Sergi Guilló, menos sentimentalismos, más pragmatismo y déjanos el enfado a nosotros

Poco a poco, el Huesca va encontrando la situación que su entrenador consideraría inquietante según sus declaraciones

01 de Noviembre de 2025
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Daniel Ojeda, en el Albacete-Huesca
Daniel Ojeda, en el Albacete-Huesca

Hace muchos años, Alberto Carrera Blecua, un pintor maravilloso al que la historia le hará más justicia incluso que el presente, me devolvió una entrevista que le hice en un collage en el que había conchas y arenas de la playa de la localidad en la que hallaba inspiración para sus instalaciones. Encima del papel prensa, escribió: "El pintor se traiciona en la palabra".

A Sergi Guilló le está traicionando su cambio de retórica. Escribí maravillado por su clarividencia en las declaraciones después de aquella victoria ante el Éibar en la que admitió, pese a la victoria, que él había propiciado una cierta confusión en sus futbolistas que corrigió con los cambios. Apreciaba coherencia y audacia.

Aquella era la línea y, sin embargo, lleva un tiempo en el que su cambio a una defensiva bastante mejor que la de su equipo no le ayuda. Fueron, para mí, mal interpretadas unas palabras en las que deslizó que no concebía un cierto alarmismo cuando la posición era francamente buena. En la última comparecencia antes del Albacete, incluso sin preguntárselo nadie, incidió en el mismo hilo argumental.

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Este camino, que es más propio de la soberbia que de la humildad que nos pareció de principio, no es el adecuado. El fútbol es caprichoso y a veces malvado, injusto. Sin ir más lejos, ante Las Palmas mereció los tres puntos y ante el Albacete, a mi modesto entender, también. Y, sin embargo, es uno de seis y la zona de peligro cada vez está más cerca. No conviene mentar a la bicha porque, a la que te descuidas, está junto a ti para comprometerte.

Me da la sensación de que necesita sentarse ante su propio oráculo de Delfos: noscere te ipsum, conócete a ti mismo. Que no ha encontrado un once tipo es una obviedad, pero el problema real es que da la sensación de que no ha hallado ni siquiera un quince o un dieciséis tipo. También soy consciente de la atrabiliaria desconsideración que los técnicos utilizan contra los periodistas que ponen en cuestión sus planteamientos: efectivamente, los entrenamientos los ve el míster y su equipo técnico. Pero nunca conviene menospreciar a los aficionados, porque donde se ganan los puntos es en los partidos, y ahí es donde se juzgan los resultados.

Es curioso. No son malas las sensaciones del equipo, hay momentos en que juega bien, incluso muy bien, pero el porcentaje de errores de concentración respecto a las opciones del rival es tan elevado que preocupa mucho. Y más cuando son jugadores tan importantes y tan veteranos como el capitán al que tanto queremos el que está superando sus umbrales históricos de fallos con la camiseta azulgrana. Y, dentro de la subjetividad del fútbol, también produce zozobra la utilización de futbolistas que, por más que tengan sello propio, no dan la talla.

Esta, estimado Sergi Guilló, es una actividad profesional que, como tal, depende de sus resultados. Y, mirando la tabla clasificatoria, sí, ya empieza a resultar algo desconcertante la posición de esta macroplantilla que de momento ofrece menos resultados de los aventurados por el propio entrenador y, por qué no meterlo en la ecuación, por su arquitecto, el director deportivo. La pírrica disponibilidad presupuestaria de las últimas campañas no es tal, y algunos ya soñamos con alcanzar una cifra de puntos suficientes para dar un verdadero salto de calidad en el mercado de invierno.

Estoy convencido de que no hay motivos -todavía- para el miedo, pero también estoy seguro de que el joven técnico ilicitano, que está haciendo un máster dentro de su carrera, será mejor cuanta más humildad sea capaz de utilizar en su discurso y cuanto más pragmatismo use en las alineaciones, sin sentimentalismos ni cuestiones identitarias. Los mejores, al césped. Y, con esos, hasta la muerte. Todos. Es cuestión de varias la retórica hacia el origen y de definir cuál es la esencia que quiere para el equipo, que ojalá sea la atrevida de los principios de Liga.

P.D.: Hoy, Sergi Guilló ha declarado que está muy enfadado. Pues que piense cómo estamos los que no tenemos una caudalosa ficha como la suya.

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