Los guarnicioneros eran artesanos admirados. Sus paisanos les veían siempre en sus sillas manejando con destreza los cueros u otros materiales extremadamente duros para sus instrumentos. Hacían inservible el aforismo de que más vale maña que fuerza. Se requerían maña y fuerza para penetrar y enlazar delicada pero firmemente los correajes de las caballerías, las maletas y los bolsos, todos aquellos productos que habían de ser resistentes. Esa, precisamente, es su cualidad, la resistencia. La que ha llevado a "Ramoner", Ángel Royo, a recibir el reconocimiento de Monegros Empresarial por su trayectoria artesanal y comercial, que, en realidad, fue concebida y arrancada por su padre (Ramón Royo, nacido en Juneda, Lérida) en el 1918 de la gripe española y el final de la primera gran guerra planetaria. Ángel tomaría precisamente de su progenitor los conocimientos y la voluntad de perpetuar el oficio, transformado en décadas posteriores hasta el punto de que, con su mujer Antonieta, Ángel se reconvirtió con el cuero, zapatos, tapicerías y venta de bolsos, marroquinería y juguetes. De Ángel a Ángel, su hijo asumió el reto de tan difícil relevo para regentar la tienda y combinar este cometido por su prolífico recorrido por los campos de fútbol como jugador y entrenador. Por algo su amigo Antonio Torres siempre sostenía con admiración que era "la persona que mejor veía el fútbol del mundo".
Esta noche del viernes, dentro de la programación de Estepárea, María Jesús Laguna estaba exultante porque entregaba el maravilloso trofeo de Pedro Ania a una persona a la que ha admirado desde niña. Hoy le quiere desde la plataforma del recuerdo. Y Ángel y Ángel, que vieron embelesados el video retrospectivo y actual de la ejecutoria de Casa Ramoner, agradecían el premio. Y Ángel padre exhibía una agilidad mental fantástica para rememorar su accidente de cervicales y reconocer que la fachada de su ser está bien apañada pero hay alguna gotera interna. Lo normal en un octogenario ya avanzado. Y los empresarios congregados escuchaban con atención sus explicaciones, la normalidad con la que afrontó el final de la etapa de guarnicionero como tal, y los muchos años de relación con los sariñenenses, como exponía su hijo en la alocución de gratitud. Y, una vez recogida la M de la pieza artística, la magia de la justicia se enseñoreó del refectorio del Restaurante Monegros.
Era, como marca la tradición, la parte emotiva de unas Jornadas Empresariales que cumplen 15 años, presentes en la sala las autoridades: el alcalde, Juan Escalzo, la subdelegada del Gobierno, Silvia Salazar, la delegada territorial de la DGA, Carmen Luesma, el presidente de la Comarca, Armando Sanjuán, el presidente de Ceos-Cepyme Huesca, José Fernando Luna, y otros representantes municipales, de la Cámara de Comercio y de organizaciones empresariales. Y presentes los dos predecesores de María Jesús, Lorena Canales y Juan José Escanero.
María Jesús Laguna había aludido a los difíciles momentos por la coyuntura internacional, por la infernal guerra en Ucrania, pero la asociación no para de programar campañas de apoyo al comercio. En los pueblos el servicio es muy necesario y tenemos que ser conscientes de ello, no esperemos a perderlo, y como siempre con el apoyo del Ayuntamiento de Sariñena”. Ha aludido a los desafíos pendientes, “la creación de empleo estamos sin empleados, una queja reiterada”. Y la satisfacción por entrar en programa de Estepárea, “un vivero de semillas del emprendimiento desde el colegio y los institutos y la Comarca es pionera en apostar por fórmulas que ayuden a nuestros jóvenes a quedarse”.
FOODIBEV, UN PRODIGIO DE EXPLORACIÓN DE LOS MERCADOS
La palabra siempre se ha apoderado del escenario previamente a la cena con preclaros oradores empresariales. Esta noche ha sido Sara Luna, directora comercial de Foodibev, una empresa que nació con la entrevista de trabajo que le hizo su inminente jefe en su casa y que ha crecido extraordinaramente con la creación, promoción y venta de bebidas y productos alimenticios con una veintena de marcas distribuidas por cien países, entre ellos cuarenta a nivel mundial.
Foodiveb, integrada con su otra alma -Vidum- en el grupo Nanumea Colned, ha avanzado durante 18 años con una extraordinaria versatilidad para diseñar y comercializar productos propios y también para distribuir otros de terceros. Le sirven como proveedores decenas y decenas de fabricantes que elaboran las fórmulas concebidas por esta empresa y que posteriormente son enviadas a mercados formales e informales que concentran un 85 % del consumo de su catálogo en África.
Sara Luna ha explicado la evolución de la empresa que arranca en 2003 con la irrupción en mercados caribeños y la incorporación paulatina de referencias: Magic Sparkling, Salina (un vino español), Mulik, Exo (bebida con vodka) y la joya de la corona, Double Seven, con más de cien millones de latas y liderazgo en países como Mali y Guinea Bissau.
De su origen doméstico en el salón de la casa al jefe y la posterior línea ascendente se deriva su eslogan, "Del salón al mundo". ¿Cómo eligieron su primer destino y los posteriores? "Vamos donde no va nadie", explica Sara Luna. Y constatan que la idea funciona, y que entran nuevos mercados difícilmente pensados por otras grandes compañías. Y preparan un catálogo atractivo con productos adaptados a la legislación local, con servicios de venta y posventa, hasta abrazar la experiencia y proyectar un prestigio. En 2004 dan el salto a África, cuando la mayoría de empresas exportadoras enfocaban hacia asia. Sus referencias se ven ya en Anuga de Colonia y Sial de París, gigantescas ferias de la alimentación y las bebidas. En 2007 lanzan la primera marca propia, Wow. Y Double Seven ("el doble de cosas, 7 días a la semana) es la eclosión, sobre todo en 2020 y 2021 en que se disparan las ventas, fenómeno que Sara achaca al marketing digital con coste inferior por impacto y posibilidad de segmentación.
Foodiveb se sale de la tradicional atribución de las bebidas energéticas a gimnasios y deporte e introduce sus conceptos para el humor, la música y la cultura urbana, impregnándose a través de colaboraciones con los valores de cada país, utilizando los juegos para adaptarse a los mercados, preparados para una comunicación de crisis si fuera menester, con un servicio constante al cliente, con fiabilidad para los proveedores, con exigencia y cooperación con los fabricantes. Y, sobre todo, con un equipo profesional implicado. Y, claro, antes de cenar, esta sinfonía suena tan bien que, antes de decir "que aproveche", todos exclaman: "¡Wow!"