Comenzó la era Antonio Hidalgo en la SD Huesca. Nada menos que en Ipurúa y ante un Éibar que enlazaba 5 victorias consecutivas. Así que, en un contexto nada favorable, pudimos comprobar la puesta en escena del nuevo entrenador catalán.
Y, como ya me aventuré a decir la semana pasada, leímos análisis de todo tipo. Desde los que "vieron cosas que con Ziganda no sé veían”, “esto es otra cosa”, “así sí”, “cambio radical en el juego”, etc., a otros como “este partido lo firmaría Ziganda”, “más de lo mismo” o “seguimos jugando a lo que salga”. En definitiva, análisis rápidos de algo que todavía es imposible de analizar. Pero no me sorprende, porque la maquinaria del fútbol funciona de esta manera. Y, a mi parecer, tanto los unos como los otros hablaban más desde lo emocional que de lo visto sobre el verde.
Lo que es una obviedad es que cualquier equipo que cambia de entrenador mejora también en la actitud del colectivo. Y eso es lo más destacable del pasado domingo. Que vimos a un Huesca generoso en el esfuerzo -lo cual eché de menos en los últimos días de Ziganda-, a futbolistas con otra cara -premisa habitual también tras un relevo en el banquillo- e incluso más cómodos con la idea de fútbol que intentó inculcarles Hidalgo durante la semana, y eso que tampoco terminó de verse del todo. Y, con todo ello, nos dio para sacar un puntazo en casa de un Éibar que, estoy seguro, luchará por el ascenso hasta el final.
Sin duda un gran punto de partida para que el ex entrenador del Sevilla Atlético y su cuerpo técnico sigan plasmando su idea de juego en un equipo necesitado de encontrar su identidad. Por cierto, hablando de los nuevos responsables del banquillo, lo que me alegra ver a Carlos Calvo cada vez más asentado y con un rol más importante. Como jugador ya entendía el fútbol como pocos, así que su presencia en el nuevo cuerpo técnico debe ser un valor del club para el futuro.
Así que hoy no voy a desgranar si los pequeños matices que vi en esta nueva SD Huesca serán o no buenos en el futuro, o si tendrán continuidad en el transcurso de la temporada. Además, casualidades de la vida, este mismo año tuve la oportunidad de ver in situ la puesta en escena del Sevilla Atlético en Orihuela. Y ese equipo, el cual sí tenía la etiqueta del míster, jugaba a todo lo contrario a lo que ha hecho la SD Huesca en lo que va de campaña. Por tanto, si Antonio Hidalgo y compañía consiguen repetirlo aquí, nos lo pasaremos bien.
Vamos a dar un poco de margen para poder analizar las sensaciones que nos transmite esta nueva SD Huesca porque los análisis rápidos no suelen envejecer bien. De momento, un punto de oro en Ipurúa.