Con la entrada del verano de 2021, cuatro amigos y compañeros de fatigas, amantes de la bici y de la montaña, pudieron dejar atrás el bloqueo por la pandemia y las restricciones de movimientos, y llevar a cabo el Tour del Monte Rosa, que este jueves ha sido presentado en el Olimpia dentro del programa de las Jornadas de San Úrbez de Peña Guara. El zaragozano José Orte junto con el oscense Sergio Ramón -uno de los organizadores de la HU108 BTT- han sido los encargados de dar cuenta una aventura en la que también participaron otros dos oscenses, Raúl Casañas y David Latre. Son los cuatro socios de Peña Guara y afrontaban en este macizo de los Alpes entre Italia y Suiza después de haber vivido anteriormente una ruta de 200 millas en Estados Unidos, que en su momento también fue presentada en la semana festiva de Peña Guara.
Escenarios míticos como el Cervino, Monte Rosa o Zermatt, con el Paso del Moro, que este “póker de ases” recorrieron a lo largo de seis etapas con 200 kilómetros y 13.000 metros de desnivel de ascensión acumulada que discurren por glaciares, con tramos de nieve que obligan a ponerse la bici a la espalda como si fuera una mochila, otros caminos muy ciclables y también zonas más alpinas que, condicionados por los desprendimientos, les obligaron a modificar la ruta porque no se podía pasar.
“Es una zona muy bien preparada para el turismo. Se puede practicar el esquí, la bici de montaña, hay un bike park, todo muy bien preparado”, explica Orte, quien también observa que hay momentos en los que se precisa hacer cambios sobre la marcha y buscar alternativas. “En todos los viajes, cuando te pones a hacer estas rutas, nunca sabes lo que te vas a encontrar y aunque seguimos el track, era el que se hace de la carrera a pie, una Ultra Trail. La idea era seguir el itinerario pero es un track de correr, hay partes que se pueden hacer en bicicleta y otras muchas que no se pueden hacer”.
La vuelta al macizo del Monte Roso fue “bastante exigente en kilómetros y desnivel. Hubo días que hicimos 3.000 metros de desnivel y casi 60 kilómetros”, por lo cual tuvieron que minimizar la carga para ir con el mínimo peso y prescindir de tienda de campaña, hornillo, saco… Para ello también habían planificado buscar alojamiento diario en hoteles u hostales ya reservados. Así que era suficiente moverse con la ropa del día, las bolsas de porteo y las bicis que durante un buen trecho tuvieron que echarse a la espalda. “Lo hicimos en una autonomía relativa porque teníamos que llegar a dormir sí o sí al lugar alojamiento reservado”.
A lo largo de esos doscientos kilómetros de trayecto disfrutaron de todos los momentos, detalles y paisajes espectaculares que les ofrecieron los míticos Cervino o Monte Rosa “y unas vistas increíbles de glaciares totalmente distintos a lo que tenemos en el Pirineo. Una experiencia muy bonita, de los viajes que hemos hecho ha sido de los que más hemos disfrutado. También hemos sufrido bastante por la dureza de tener que llevar tres horas la bici a la espalda para poder remontar collados que están en torno a los 3.000 metros. Estás todo el día entre lo que era el valle y los collados y tenías que salvar 1.500 o 2000 metros de diferencia”.
Uno de los mejores y más “alucinantes” recuerdos de esta expedición fue cuando, con el collado de Teodoulo a sus pies, pasaron por el espectacular glaciar que daba paso a Zermatt. “Fue un momento muy mítico porque nosotros íbamos con la bici por el glaciar y veíamos gente encordada. La gente haciendo esquí o esquí de travesía porque debido a la altura estaba abierta la estación y vestida de esquiadores en la cafetería y nosotros con pantalón corto, mallas de licra, el casco y la bici. Fue un día muy especial. Y otro recuerdo fue el paso del Moro porque también nos pilló con una nube que no terminaba de pasar el valle y era bastante fantasmagórico, una cosa muy chula”.
El grupo, en fin, tiene claro el objetivo que persigue: “Lo que queremos es disfrutar de la naturaleza y de la montaña con la bicicleta, que es lo que nos gusta y que te permite hacer recorridos muy largos. Lo mismo que hacen los alpinistas o cuando haces una excursión, con la bici puedes hacer muchos kilómetros, con lo cual cambias de valles y de vertientes y ves mucha variedad. Es tener unas vacaciones en un entorno que te gusta y te puedes divertir si la bajada es fácil y si tienes que hacerlo con la bici en la mano, mala suerte”.
Todo fue sobre ruedas, nunca mejor dicho, y no hubo momentos especialmente complicados ni de sufrimiento extremo. “Lo que pasa es que como todos los días eran tan largos y había tanto porteo con la bici a la espalda y tanta dificultad para avanzar, no pasamos situaciones de peligro, aunque todos los días se nos hacían las ocho de la tarde, se echaba el tiempo encima para llegar al alojamiento, se empieza a ir la luz, y en Suiza si llegas a las nueve ya te miran mal porque ni te dan de cenar. La única complicación es por la dificultad del recorrido y la longitud, pero sin vivir situaciones de peligro sino cansacio y agotamiento”. Y seguramente el desquiciamiento lógico cuando los pinchazos eran el pan nuestro de cada día en uno u otro expedicionario.
“Son actividades en gran auge dentro de lo que está haciendo la gente de Peña Guara y se puede apreciar esa combinación y dificultades de la bici con la montaña”, explicaba Lorenzo Ortas, agradecido por esta proyección y este cuarteto netamente de casa que sigue buscael clndo rutas y viajes atractivos para motivarse a ellos y a todos cuantos forman la familia del club.
HOMENAJE A AMAIA AGIRRE
Como broche de oro a las jornadas, este viernes llegará al Olimpia el Equipo Femenino de Alpinismo de la FEDME para presentar “Abriend camino”. La proyección va a servir de homenaje a Amaia Agirre, socia del club y que residió en Huesca durante mucho tiempo por su trabajo como médico ganándose muchos amigos. Amaia presentó el pasado año en estas mismas jornadas la actividad realizada en la Torre Sin Nombre. Poco después de su presencia en Huesca falleció en una expedición en la Patagonia cuando un alud le sorprendió en el Fitz Roy.
Amaia y sus compañeras del Equipo Femenino de Alpinismo de la FEDME habían realizado una expedición en la península Arábiga con base en el desierto jordano del Wadi Rum con el objetivo de abrir rutas en sus paredes areniscas.
“Va ser un recuerdo y homenaje hacia la figura de Amaia y también sirve para reivindicar las actividades de las mujeres en la montaña y conocer su testimonio”, explicó Lorenzo Ortas.