Amanecía el pasado domingo día 19 cuando el bus nos dejaba a 56 senderistas de Turismo por el Alto Aragón en la parte alta de Laperdiguera. Tras contemplar, desde la puerta de su iglesia, una amplísima panorámica de la comarca con la inconfundible silueta de Berbegal enfrente, atravesamos el pueblo para ver su Pozo y descendiendo las escaleras, tocar el agua.
El recorrido que efectuamos por el Somontano de Barbastro nos permitió admirar los Pozos-Fuente (también llamados “catedrales del agua”) de tres pueblos. Auténticas obras hidráulicas de las que apenas hay documentación. Aunque los de Laperdiguera y Laluenga son, en su construcción medievales, pudieron ser abiertos antes, en la época musulmana o anterior, debido a la escasez de manantiales superficiales. Tuvieron que realizar profundas excavaciones en la roca arenisca hasta encontrar las aguas subterráneas con altas bóvedas y largos tramos de escaleras, que miles de mujeres debían superar, cargadas, hasta el exterior. Hasta hace unos cincuenta años seguían bebiendo los habitantes de estos pueblos.
Con un poco de frío, rosada en los campos, pero un cielo azul, sin viento y un sol que empezaba a calentar, pronto entrábamos por las calles de Laluenga. En medio del pueblo está el Pozo Antiguo, al que se accede por una escalera circular de hierro y está iluminado. La obra resulta cuando menos sorprendente ya que esta excavado bajo las casas. Nos dirigimos hacia el cementerio para contemplar el curioso y majestuoso mausoleo de Antonio María Castro Montaner, un indiano, procedente de Laluenga, que hizo fortuna en Venezuela y se hizo construir este impresionante panteón. A continuación, y antes de almorzar, fuimos al centro de Interpretación de los Pozos-Fuente del Somontano donde Antonio Turmo nos explicó, junto al monumental Pozo Nuevo, llamado la 'catedral de los pozos', el cómo y el por qué de estas singulares construcciones.
Por la Ruta de la Trashumancia (cabañera que unía el Pirineo con la Tierra Plana, desde Broto a Mequinenza) a paso de senderistas nos dirigimos a la ermita de san Román de Ponzano. ¡Teníamos cita a las 12:00 de la mañana con el sol!
Llegados a la ermita, Luis Toro, catedrático jubilado de dibujo del Ramón y Cajal, autor de las magníficas pinturas que decoran el altar y capillas de la iglesia nos fue comentando detalles y características técnicas de su excelente trabajo. Lienzos con referencia a los exorcismos que allí se practicaron, al martirio de San Román, a las romerías que se celebran, a la trashumancia y al fenómeno del Asoleo (Luz sagrada), pues vimos como poco a poco un rayo de sol incidía, hasta cubrir totalmente, el rosetón que preside la pintura que sobre el altar mayor muestra el momento en que un centurión romano condena al martirio a San Román (le cortaron la lengua por predicar la fe cristiana).
En menos de una hora nos plantamos, siguiendo la cabañera, en la ermita de San Antón de Lascellas que está ubicada en un altozano entre grandes lajas de piedra arenisca y con unas soberbias panorámicas del Pirineo y de los pueblos circundantes. También fue decorada por Luis Toro y además de las pinturas sacras hay detalles de la flora y fauna de la zona y aunque algo más pequeña que San Román es igualmente muy bonita.
Pienso que ambas ermitas están infravaloradas por las instituciones y que deberían figurar en el catálogo de visitas de Huesca la Magia, por ello, busquen la ocasión y ¡¡vayan a visitarlas!!
En poco más de una hora estábamos en Ponzano. Su pozo-fuente claramente horadado en la roca es más tosco y por ello más singular. En el muro se apreciaban perfectamente las pocetas donde posaban los cántaros las mozas y que luego trasladaban apoyados en la cadera el kilómetro que hay hasta el pueblo.
A las tres de la tarde comíamos en el local social que amablemente nos facilitó el Ayuntamiento de Ponzano-Lascellas.
La distancia total recorrida fue de unos 15 kilómetros totalmente llanos.
El domingo dos de febrero T.A.A. realizará una travesía por las ermitas de Ayerbe.