por fin sentados y pensando en descansar sin olvidarnos de la más bonita mañana de sábado.
Amigos, esta crónica ha sido escrita intercalando el ordenador con la televisión mientras presenciaba la mejor final de Roland Garros de la historia; el éxtasis final de un Carlos Alcaraz victorioso después de cinco horas y media de lucha me produce escalofríos… ¡qué bello es el DEPORTE!