Almudena Cid, gimnasta olímpica, finalista en cuatro Juegos que representa un hito en la historia de la modalidad deportiva, ha protagonizado la primera sesión vespertina del Salón de Innovación y Emprendimiento con una deliciosa conversación con Javier García Antón, periodista de EL DIARIO DE HUESCA, en la que ha hecho un repaso a su vida deportiva y el tránsito desde su actividad competitiva y su nueva etapa en la que combina las retransmisiones deportivas, las conferencias y su actividad literaria con cuentos en las que desarrolla toda su expresividad.
Almudena, nieta de rapsoda, ha incorporado no sólo lirismo sino una gran creatividad en su discurso al exponer la vida de una gimnasta que, con seis años, se lanza a la pista y asume valores como la disciplina a la vez que admite que el sacrificio va a acompañar su vida deportiva. Esa manera de conocer el cuerpo para combatir la dificultad de mantener el bienestar porque la elasticidad, la fuerza y la búsqueda de la precisión dejan sus huellas en forma de dolor.
La gimnasta vitoriana ha revelado algunos de los secretos que le han acompañado en una ejecutoria admirable, en la que ha competido en equipo y consigo misma para obtener los mejores rendimientos, la más perfecta de las composiciones y también indagando en la búsqueda de nuevos caminos para crear movimientos propios como el Cid Tostado, una imposible composición en un spagat extendidísimo y un balón con exigencia milimétrica, a fecha de hoy siete décimas.
Conocerse a sí mismo, formarse, estudiar y desplegar transversalmente su creatividad le ha permitido superar desafíos y desengaños amorosos pero, sobre todo, asumir la integridad para dar el paso del deporte en activo a su nuevo rol en las retransmisiones deportivas, en las conferencias y en la literatura. Un camino resiliente en el que incluso, como ha mostrado en un video, ha recuperado un icono suyo que es la cinta.
Delicadamente, ha desmenuzado la simbología de todos los aparatos de gimnasia rítmica: la pelota que hay que acoger dúctilmente, las cintas que nos enseñan que no hay que dejar de mover de manera amónica todo lo que está en nuestras manos, los aros que son un universo en el que siempre estamos incitados a penetrar y las mazas que demandan la exactitud y la pulcritud para no perder su movimiento.
Finalmente, ha explicado la importancia de fortalecer la mente y el ánimo para no sucumbir ante los retos que tienen por delante las gimnastas (presentes como estaban las del Club 90), los estudiantes y en general cualquier persona que tenga impulsos emprendedores e innovadores.