La reforma de El Alcoraz, los vasos comunicantes y el servicio público

Diez razones para apoyar la petición de Agustín Lasaosa a los inversores para que involucren a las instituciones en la mejora del estadio

07 de Marzo de 2025
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Ambientazo en El Alcoraz
Ambientazo en El Alcoraz

No son tiempos para la reflexividad. A muchos les ha pillado de sorpresa, quizás porque nunca se habían detenido a pensar que la anterior reforma -algunos de cuyos aspectos, por cierto, fueron juzgados... y sobreseídos en la causa innoble- no era definitiva. Como no pensamos en términos domésticos, no concebimos que a veces hay que cambiar la bañera por el plato de ducha y pintar las paredes, además de sustituir el desvencijado sofá. Pero éste, señoras y señores, es un asunto de ciudad y de provincia.

La petición del presidente Lasaosa a los inversores para que ejerzan de vasos comunicantes con las instituciones para excitar su aceptación de inversiones en El Alcoraz, desde la perspectiva del tiempo, sólo puede sorprender a quienes no son periodistas-escritores que pasan por encima de los asientos para llegar a su lugar reservado. O a quienes no se mojan en los partidos. A los que, lozanos, marcan en el DNI que llevan la calefacción incorporada de serie mientras otros, ateridos, no podemos teclear el "Minuto a minuto". A quienes quieren seguir llegando tres minutos antes en lugar de socializar en la terraza. A quienes no contemplan la accesibilidad de un buen parquin para una población ora envejecida, ora dependiente. A quienes, desde una perspectiva ideológica, niegan el pan y la sal por ser una entidad privada, mientras reclaman abundancia de subvenciones para los suyos, también particulares. O a esos infiltrados que, como los aqueos en el Caballo de Troya, rechinan los dientes con cada triunfo de la Sociedad Deportiva Huesca. Que, haberlos, haylos. Igualmente, a quienes no entienden la repercusión de hecho y potencial de un club con aspiraciones.

Algunas de estas últimas clases incurren en la contradicción de esgrimir que el Huesca es una empresa (una sociedad anónima deportiva, más que por deseo propio, por imperativo legal de la Ley del Deporte, que todo es opinable) en cuyas cuitas internas tenemos derecho a inmiscuirnos todos. Es tan peculiar su carácter mercantil que trascendemos el producto y servicio que ofrece hasta el punto de que nos adentramos y queremos influir en su funcionamiento interno, algo que a nadie se le ocurriría con una constructora, un supermercado o un banco, pongamos por ejemplo.

Entiendo que, como sociedad, hemos aprendido lo suficiente de la "desgracia" del Peñas, cuya caída -nunca escrita en sus interioridades- fue una mezcla de negligencia e irresponsabilidad institucional (una dosis sustancial) en un patrocinio que nunca llegó (95 millones de pesetas nada menos), un dogmatismo entre sectario y territorial que desvió el apoyo enorme de la Diputación y una cierta desidia colectiva que provocó el entierro de la ACB en Huesca.

Establecidas estas premisas que tiran de la memoria (ya saben la famosa frase "no hay nada como ser de Huesca..."), voy a esgrimir en diez puntos el apoyo que, a mi entender, debemos a la iniciativa de Agustín Lasaosa para la implicación institucional en la reforma de El Alcoraz que nada tiene que ver con el agravio, que no es sino el "quejío" de los pobres de espíritu frente a la justicia (un argumento sólido):

1.- Primera y fundamental: nos hemos quedado en la mística del teatro de los sueños, el estadio de sabor inglés y otras zarandajas como si hubiéramos completado una instalación de jeque. Es lo que tiene la autocomplacencia, que impide avanzar desde la detección de las carencias que se han puesto ahora, por fin, sobre la mesa.

2.- Las lagunas son objetivas: parte del público se moja cuando llueve (tuvimos un claro ejemplo hace escasas fechas), El Alcoraz es una nevera, la terraza un trozo de asfalto inhóspito, el aparcamiento insuficiente, el museo pésimamente planificado exige una reinvención y el restaurante ideado sin conocimiento precisa de una solución para que sea operativo. Éstos y otros cuantos defectos más. Y también mejoras para que sea un proyecto vivo, porque la ampliación de los palcos también contribuiría a la sostenibilidad del club.

3.- Sociológicamente, el estado de bienestar demanda para los espectáculos instalaciones confortables, agradables, que inciten a abandonar otros escenarios cotidianos amables para disfrutar -o sufrir- sin interferencias de incomodidades que puedan disuadir de la participación en encuentros pensados en la convivencia y la comunión de intereses.

4.- La situación deportiva. La coyuntura empuja a través de la ilusión e incita a aportar ambición también en el ámbito empresarial. Recuerden la construcción del Palacio de los Deportes inducida por la ACB. Y la fatídica muerte peñista. ¿Cuál era el dicho en 1995? Tenemos una bonita jaula pero ha volado el pajarito.

5.- En todo caso, no puede aducirse ventajismo ni oportunismo. El presidente Lasaosa, cuya independencia de criterio ha constatado durante muchos lustros, no ha sido repuesto a su cargo hasta el verano pasado y, consecuentemente, tiene todo su derecho a exponer presidencialmente sus opiniones. Su audacia para poner en un compromiso a los inversores le dignifica.

6.- El argumento por pasiva. No se puede esgrimir como réplica que El Alcoraz es privado. Sólo 10 equipos de la Liga de Fútbol Profesional, de 42, tienen estadio en propiedad. Los 32 restantes son municipales, con el consecuente histórico de soporte económico de las arcas públicas. El Huesca lleva 65 años prestando este servicio a la comunidad en inferioridad de condiciones respecto a otras iniciativas muy, pero que muy subvencionadas.

7.- La de los grupos Costa y Arqa es una iniciativa inédita en Huesca: han puesto su dinero a disposición de un nuevo proyecto que pasa del moribundo origen a una perspectiva estratégica. De su éxito, depende no ya su lucro (inimaginable a estas alturas), sino la consolidación de una causa de miles y miles de personas. De ciudad y de provincia.

8.- Los nuevos mandatarios no pueden ni deben responsabilizarse de la anterior reforma, porque no tenían capacidad de decisión. Ni tampoco del rumbo que adoptó el club en las últimas y desastrosas temporadas.

9.- El nuevo proyecto reclama el respaldo de toda la familia social de la Sociedad Deportiva Huesca. En los tiempos en los que las decisiones se toman por experiencias y emociones (Daniel Kahneman, "Pensar rápido, pensar despacio), hay que contribuir a elevar banderas de identidad como el Huesca, que se siente en todas y cada una de las comarcas de esta provincia. No hay ningún incentivo en Huesca o en la provincia que sume durante nueve meses largamente más de cien mil asistencias, que conjuntamente es la mitad del censo altoaragonés. Y, precisamente desde esta perspectiva, hay que apuntalar todos los aspectos para sostener este sentimiento.

10.- En minúsculas, porque no consta así oficialmente, la Sociedad Deportiva Huesca es un servicio público. Contribuye a la alegría y a la felicidad, es lugar de encuentro donde los aficionados saltan al alimón, cantan al mismo ritmo y se abrazan, genera riqueza y empleo. Pocos escenarios entregan tantas herramientas de convivencia. Y, por ser servicio público y porque su hoja de entrega a la comunidad se ha desenvuelto con generosidad sin depender del pecunio institucional, es tiempo de que las administraciones sean justas, que no generosas, en este renacimiento de un Estadio de El Alcoraz que definitivamente ha de ser preparado para ser vanguardia y modelo. Los vasos comunicantes entre Costa-Arqa y las instituciones han de fluir.

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