Con la voz destrozada, muertos de sueño y a punto de embarcar para poner rumbo a España, cinco amigos oscenses que estuvieron presentes en la gran final de la Eurocopa atienden a la llamada de EL DIARIO DE HUESCA. La bandera española con el nombre de "Huesca" estuvo presente en el Olímpico de Berlín. La alegría se desbordó con los goles de Nico y Oyarzábal, y Diego Tebas, Nico Pérez, Santos Santolaria, Rodrigo Redal y Antonio Gayán, seguidores acérrimos del Huesca, relatan su experiencia en un día que jamás olvidarán.
El viaje surgió de forma improvisada, pocos minutos después de que España superara a Francia en las semifinales. Casi sin pensarlo, "nos pusimos a buscar vuelos a las cuatro de la mañana y compré los billetes", relata Redal. A la mañana siguiente, se encargaron de mirar los trenes para moverse por Alemania y encontrar alojamiento. A su vez, pudieron conseguir unas entradas para la gran final que, como es obvio, estaban muy solicitadas. Desembolsaron unos 600 euros, pero tenían la certeza de que verían el partido de la selección.
La presencia inglesa era aplastante sobre la española. "En proporción, era como un seis a uno". Se habla de que había unos 50.000 ingleses por 11.500 españoles. En el bando oscense, en el Olímpico no sólo estaban los citados animando a la selección, sino que también se dejó ver algún miembro de Alcorazados y que el propio Huesca publicaba en sus redes sociales.
Respecto al partido, todos coinciden: "Dominó España porque ellos eran malísimos. Están sobrevalorados. Los aficionados de Inglaterra celebraban un cambio de orientación o un saque de banda", asevera. La primera parte se vivió con "un poco de incertidumbre, pero con el gol de Nico te ves medio ganador. Lo celebramos entre nosotros pero cuando nos empataron fue una locura. Nos cayeron muchos litros de cerveza por encima, nos empujaron, zarandearon...", recuerdan. Además se muestran sorprendidos porque eran aficionados con los que habían estado "de buen rollo, pero sólo hasta que marcó Nico".
Ya cuando al colegiado galo pitó el final, explosión de alegría y desplazamiento de los cinco oscenses hasta una zona cercana a los palcos: "Ahí ya nos pusimos a bailar y demás porque ya no había peligro".
La fiesta se hizo cuesta arriba a medida que pasaba la noche. Las emociones habían sido muy fuertes y las horas previas al partido acabaron pesando. "Teníamos planeado salir a una discoteca pero no tuvimos fuerzas para hacerlo. Llegamos hasta ahí, pero estábamos muertos a las 2 o 3 de la mañana. Hemos dormido dos horas en tres días...". Además, los trenes para moverse por Alemania no eran directos, sino que tenían que hacer trasbordo cada hora y media.
La experiencia, se mire por donde se mire, ha sido inolvidable para estos oscenses: viaje de amigos, fútbol, mucha fiesta y la cuarta Eurocopa levantada al cielo de Berlín. Poco más se puede pedir.