El proyecto del Villa de Biescas F.C. se inició ya hace más de una década no sólo con el propósito de unos padres de ofrecer a sus hijos una alternativa deportiva y de entretenimiento frente a la carencia de alternativas de ocio adecuadas y variadas, y con el compromiso de ofertar a estos mismos un proyecto que fomentara la convivencia, el sacrificio, el compañerismo y toda una serie de valores básicos en la educación. Esta mañana de sábado, disputan las finales provinciales, fruto del camino recorrido, aunque la competición no es lo esencial.
El frío, las distancias y el tiempo que estos muchachos y sus padres y madres han de invertir para acudir a cada entrenamiento (participan jugadores de diferentes localidades del Alto Gállego), la necesidad de planificar estudios y trabajos para cuadrar los horarios y las complicaciones cotidianas que ya de por sí cualquier familia padece en el medio rural no han sido óbice para que al final de un largo y nada fácil trayecto se haya logrado algo que desde luego al principio de la temporada nadie se planteó como meta, pero que el esfuerzo, el tesón y el sacrificio unidos a una enorme voluntad de superación han traído hasta este club por sí solos.
Quizá los urbanitas o quienes estén acostumbrados a vivir en ciudades y manejar ratios de población abundantes no verán en esto la importancia que realmente tiene y que desde luego ya no sólo la propia gente de Biescas o los involucrados en el mismo club , sino también en el mundo del fútbol escolar más allá de nuestra comarca valoran.
Un Club en el que además de construir un maravilloso grupo humano con un sensacional ambiente de camaradería, este sábado recoge los frutos más que merecidos de su trabajo y su constancia . Aunque a decir verdad sólo con lo recorrido ya se han cosechado.
No había un objetivo predeterminado, un puesto al que llegar o una meta que alcanzar, más allá de que los chavales se diviertan, aprendan a convivir y a esforzarse, y disfrutaran de los entrenamientos y los partidos junto a su “familia deportiva” que era a lo que aspiraba a convertirse el Villa de Biescas para todos los que forman parte de él, y sin lugar a dudas se ha conseguido.
Por mor del destino, un estupendo año y un trabajo constante y programado a la vez que realista y adecuado perfectamente a los chavales que tomaban parte en este proyecto, hasta el momento han llevado a este grupo de jóvenes a disputar la final provincial de la Copa Federación en la categoría Cadete y quién sabe hasta donde más.
Claro que el trabajo de los muchachos ha sido importante, pero yo soy de los convencidos de que para darse estos pequeños “milagros” ha de haber una concatenación de acontecimientos que sean los que desemboquen en ello.

El trabajo inimaginable de unos padres ilusionados por ver a sus hijos medrar no sólo deportivamente si no también humanamente, en este caso la aportación Aitor Santamaría y Ángela Miranda que con guante de seda han sabido compaginar y dirigir a este grupo en el que la calidad técnica o táctica nunca ha primado y en el que todos y cada uno de los componentes han gozado de los minutos y la dedicación necesaria por igual sin poner como premisa los resultados, una directiva (padres también en su totalidad) que han sufragado o buscado financiación para todos y cada uno de los gastos de este equipo (arbitrajes, seguros, licencias, desplazamientos, equipaciones…) y lo más importante de todo, una ilusión y una entrega desde el primer minuto en lo hecho, una confianza ciega por parte de todos sus integrantes de creer en el proyecto y el convencimiento de que todo esto suponía para estos jóvenes algo más que pasar un rato dándole patadas a un balón, son los verdaderos culpables de esta situación.
En la final provincial del sábado 1 de junio se acabará o no este sueño, pero eso es lo de menos. Lo realmente importante es que, a pesar de todo y de todos, en un pequeño pueblo de montaña como es Biescas, un grupo humano inigualable ha conseguido una meta que no sólo valdrá para quienes han participado en su conclusión, si no también servirá de ejemplo de que con los valores de siempre y de la mejor manera posible que hay, que no es otra que la unión de voluntades y esfuerzos, todo lo que podamos plantearnos, absolutamente todo no nos quepa la menor duda de que es realizable.