Tras el paréntesis veraniego los grupos de senderismo de Peña Guara volvemos a lo nuestro. El pasado domingo día 14 Rutas por la Provincia tuvo la Selva de Oza como escenario de nuestra travesía.
Poco antes de las diez de la mañana nos dejaba el bus a 48 senderistas junto al camping de Oza. El Aragón Subordán discurriendo entre praderas y pinares y los dos picos emblemáticos que presiden la zona, Chipeta y el Castillo d’Acher, componen un paisaje ideal. Si añadimos un cielo azul con nubecitas de adorno que nos ofreció el momento, el adjetivo es sublime.
Comenzamos caminando por la pista que sale del aparcamiento que entre pinos, abetos y servales nos lleva en quince minutos hasta un cartel que nos indica: Corona de los Muertos.
Dentro de la ruta megalítica de la zona, que incluye varios dólmenes y menhires en Guarrinza, un centenar de yacimientos arqueológicos formados por círculos de piedra se reparten por los pinares y hayedos de los alrededores. Los restos encontrados, sobre todo piezas de sílex, se datan desde finales del Neolítico (de nueve mil a mil quinientos años antes de Cristo). Tras pasar por varios de ellos de los que no se precisa si fueron enterramientos, o bien zócalos donde se asentaban cabañas construidas con palos y pieles, volvimos a la pista.
La pista va ascendiendo por en medio de la Selva de Oza y cuando encontramos el indicador que marca la ruta para subir al Castillo d’Acher, decidimos almorzar, y en lugar de continuar por la pista tomamos la senda que desciende con apreciable inclinación a través de un abetal para ir a cruzar el barranco Espata y continuar por una bonita y bien marcada senda que transcurre paralela al Aragón Subordán pero sobre los afloramientos rocosos que conforman su cauce.
La cómoda trocha entre enormes hayas y abetos desciende hasta el río y nos ofrece la posibilidad de cruzarlo y continuar por la carretera hasta llegar al Campamento de San Juan de Dios. Decidimos no cruzar el río y seguir por la senda.

En este tramo la senda presenta cortos pero fuertes repechos y la vegetación va cambiando a servales y robles hasta tener que cruzar un hermoso barranco y ya sin dificultad acceder al Campamento de San Juan de Dios, en desuso desde hace varios años, pero limpio de maleza.
Cruzamos el río por el puente del Sil para introducirnos en la Calzada Romana. La trocha gana altura de forma continua pero suave pues ha de superar los paredones que conforman la profunda foz de la Boca del Infierno. Este fue el camino para llegar a Oza hasta la década de los treinta en que se construyó la carretera y túneles por el que se accede en la actualidad.
Al terminar la subida nos encontramos con el fuerte de Ysil (torre de vigilancia del siglo XVIII) en estado semirruinoso con carteles que alertan de no acercarse por peligro de desprendimientos. Confiamos que la próxima vez los carteles digan: En reconstrucción.
Se comienza a descender y se hace patente la Calzada Romana. Esta calzada unía la zona del Bearn francés con Caesaraugusta pasando por el puerto del Palo y nos presenta en numerosos tramos muros de contención de hasta doce metros de altura para así lograr la anchura característica de las vías romanas por la que se transitaba con carruajes.
La calzada termina en la carretera (cartel indicador) muy cerca del puente de Sata Ana y allí esperaba el bus al que llegábamos a las dos y media.
Recorrido de casi 9 kilómetros con un desnivel positivo acumulado de casi 400 metros que recorrimos en algo más de 3 horas netas.
Para el domingo día 21 los compañeros de TAA nos han preparado la ascensión, sin dificultades reseñables, al pico de las Menorias en el cordal que separa la Canal de Izás de la Canal Roya con unas espectaculares vistas de los valles y picos de la zona.