Cierra la inmemorial Joyería Suiza y la calle San Orencio de Huesca queda más vacía

El autor asegura que desde que tiene memoria ha estado abierta con más de cuarenta años de trayectoria

Fernando Mompradé
14 de Enero de 2024
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Calle San Orencio en Huesca con la mítica Joyería Suiza
Calle San Orencio en Huesca con la mítica Joyería Suiza

Estos días ha cerrado la Joyería Suiza de los hermanos Bailín, primos de Carlos y Blanca Bailín. Desde que tengo memoria esa joyería ha estado abierta, levantando su verja cuarenta años. Ya cierra. Otra tienda más que cierra. 

Hace tiempo este trozo de San Orencio era un fluir constante de peatones (y de coches), con todos sus locales abiertos al público, con sus aceras barridas diariamente y sus escaparates iluminados a la tarde. Nada de eso queda.

Quedamos nosotros, la tienda de arreglos de ropa y el Madness Burger que abren para dar cenas de miércoles a domingo. 

En la esquina estuvo el bar Wilson hasta que le obligaron a cerrar por deterioro estructural del edificio, antes el bar TaBerni y antes todavía el Noray.

Enfrente recuerdo Foto Esquina, donde Alberto revelaba los carretes de 12, 24 y 36 fotos. 

A su lado otro histórico, la Joyería de Julián y sus relojes de cuco importados de Suiza.

Cuando se construyó el edificio nuevo para ser la Residencia de Estudiantes Aneto en los bajos abrieron las oficinas del Castillo de San Luis. Ahora en ese local se ha trasladado Rosa con su jefa y su tienda de arreglos de ropa, anteriormente frente a San Lorenzo.

Frente a nuestra tienda siempre hubo una Administración de Loterías, regentada por Fina Castillo que tras su jubilación fue trasladada a los Porches por su nuevo propietario.

Al lado hubo una Herboristería y posteriormente una tienda de ropa. Anexa, una tienda de menaje del hogar y anteriormente Deportes Marquina. Junto a ella, estuvo Moyde.

En el local de nuestra derecha ha habido de todo: de más reciente a más antiguo, un Sex shop, una tienda de chuches, una joyería, una tienda de corbatas y el origen que yo recuerdo es el señor Soria con sus trabajos en piel y cuero.

Y a nuestra izquierda, antes del Madness circularon un sinfín de negocios de hostelería de mayor o menor éxito: Cook Fiction, Ana Mandiles, Casa Mariano… y el Molinero.

Y en nuestro local, antes de que echasen a nuestros padres de su ubicación anterior en Padre Huesca (otra calle igual, antes con Ibarz, Risu, panaderías, fruterías…) estuvo Ciclos Alonso.

Es muy triste lo que está ocurriendo con el comercio. No sé si es evitable o inevitable. Sólo sé que nosotros luchamos como no te puedes hacer idea para adaptarnos y ser una opción válida.

Porque no es sólo comprar y vender. Son millones de conversaciones, de sonrisas, de anécdotas, desgraciadamente también de enfados.

¡Anécdotas hay para escribir un libro muy gordo! Recuerdo cuando se vino abajo el edificio de enfrente y vallaron la calle. Tuve que luchar con la Policía Local para que nos habilitasen un paso y poder vender el género que ya teníamos comprado. 

O cuando hubo un pequeño incendio en el Hostal San Marcos y lo desalojaron, cobijándose del frío todos los huéspedes en la pescadería porque todavía no habían abierto los bares.

O cuando una moto de gran cilindrada atropelló a una anciana y mi padre le puso por encima nuestros abrigos hasta que llegó la ambulancia.

O un 1 de enero por la mañana, estando la tienda cerrada, pero habiendo ido a organizar facturas, vi cómo una mujer, en estado de embriaguez, se sentaba para hacer sus necesidades en el quicio de la puerta. Le grité que no lo hiciera pero no me contestaba y se me ocurrió la desafortunada idea de abrir la puerta automática. El resultado fue que la mujer cayó de espaldas dentro de la tienda, ya que se apoyaba en el cristal, con las bragas en las rodillas…

El hecho es que antes cerraba alguien y al poco abría otro con otra idea, con otro proyecto. Ahora nadie se arriesga, nadie emprende. Todos quieren ser  funcionarios, ejecutivos o influencers. No hay gente que quiera aprender oficios y luchar con incertidumbre pero de forma autónoma.

El resultado es miles de historias y sobre todo miles de momentos de VIDA que se están perdiendo.

Y es muy, muy, muy triste.

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