El actor, autor literario y deportista de élite Hovik Keuchkerian ha protagonizado el arranque de la jornada de tarde del Salón de Innovación y Emprendimiento con una diferente participación en la que ha ofrecido la palabra al público, "si no cojo el coche y me voy".
"Tengo mis valores, mi vida, mi recorrido", ha afirmado; "mientras no pensemos que los míos están por encima de los tuyos y que los tuyos estén por encima de los míos, vamos a la extinción". Ha sido crítico con el mundo del "yo, yo, yo". "Yo soy muy pesimista, el mundo wonderful para ti", y ha aludido a las contradicciones entre las prohibiciones de la gasolina "mientras 850 aviones pasan por encima de mí cada momento".
Keuchkerian ha tirado de provocación y transgresión exponiendo su experiencia vital desde que su padre le obligara a trabajar en un restaurante, y sus diferentes peldaños: "Cuando pierdo la pasión por algo, lo suelto". Boxeador, luego dos años "borracho perdido", "cuando abandonas un sueño, la putada gorda es qué haces con el día que viene, porque es muy largo. Cuando abandonas tu sueño, tienes una oquedad vital terrible".
Cuando se subió al escenario, "me encontré muy a gusto. Hice un monólogo de hora y 35, y me di cuenta de que me apetecía. Me ficharon en Paramount y la pasión que tenía por el boxeo se pasó al escenario. Se transformaba la pasión en trabajo de ensayar y actuar, ensayar y actuar". "no hubiera sido ese cómico si no hubiera estado como un cabrón entrenando en el boxeo", ha añadido. Conclusión: hay que entrenar.
El armenio-libanés ha explicado que empezó a hacer artes marciales tailandesas y luego boxeo al lesionarse el tobillo y no poder jugar a baloncesto. "Cuando algo me da miedo, voy. Y boxear me daba mucho miedo, y lo hice en 26 ocasiones hasta que el miedo estuvo controlado. No sería la misma persona ni el mismo actor si no hubiera boxeado diez años".

Ha asumido que no es coherente. "Depende del día. En un Hovik normal, tranquilo, a 65 pulsaciones, el Hovik pasional dice que merece la pena no morderse la lengua. El racional, el lógico, el consciente, el que responde en vez de reaccionar, te diría que no. Rendirse es un acto de valentía brutal. No porque siempre digas lo que pienses eres mejor ni van a cambiar las cosas". "Lo único que está en tu mano es cambiar tú por dentro, pero estamos tan expuestos a todo lo que viene del exterior que es muy complicado". Y final: "Me compensa decir lo que me sale de los cojones siempre".
En una sesión hilarante repleta de exabruptos, ha expuesto su pensamiento sobre la juventud. "La de aquí es una y la de Pakistán otra. Hay los que están con el móvil, pero también los que están híper mega capacitados". "Yo creo que a la gente joven de hoy, en vez de echarles tanta mierda encima, tenéis que entender tantas cosas tan pronto...", ha agregado, mientras anteriormente había menos estímulos. "Ahora lo que hacen en mi opinión es compararse con cómo son los demás, pero con todo el mundo entero. El proceso no te ha contado nadie. Vamos a resultado una vez más".
Ha respondido y conversado sobre sus papeles cinematográficos y sobre su rol de poeta, combinadas estas cuestiones con experiencias y anécdotas incluso familiares. Pero trufaba con perlas hiperbólicas con asuntos como la conexión con los jóvenes, "hay que entender que en la educación trabajamos todos y la educación básica se va moldeando y construyendo identidad propia y no va a ocurrir si no hay pensamiento crítico, si no entendemos que todos estamos involucrados".