Pequeguara redescubre Bujaruelo

Dos paisajes diferentes de precipicios y bosques tuvieron el río Ara como eje central

Marcos Bielsa Ordás
26 de Octubre de 2023
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Los 31 senderistas de Pequeguara disfrutaron de una magnífica excursión por el valle de Bujaruelo.
Los 31 senderistas de Pequeguara disfrutaron de una magnífica excursión por el valle de Bujaruelo.

En castellano el arbusto denominado boj es en aragonés bucho. Los romanos en su latín lo mentaban buxus por ello no es de extrañar que al valle con abundancia de buxus, buchos y bojes los ancestros lo denominaran Buxargüelo. Valle que ahora todo el mundo conoce como Bujaruelo.

Los habitantes de cada vertiente ya utilizaban desde tiempos inmemoriales el paso del puerto de Bujaruelo para intercambiar, por las buenas o por las malas lo que no había en la vertiente propia. Utilizado buenamente por peregrinos del camino de Santiago fue un tal Napoleón Bonaparte el que ordenó construir una carretera entre Torla y Gavarnie, pero esa y alguna mala idea más se le torcieron. De todos los proyectos para utilizar ese increíble y estratégico paso central pirenaico, sólo uno ha llegado hasta nuestros días, una instalación eléctrica a la que nos hemos malacostrumbrado y que nos estropea la vista y las fotos. Es cuando menos sorprendente que un espacio como este, lugar de paso con pastos y agua abundante se deshabitara. Y eso siendo un extenso valle que desde el puente de los Navarros hasta la cabecera del río Ara mide 20 kilómetros, añadiendo además los valles laterales de Otal y Ordiso.

Pues eso, que el río Ara ha moldeado el inmenso Bujaruelo, es territorio de buchos pero no de muchos, y es que su hermano pequeño, el Arazas, le ha ganado la partida esculpiendo Ordesa. Y claro está, ¿dónde va Vicente… ?.

El aparcamiento donde se coge el bus para ir a la pradera ya estaba lleno cuando los 31 de la pequeguara cruzábamos Torla. También estaba casi completo el aparcamiento de la ermita de San Antón, y nosotros en una total soledad que duró prácticamente todo el día, nos ponemos en marcha. Caminamos un breve rato por la carretera hasta tomar el sendero GR11 que se adentra en un Bujaruelo que aunque no luce aún la explosión total de colores otoñales, sí rezuma agua por todos los sitios tras el paso de la borrasca Aline.

Tras un breve repecho se acaba la subida gorda del día y una gran superficie rocosa lisa es el lugar idóneo y seco para almorzar, han sido ya varias horas desde el desayuno en casa y el humor de los peques no estaba para bromas. Por eso lo mejor para descansar mientras comemos es saltar, correr y no parar mucho quietos, es malo para la digestión. Así tras esta relativa pausa nutricional continuamos por la senda. El valle es en forma de U glaciar y el río, a nuestra derecha, ruge más de cien metros por debajo de nosotros mientras atravesamos unas estrechas e impresionantes fajas sobre el precipicio. Un paso asegurado con un cable metálico mantiene en el grupo la sensación de aventura y el cruce de un caudaloso barranco proveniente de la espectacular cascada de 120 metros del Salto del Carpín mantiene la sensación de grandiosidad.

Cruzamos el puente de Santa Elena y la pista de los vehículos para continuar por la GR11 en la otra vertiente del río y el paisaje cambia totalmente, estamos en uno de los bosques más impresionantes del Pirineo, el bosque del Cobatar. Inmensos árboles se elevan rectos hacia un cielo que no vemos, son necesarios varios peques para abrazar algún ejemplar, hayas, abetos, pinos, abedules, acebos y como no, mucho bucho. El recorrido por esta gruta vegetal es precioso, pero más aún es el que se nos viene después al cruzar el barranco de Escuzana. Hay pocos lugares como este, así que nosotros lo convertimos en restaurante. Y a la orilla de un impetuoso Ara de aguas cristalinas, rodeados de árboles que aquí ya rojean, y con el fondo nevado de los picos Fenez y Otal, disfrutamos de los bocatas, del día y del espectáculo.

Tras digerir la comida y retener en nuestras memorias el paisaje, continuaremos por el sendero de un bosque cada vez más claro, pero sigue habiendo buchos, hasta ver ya San Nicolás de Bujaruelo con su camping, su refugio, su puente y sus buchos.

Nueve kilómetros con dos paisajes diferentes de precipicios y bosques con el río Ara como eje central de la excursión. Excursión que continuó entre los puestos de la Feria de Otoño de Biescas antes de volver a Huesca.

Y esta, queridos lectores, es la historia de nuestra última Pequeguara, pero no se preocupen, la sección de Peña Guara más única, original, entrañable y especial, sección por la que todos los amantes de la montaña deberían pasar al menos una vez y aprender de nuestros peques. Pequeguara volverá en noviembre.

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