La vetusta pista rejuvenece con la Magia de la ACB por la vuelta de un nutrido grupo de sus protagonistas

La mañana ha deparado conversaciones, lágrimas y multitud de recuerdos sobre una cancha que es ya un templo mítico

11 de Febrero de 2023
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Fotografía entre viejos amigos unidos en el Pabellón del Parque por una misión: mantener viva la Magia
Fotografía entre viejos amigos unidos en el Pabellón del Parque por una misión: mantener viva la Magia

La Magia del CB Peñas se ha apoderado por la mañana del ambiente del vetusto Pabellón del Parque, escenario donde se produjeron las mejores gestas deportivas del club oscense, que durante un par de horas han ocupado una buena pléyade de sus protagonistas encabezados por Brian Jackson, Iñiaki Iriarte, Alfredo Vizcarro, entre otros, sin olvidarse de un nutrido grupo de seguidores que en aquella época tuvieron un papel destacado en las victorias verdiblancas.

El paseíllo lo han iniciado, como en muchos años atrás, desde la puerta del Hotel Pedro I hasta que en la entrada por los vestuarios del Pabellón se ha producido el primer momento emotivo, en el que brotaban las lágrimas cuando se encontraban Marisa González -esposa del fallecido Toño Riva-, acompañada por su hija, María, con Alfredo Vizcarro y Domingo Malo. Se juntaban demasiados recuerdos (Jackson departía con ellas unos minutos), aunque al final la mañana se ha ido animando para ellas y para todos los ex jugadores, técnicos y presidentes que acudían a la cita.

Tras un recibimiento a cargo de la actual directiva, que recalcaba que todos los presentes habían dejado huella”, les ha dicho que “era un día para disfrutar a gusto del encuentro y comprobéis que se os quería mucho”. Con el célebre grito de ¡Aúpa Peñas! cerraba su intervención y todo el grupo posaba para los medios gráficos y a continuación se producían los corros, saludos e intercambios de abrazos y recuerdos entre los protagonistas de diferentes épocas, unos con más años que otros, pero todos conservando el recuerdo “de haber vivido unos años especiales” en Huesca. “Era un club y una ciudad diferentes, después de los partidos, se ganase o perdiese, nos íbamos todos a cenar y durante la temporada nos reuníamos muchas veces porque éramos como una familia”, recordaba la esposa de Jordi Puig, que después siguió a su marido por otras ciudades y reconocía que ya no había sido igual.

Las caras de alegría y de sorpresa se entremezclaban a la hora de reconocerse, porque en esa pista, que mudó de un plástico verde al posterior parqué, se vivieron momentos irrepetibles: “Tenías la confianza de que podíamos ganar a cualquiera”, reconoce Brian Jackson, que ha tenido un recuerdo para su ‘pareja’ Granger Hall. “Fue un gran jugador y gran persona”, mientras negaba que siguiera mirando el ranking de la Liga ACB, donde sigue ocupando puestos de privilegio. “Lo sé, puntos, minutos.... El Peñas fue muy importante para mí”.

El americano, uno de los mejores de la Liga ACB, aún se ha atrevido a lanzar unos tiros a canasta para demostrar que su muñeca sigue engrasada, pero desafortunadamente no se ha podido escuchar aquel famoso ‘1,2,3’ que sonaba a la vez que Granger Hall botaba el balón para lanzar tiros libres.

Un jugador que compartió cancha con los dos, Iván Pardo, se mostraba “feliz de estar aquí”, aunque él es uno de los que ha mantenido el contacto con la ciudad. “Huesca es mi segunda casa y cada año traigo a la familia porque me gusta que conozcan la ciudad y la provincia. Un día me llevaron a visitar el Peñas Center y les hice un clínic entrenamiento a mis hijos y a unos amigos”.

Algunos tienen sus grupos de wasap y mantienen una relación más fluida pero otros volvían a ver después de muchos años, como Iosu Pérez, Ángel Simón o Juan Montes, que estuvo muy pocos meses en Huesca pero no se olvida.

El eslabón de enlace entre los pioneros de aquellas primeras plantillas con muchos jugadores de casa como Luis Périz, Laliena, Lolo Rivarés, Fácil, Fau, Sanclemente, Rivarés, Alocén, Estiragués, Miguel Aso o Sistac lo han puesto los que tomaron el relevo bastantes años más tarde, como Gamero o Larry Betrán, aunque a éstos ya les tocó redoblar esfuerzos en el ‘deconstructivista’ Palacio de los Deportes.

LA AFICIÓN PEÑISTA

La afición peñista, la que vibró con las espectaculares remontadas o con las victorias históricas, la que protagonizó inolvidables desplazamientos como la ‘Marea Verde’ (nunca pierde) también ha estado representada por algunos de aquellos aficionados que formaron parte de la Peña Verde, los ‘Boinas Verdes’, Peña Pasión Verdiblanca (éstos tomaron el relevo en el Palacio de los Deportes), que con sus bombos y su peculiar redoble daban ánimos a los jugadores y al resto de la grada.

La pista se ha ido quedando vacía y en silencio, como homenaje mudo a todo lo que allí se vivió. Tampoco ha habido aquella niebla que presidía los partidos porque afortunadamente los pabellones ya son espacios sin humo, pero todavía retumbaban aquellos célebres cánticos de ¡¡¡Vais a morir!!! que coreaban los aficionados peñistas cada vez -y eran muchas- que un árbitro le hacía una jugarreta al equipo. O ese otro grito de ¡uh, uh, uh! cada vez que un americano rival hacía un mate en la canasta del Peñas y que ahora mismo también sería denunciado por Javier Tebas (su hermano fue gerente del club) al Comité de Competición o a la Comisión contra la Violencia. Eran otros tiempos y todo se veía de otro color, el verdiblanco que unía a toda la ciudad en la pista y a toda la provincia con las retransmisiones de radio.

Pero el más hermoso canto era aquel que sonaba al final del partido reclamando la vuelta de los héroes a la pista (Los toreros), con toda la grada esperando, pero que salieran de los vestuarios y darles las gracias con todo el plantel en el centro de la pista: ¡Peñas sal! , ¡Peñas sal!, ¡Peñas sal!.

La directiva que ha obrado este pequeño gran milagro ha ofrecido en los bajos de las gradas, donde estaban situados los bares, un aperitivo antes de que el grupo se trasladase a comer al Lillas Pastia. El capitán Fernando Sanclemente remataba la faena, como buen torero, y definía el sentimiento generalizado que presidió la matinal: “Ha sido un sinvivir, pero con mucha alegría”.

Y los dos bombos volvían a sonar con fuerza mientras se cerraban las puertas del Pabellón en honor de otra jornada histórica. Dentro seguro que toda la instalación había rejuvenecido y entre sus paredes, que en muchos encuentros parecía que iba a reventar por todas sus costuras de la gente que había, seguirán soñando durante muchos años con su recuerdo.

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