Pepe Fuster y Álex Plans son amigos desde que los estudios les congregaran en el colegio de Teresianas en Barcelona. Hoy, con veinte años, juegan a fútbol juntos en el Club de Fútbol La Bonanova de la ciudad condal, a la sazón el único fundado durante la pandemia, en concreto en el 2020. Son apenas tres años, pero la evolución ha sido prodigiosa, y es que disputan la 4ª categoría catalana donde, en su primera temporada, han navegado permanentemente entre el primero y el quinto puesto. Este sábado, sin ir más lejos, han endosado un set (0-6) a la Peña españolista Manigua.
Pepe y Álex discrepan en sus cariños por colores futbolísticos. Pepe es españolista y Álex culé. Pero en ambos casos hay una simpatía manifiesta por la Sociedad Deportiva Huesca. Pepe disfrutó en El Alcoraz del primer choque en Primera División de la historia entre los blanquiazules y los azulgranas, acompañando a su padre, el prestigioso abogado José María Fuster-Fabra (letrado de Agustín Lasaosa y de Josep María Bartomeu, anteriormente de Sandro Rosell, y de decenas y decenas de víctimas del terrorismo). Surgió una chispa mágica de amistad entonces con el presidente del Huesca y ese fue el cauce de relación hasta el caso Oikos, cuando pasó de aficionado de fútbol con afecto al Huesca a defensor de Lasaosa. Era el 28 de mayo de 2018, casi ya 47 meses de proceloso, eterno y enojoso proceso judicial.
Estos nexos desembocaron, tangencialmente, en la colaboración de la Sociedad Deportiva Huesca y el Club de Fútbol Bonanova. En sus orígenes, el Huesca regaló camisetas a la Bonanova y posteriormente hubo incluso estancias de los catalanes en la ciudad altoaragonesa. La amistad había quedado sellada y los Fuster informan puntualmente de sus éxitos a sus decenas de amigos oscenses.
Uno de los amigos que recogió esa camiseta es Álex Plans, y con ella se disponen a vender rosas este domingo en la confluencia del Paseo de la Bonanova con Anglí. Pepe explica, con fluidez, "que es algo que se hace cada año, una tradición con motivo de Sant Jordi, que consiste en vender rosas siempre por una buena causa". Ambos han consensuado su indumentaria para la comercialización, que no es otra que la camiseta de San Jorge de la Sociedad Deportiva Huesca. Así ataviados, ofrecerán a los viandantes una rosa por 4,50 euros, en una bolsita y envuelta en una cinta de la bandera catalana. Han acumulado para esta jornada 250 flores.
La ciudad condal está hoy atestada de jóvenes que, fundamentalmente, buscan recursos para sus viajes de estudios. En su caso, "un viaje interrail con llegada por avión a Amsterdam y, desde esta ciudad, en tren por Berlín, Praga, Budapest y Croacia. Es un viaje que sale carillo y buscamos recaudar dinero. Hacemos eventos, pequeños trabajos por encargo, todo lo que sea para poder permitirnos el viaje". Un sueño vestido de San Jorge, que algún parentesco debe tener con Sant Jordi.