A vecinos de El Temple les dijeron que su bandera de España no era telegénica... y se enfadaron

A la petición al cámara de Televisión Española de que tomara imágenes de su enseña, les replicó que no le estaba permitido

01 de Septiembre de 2025
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Los vecinos de El Temple con su bandera de España
Los vecinos de El Temple con su bandera de España

Sucedía en la temprana tarde del sábado, cuando toda la provincia de Huesca disfrutaba del espectáculo vistosísimo de la Vuelta Ciclista a España, no en vano antaño se denominaba al pelotón la "serpiente multicolor". Aquello de los abanicos por el viento con los maillots coloridos serpenteando era una buena explicación del fenómeno que multiplicaba su resplandor en las tres grandes rondas, el Tour, el Giro y la española.

En lugar de sobremesa y guiñote, los vecinos del pueblo de colonización -orgullo para ellos aquel eficaz instrumento para la convivencia de gentes venidas hace seis décadas de distintos puntos de España y Aragón- tomaron su bandera rojigualda que rezaba la leyenda "Viva el Temple" y se fueron a la carretera nacional a esperar la llegada de Samitier, Bou y Faura por delante y el pelotón tres minutos más tarde.

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En el cruce, se acercó un motorista con el cámara de Televisión Española y los vecinos le pidieron que mostrara su bandera. En el fondo, es un subidón de moral ver en la pantalla el nombre de tu pueblo. El cámara les replicó que imposible, que lo tenían terminantemente prohibido, lo que suscitó el malestar de estos templarios de El Temple. Lo hubieran entendido si hubieran añadido el complemento del viejo topónimo, El Temple del Caudillo, por aquello de los símbolos franquistas, la memoria democrática y otras argumentaciones, pero lisa y llanamente era una bandera de España, un alegato de la vida y el nombre de la localidad.

No se puede ocultar que aquel rígido cumplidor de órdenes se llevó alguna invectiva -más o menos- suave por parte de alguno de los vecinos, sin más porque en El Temple a pacíficos no les gana nadie. Sólo les supera su espíritu festivo, así que se quedaron, mientras la moto de RTVE arrancaba a recoger en imágenes banderas ajenas mientras censuró -por disciplina, dijeron- una propia, a aplaudir a rabiar al barbastrense Samitier y posteriormente al grupo. Ni que decir tiene que la enseña ha vuelto al pueblo con el objetivo de seguir presidiendo fiestas y, cuando se tercie, exhibiendo ante las televisiones, le guste o no a los rectores de la televisión que pagan ellos con sus impuestos.

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