Singular fin de semana por la sierra de Guara

Los pequeños del Club realizaron la última excursión de la temporada

Víctor Guerrero
22 de Junio de 2023
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El grupo de Pequeguara delante de la iglesia de Nocito.
El grupo de Pequeguara delante de la iglesia de Nocito.

Es un junio atípico, con lluvias, truenos y más fresco de lo habitual. Cosas que a los pequeños del Club de Peña Guara no nos iba a detener.

La salida de junio ha sido también singular. Arrancamos un poco más tarde de lo habitual y cada familia con su coche hasta adentrarnos en plena sierra de Guara. Allí, bajo un sol picajoso caminamos buscando la sombra de los árboles hasta encontrar el pantano de Santa María de Belsué, tan vacío que pareciera que allí no ha caído una gota de agua que lo alimente. El paseo fue corto y asequible, con una meta espectacular: una gruta. Armados con linternas, frontales y cascos nos internamos a gatas en la cueva. En seguida pudimos ponernos de pie para maravillarnos durante unas decenas de metros con las formaciones que allí se dan. Pudimos observar estalagmitas, estalactitas y columnas, y durante un minuto apagamos las luces e intentamos saborear la absoluta negrura y el silencio solo roto por alguna gota intrépida que cae desde el techo. Salimos de las frescas tripas de la montaña al calor del camino, para volver a los coches.

La siguiente parada, con un paseo aún más corto, fueron las pozas de Belsué, donde comimos y disfrutamos de sus aguas. Nos quitamos el barro que se nos había pegado en la cueva y jugamos y reímos un buen rato.

Ya secos y montados en los coches fuimos a Nocito, a conocer el magnífico albergue que nos esperaba para pasar la noche. 

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El grupo dentro de la gruta a la que accedieron durante el recorrido.

Y junio, al poco de llegar, nos tenía preparada una de sus tormentas para esa tarde. Llovió, destellaron los rayos y rompieron los truenos. Momento ideal para cenar la copiosa comida que nos prepararon.

Por la noche cada cual durmió lo que pudo.

Tras amanecer y desayunar fuimos a visitar la ermita de San Úrbez, con paso vivo pues seguía chispeando la lluvia. Nos entretuvimos jugando, almorzando y charrando y cuando nos dimos cuenta ya era la hora de volver a comer al albergue. 

Nos dieron de comer de nuevo estupendamente -garbanzos, ¡bien! - y nos despedimos del albergue con la seguridad de que volveremos allí más veces. Nos despedimos también de mayores y peques deseándonos un buen verano y con la salida de septiembre ya en la cabeza.

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