Para la jornada de este domingo teníamos la suerte de contar con los buenos amigos de Arbaniés, Teresa, Severino, Alfonso y Angel que ya nos habían ayudado a preparar la ruta y que nos guiaron para no perdernos, además de irnos explicando todas las curiosidades que fueron apareciendo en el camino y muy especialmente contamos también con Angélica en la iglesia de Arbaniés, como ya quedará explicado más adelante.
Comenzamos el camino desde Arbaniés saliendo hacia el este por el camino que baja entre huertos hacia el río Riga, o barranco La Ripa como aquí lo conocen, el día no se podía presentar mejor, buen sol, temperatura de primavera y , debido a las pasadas lluvias, agua por el río como pocas veces se recuerda.
Igualmente con toda la vegetación luciendo su mejor verdor y con los primeros colores de lirios, romeros, tomillos y artos, que nos regalaron la más olorosa compañía durante todo la jornada, imposible mejorarlo.
Tras bajar hasta el río lo cruzamos, no sin dificultades debido al caudal que llevaba y fuimos ascendiendo ya en la orilla izquierda por una zona rocosa conocida por Comecarne, hasta llegar al primer horno de cal de los varios que hay por esta zona, hornos donde, aprovechando las rocas calizas, la leña de monte bajo y el agua, se producía la cal después de arduos trabajos, estos hornos ya abandonados, todavía conservan erguidas parte de sus paredes circulares, cocidas a lo largo de los muchos años que se utilizaron, un placer poder visitar estos lugares perdidos ya por el monte.
Dejamos los hornos atrás y siguiendo la zona rocosa encontramos un espacio para detener el grupo y almorzar apaciblemente mientras se disfrutaba de la vista y la comida sin que faltaran caldos varios y lamines sin cuento, hasta que alguno con algo de talento nos hizo mover, que el día no era eterno.
Superada la pequeña ascensión alcanzamos el camino que viene de Arbaniés y giramos a la derecha tomando la dirección hacia Liesa, entre campos de cultivo y algo de bosque hasta llegar a una zona bien interesante conocida como los Frontones; En este espacio, situado en alto y con amplio suelo de piedra llana, es fácil imaginar que estuviera poblado en tiempos remotos ya que aún conserva tumbas excavadas en la roca, así como restos muy deteriorados de un molino de aceite en piedra circular (Trapetum romano), junto con piezas de un contrapeso de piedra ranurado para la prensa del aceite, vale la pena acercarse hasta allí para verlo (ahora que aun está).
Dejamos atrás el espacio de los Frontones y seguimos el camino entre campos de cultivo, jalonados de pequeños bosque de carrascas con suaves pendientes, que son ideales para una buena caminata en amable charla, al tiempo que nos descubre en sus orillas viejas construcciones, como una que encontramos junto al camino que disponía de paredes con muy buenos sillares y dintel de piedra en la puerta de entrada, junto con otros sillares al lado, labrados para cierre de puerta con burronera, una construcción que parece excesiva sólo para pastores y que el tiempo hasta su nombre casi oscurece (Caseta Ordás), pero que resulta muy interesante de visitar.
Siguiendo el camino hacia Liesa encontramos un tramo con el suelo recientemente arreglado y con el pueblo ya a la vista giramos a la derecha para seguir la senda que discurre ascendiendo junto al río Riga que cruzaremos para ver los restos de una antigua tejería, con impresionante arco de medio punto y frontal fechado en 1776 según grabado en la dovela izquierda inferior, otro punto de lo más interesante para visitar y bastante cerca de Liesa.
Después de la visita a la tejería seguimos ascendiendo el río Riga, por una preciosa senda que nos hizo cruzarlo en varias ocasiones, alguna de lo más divertido, hasta que tras un buen tramo llegamos a un curioso punto donde se encuentra una zona del río con un gran suelo de piedra llana, donde la erosión ha realizado unas cavidades circulares profundas y de lo más curioso, que son conocidas como las Ollas de Liesa, y dado el gran caudal que llevaba el río estaban espectaculares, lo que sirvió para realizar infinidad de fotos a cual más bonita.
Dejando atrás las Ollas de Liesa, retomamos la senda junto al río, que de nuevo cruzamos varias veces con gran regocijo, hasta llegar a un inacabado puente de piedra en el río que es el final de una curiosa carretera, que en los años 1950 quiso unir Arbaniés con Ibieca, pero a la que se le acabó el presupuesto y así se quedó ella sin continuidad en la otra orilla, nada nuevo bajo el sol.
Desde el puente inacabado, emprendimos la subida hacia Arbaniés, por el trazado de la carretera aún visible debido a la grava con que se hizo, hasta llegar a una fuente en un espacio, que seguro cuidan las gentes que al principio he mencionado y que tiene de nombre fuente Picada, está muy bien arreglada, dispone de mesa y bancos a la sombra junto con otras plantas olorosas y está ya muy cerca de Arbaniés.
Dejamos atrás la fuente y acabamos la excursión llegando al pueblo donde ya nos esperaba Angélica en la puerta de la iglesia dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles, para hablarnos de las características del edificio y especialmente de las pinturas góticas del ábside de la iglesia que se han restaurado y de las que con razón están muy orgullosos.
Nos dio mucha alegría poder incorporar esta visita a las pinturas a última hora ya que son dignas de ver y así completamos más la excursión.
Para redondear el día la gente de Arbaniés nos cedió el local del pueblo para poder comer todo el grupo, imposible pedir más, un local precioso con todo lo necesario, mesas, sillas, cubiertos, nevera, hogar, cafetera, …..
Gracias mil tenemos que dar a nuestros amigos de Arbaniés: Teresa, Severino, Alfonso, Angel y Angélica (espero no dejarme a nadie) por tanta amabilidad con que nos han tratado, tener amistad con gente así es un lujo.
Resumiendo, tras unas 5 horas, 10 kilómetros y +-210 metros, terminamos la jornada, contentos por el día que nos hizo, los rincones visitados y la compañía, ventura para todos y hasta la próxima.