Miguel Crespo Tolosana, presidente de la Federación de Polígonos Industriales de Huesca, ha apagado la luz de su tránsito por este valle de lágrimas y de alegrías justamente el día en que se cumplen 61 años desde que sus ojos atisbaran la primera luz de la vida.
Persona ejemplar, admirable, discreta y sacrificada, sus últimos tiempos han hecho coincidir la asunción de una responsabilidad con su vocación emprendedora con la prueba de un cáncer que ha topado, hasta hoy, con una veta inaccesible al desaliento para quien tenía la madera de la forja del rebelde. Es la condición de quien decide emprender por voluntad de crear sin importarle los esfuerzos.
Miguel Crespo, cuyas raíces se alojan en la pequeña población de Valsalada, aprendió de los libros en San Viator y de la vida en las calles de Huesca. Trabajador inagotable, decidió con dos socios fundar Pemicar (Pedro, Miguel y Carlos), empresa del sector de la carpintería que desde su base en el Polígono La Magantina ha amueblado miles de hogares, de locales y de compañías de toda España.
El crecimiento de Pemicar ha sido la consecuencia de la inteligencia, capacidad de proyección y compromiso de unos emprendedores que han contagiado a cientos de trabajadores, a lo largo de casi cuatro décadas, las virtudes del oficio de San José. Miguel, persona discreta y buena en el mejor sentido machadiano de la palabra, compaginaba su vida familiar con Mari Carmen y sus dos hijos con su participación en la actividad empresarial del Polígono, hasta que Ignacio Almudévar, hoy convertido en un mar de lágrimas y tristeza, le convenció para que asumiera la presidencia de la Federación de Polígonos Industriales de Huesca.
Tomó el relevo y exprimió su carácter cimentado en la verdad y de ejemplo. Un cáncer quiso doblegar su resistencia, pero Miguel demostró que se puede mantener enhiesta la fortaleza y la dignidad vital en la búsqueda de la integridad y del interés general. Su seriedad, rigor y generosidad acompañaron sus últimos tiempos en los que hacía caso omiso al dolor y a la adversidad. Este 20 de febrero de 2024, la parca se lo ha llevado para que descanse en paz quien tanto y tan bondadosamente ha trabajado por los demás. En el cielo en el que esté, entra con todos los honores a los sones de San Lorenzo. Y aquí deja un vacío que se llena con su legado de una ética irreprochable. Con Dios, Miguel.