A las ocho y media del pasado domingo treinta y cinco senderistas de Turismo por el Alto Aragón preparábamos nuestras mochilas en el aparcamiento de Panticosa bajo un cielo azul y una temperatura un poco fresca.
Cruzamos los puentes sobre el Caldarés y el Bolática y tomamos la GR-16 en dirección a Hoz de Jaca, pero enseguida la abandonamos para dirigirnos al Pueyo de Jaca.
La senda atraviesa un puente peatonal y discurre por la ladera del torrente y aunque en ella se han colocado sirgas, planchas metálicas y algún contrafuerte de madera hay que caminar con cierto cuidado. Tras pasar junto a lo que en su día fueron huertos, se introduce en un profundo bosque de bojes, avellanos y hayas y va ganando altura hasta situarnos en el soberbio mirador que es Castiecho.
Domina una buena parte del Valle de Tena: el Pueyo a nuestros pies, a lo lejos la mole de Peña Foratata y enfrente los pueblos de Escarrilla, Tramacastilla, Piedrafita y Saqués enmarcados bajo la sierra de la Partacua, presidida por Peña Telera con un sombrerito de niebla como corona. Almorzamos en el Pueyo.
Pensábamos volver a la GR-16 pero la senda que nos debía llevar a ella tenía colgado un cartelito. ¡Sí, ese tan famoso que dice: Batida de caza mayor!. El contratiempo fue salvado continuando carretera adelante para entrar en Hoz de Jaca por donde están situados el espectacular columpio (parado por las rachas de viento) y la excitante tirolina que tras cruzar parte del pantano de Búbal aterriza en unos campos. ¡Para volar había cola de espera!
Tras admirar el pueblecito de Hoz y estudiar en los paneles las numerosas rutas senderistas que lo atraviesan, dejamos la carretera y entramos en la GR-16.

La interminable senda va bordeando el pantano de Búbal, aunque en pocas ocasiones es visible, por un bosque que alterna hayas, pinos, abetos, servales y bojes cubiertos de musgos y líquenes. Una maravilla de vegetación sobre un suelo mullido de hojas.
Hay algunos tramos en los que se han colocado sirgas de seguridad, pero hay muchos más donde la fuerte pendiente y lo resbaladizo del terreno por la humedad y las hojas, exige caminar con mucha prudencia y agarrándose a los bojes o equilibrándose con los bastones.
Poco antes de la una de la tarde estábamos bajo la mole de hormigón que es la presa del pantano de Búbal. Proseguimos por la boscosa GR-16 viendo abajo y al otro lado del Gállego, el remodelado pueblecito de Polituara, luego el reacondicionado Puente Tibetano y cruzamos por un puente el barranco de Tripilituara para llegar a la Línea Defensiva del Pirineo (Línea P).
Sobre 1946/1947 se comenzaron a construir elementos defensivos para prevenir una posible invasión extranjera en aquellos puntos en que era fácil dominar la carretera. Aquí se pueden ver las ruinas de algunos.
Nos subimos a comer a la ermita de Santa Elena y aunque las rachas de viento eran algo molestas, el paraje bien vale contemplarlo un buen rato.
El recorrido de algo más de 16 kilómetros con un desnivel de subida de 550 metros, de bajada 650 metros, lo hicimos en casi 5 horas y media netas de caminar.
Para el domingo 9 de noviembre los compañeros de TAA nos han preparado una ruta para admirar paisajes desde el pico Gabardiella.