Alessandro Scariolo (21 años) desprende ganas de triunfar. Tiene muy presente a sus padres, Sergio -actual seleccionador nacional de España- y Blanca Ares -exjugadora de baloncesto española- y reconoce que Huesca es “muy familiar”. Es de buen comer, su envergadura no engaña, y ser celíaco no le importa mientras esté en Huesca, pues “es la capital sin gluten”, según afirma convencido.
Formó parte del equipo campeón del EuroBasket Sub 18 en Grecia en el año 2019 y, tras un periplo por el baloncesto universitario estadounidense, regresó a España de la mano de Rafa Sanz, técnico que ya conocía porque le entrenó en la selección andaluza en su día.
La trayectoria de Scariolo comienza en Unicaja de Málaga, equipo con el que, a pesar de estar en dinámica con apenas 16 años, no llegó a debutar en el baloncesto profesional. “En la primera jornada jugué en Melilla unos minutos después de unas molestias en la rodilla. Ante Ponferrada estuve bien en defensa, hay cosas que mejorar, pero estuve bien en mi opinión. Fallé en bastantes cosas que irán entrando, pero no me preocupa, estoy bien. Contento. Hemos ganado dos partidos y ahora hay que seguir mejorando”.
“Este año sí”. Es lo que se escuchaba en la grada el pasado sábado, tras el triunfo peñista en el Palacio ante Clínica Ponferrada. Es una realidad: este Lobe Huesca ilusiona. Por el momento -esto es deporte- la cosa va bien y los resultados acompañan. Dos de dos; pleno incontestable. “Con suerte, podremos seguir dando alegrías a la afición. Capacidad tenemos. No es plan de relajarse porque esto puede cambiar el día de mañana. Pero yo confío en los compañeros y en el trabajo que hacemos. Si seguimos así, daremos muchas más alegrías”, subraya.
Es consciente que Huesca ha sido y es una ciudad de baloncesto. Confiesa que los fisioterapeutas y la gente del club le han contado toda esa etapa ACB. “Ojalá podamos devolver la ilusión que se ha perdido estos años. Estaría bien. La verdad que el ambiente del otro día estuvo muy bien. Pocas veces he jugado en mi carrera con tanto apoyo de la afición. Me gustó mucho”.
Echa la vista atrás para recordar su etapa en el baloncesto universitario americano, en lo que fue una etapa para nada sencilla. “Estuve un año en Nueva York. Llegué muy joven y no estaba preparado en ese momento con 17 años. Luego me fui al sur de América, a Arkansas, a un sitio pequeño donde no había tanto que hacer, pero fue una experiencia de aprendizaje y me ayudó a mejorar como jugador y como persona. Fue un poco duro -confiesa-, pero tampoco lo cambiaría”.
Hablando de cambios, ¿qué diferencias hay en el juego americano respecto al europeo?: “Ahí hay menos pick and roll, por ejemplo. Se juega con menos bloqueos y hay más situaciones de uno para uno. Aquí se juega más como equipo. El estilo de juego de aquí, en mi opinión, es más completo. Ahí es más individualista. Son dos estilos diferentes”.
Compaginar baloncesto con el estudio
El joven sabe que, aunque hoy por hoy esté centrado al cien por cien en el baloncesto semiprofesional, no puede dejar de lado los estudios. Ahora le quedan dos clases online, una de estadística y otra de producción, para terminar ADE. “De momento va bien y lo he podido compaginar”, asevera.
Sigue a rajatabla un consejo que le dijo su padre Sergio en su día: “Never too high, never too low”. Esto es “nunca demasiado arriba, nunca demasiado abajo”. Lo desarrolla: “Que no te afecte ni para bien ni para mal. Son pequeñas cosas del día a día y hay que mantenerse firmes de alguna forma y tener paciencia y confianza. Ya está”.
Un proyecto con “talento”
El base-escolta ya conocía a Rafa Sanz de su etapa en la selección andaluza, equipo al que entrenó hace algunas temporadas. “Me gusta su forma de entrenar y su filosofía. Sobre el proyecto, conocía a un par de jugadores como por ejemplo Isaac (Nogués). Tenía buena pinta porque había talento, juventud y ganas. Energía. La verdad que por ahora hemos empezado bien y, con suerte, vamos a seguir por esta línea”.
Recalca que el míster “pide mucha intensidad” y que “presionemos a todo el campo porque sabe que somos capaces de hacerlo”. Y añade una cosa: “Exige perfección porque cuando creemos que lo estamos haciendo bien, él sabe que podemos hacerlo mejor todavía. Eso, a la larga, te ayuda. Ahora estamos muy bien, pero hay que saber qué hacer cuando no lo estemos y surjan problemas para reaccionar. Nos está ayudando en eso”.
Cambiar Estados Unidos por España
No todos los días cambia uno Nueva York por Huesca, pero confiesa que es “feliz”. “Es diferente. El hecho de estar en España me alegra. Huesca está bien, sobre todo el centro, tiene buenos sitios para comer y tiene todo lo necesario. Estoy muy tranquilo y la gente es muy simpática. Es muy familiar”.
También está encantado con la gastronomía pese a ser celíaco en lo que él denomina “la capital sin gluten”, pues “nunca en mi vida había podido encontrar tantos sitios sin gluten como aquí. Estoy encantado con ese tema”. Aunque tampoco ha podido gozar hasta el momento de mucho tiempo libre, cuando tiene un rato se escapa a tomar algo o al gimnasio, o simplemente está "tranquilo”. Sin más.
Al cuestionarle por una referencia baloncestística no elige ni a Michael Jordan ni Lebron James, tampoco Pau Gasol o Kobe Bryant. “Es verdad que hay muchos jugadores buenos y que podría decir muchos nombres pero, al fin y al cabo, a los que escucho son a mis padres. Sus carreras han sido exitosas y cada uno te da su visión, sus consejos. Me fijo en los dos”.