SD Huesca: Reorientar el péndulo, ahuyentar a los cenizos y reconquistar la ilusión

Recarguen las pilas de sus anhelos que, estoy convencido, hay Liga, de hecho vamos quintos

23 de Marzo de 2025
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Willy y Ojeda celebran el gol del chileno. Otro motivo para la ilusión
Willy y Ojeda celebran el gol del chileno. Otro motivo para la ilusión

Ya han pasado quince minutos y hay que recomponerse. Recuperar la racionalidad y recobrar la ilusión, porque la una y la otra son compatibles. El fútbol obedece recurrentemente a un movimiento pendular, quizás no con la libertad del que movía el de Foucault pero sí con un cierto punto de oscurantismo como manejó hábilmente en ese relato Umberto Eco. Sin ir más lejos, el sábado leíamos la alusión irreflexiva a Rubi y su etapa en el Huesca para ejemplificar las rachas negativas... obviando que, finalmente, dio la mayor alegría de la historia al Huesca.

No cabe la menor duda de que determinadas cualidades intelectivas no dependen exclusivamente de la voluntad. Tampoco los resultados futbolísticos. Existe un porcentaje indescriptible de azar, de imprevistos, de imponderables difíciles de controlar. Incluso en partidos más que notables como en el que, presuntamente y por detalles más allá de las dos manos, minimizó las opciones de triunfo González Esteban (últimamente hasta Ais Reig me parece bueno al lado de otros colegas), una ley de la fatalidad no escrita induce a algunos a concebir que es inevitable la caída. Los modernos les llaman dinámicas incluso cuando son estáticas. En el fútbol hay algo de mito de Sísifo y la piedra cae de la montaña aunque los futbolistas hayan contraído méritos para reinar en la cima.

El Huesca lleva tres partidos perdidos y entre todos tenemos que pensar cómo se retorna a la senda victoriosa, salvo que alguien considere que 51 puntos ya están bien -que lo están- y que desee apearse del proyecto de la ilusión. Probablemente también los haya, que los hay, que consiguen una victoria pírrica de sus augurios catastrofistas. El "ya lo decía yo" conlleva el deseo de los bien pensantes -que no implica ingenuidad- de que, como bien deseable, no asomen los cenizos por El Alcoraz.

Conocida es mi empatía por el entrenador del Peñas, Rafa Sanz. Me parece uno de esos personajes que en el deporte no son legión que dedica su vida a pensar no sólo en estrategias o tácticas baloncestísticas, sino también filosóficas. Impregna cada rueda de prensa de destellos de filosofía de vida, de realismo social. Este último viernes, pidió a los "comepipas" que no acudieran al Palacio de los Deportes. La ilusión es una operación matemática en la que hay sumas y restas. Cuantos más empujen el péndulo hacia la esperanza, más tiempo permanecerá en la balanza de los triunfos. Cuantos más sustraigan de ese activo con su negatividad, menores serán los réditos. Así que recarguen las pilas de sus anhelos que, estoy convencido, hay Liga. De hecho vamos quintos.

Partiendo de la libertad incluso de los catastrofistas para ir a engendrar capas de negatividad a El Alcoraz, libre albedrío sagrado, me gustaría expresar mi deseo de que, efectivamente, aun reconociendo que en un partido como el de Éibar el desempeño del equipo ha sido muy mejorable, se abstuvieran de acudir, porque la operación aritmética requiere de los bien intencionados y los que no reblan nunca. Particularmente, pienso que hay motivos para compatibilizar el realismo y el optimismo, porque Foucault, que abogó por convertir la vida en arte, jamás sostuvo que en las cuevas de la nigromancia había un determinismo fatal para el Huesca.

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