Aprobado el estudio informativo del tramo Huesca-Canfranc
Es 18 de julio de 1928. Después del desastre del 98, de la peste y de la guerra mundial, necesitamos alegrías. En lontananza, los canfranqueses atisban la vertiginosa aproximación de los vagones reales.
Don Alfonso XIII, distinguido y hierático, se baja y saluda. Hoy es un gran día. Le acompaña don Miguel Primo de Rivera, presidente del gobierno, el de la dictadura. De la otra vertiente de la cordillera, emerge Gaston Doumergue y su cohorte.
El porte de “la Estación de los Arañones” hace el resto. Dicen que tiene aires alemanes, que es una preciosa joya que emula a la de Baden-Baden. Y, sin embargo, es tan especial, tan singular…
Se saludan los jefes de Estado y recorren, a pie y en ferrocarril, el hermoso pueblo, el imponente paisaje. Se sientan a la mesa. El Lardhy, el Palace y el Ritz ponen manteles de hilo y, sobre ella, los raíles de la exquisitez. Y el champán francés.
Mucho por lo que brindar. Como escribe EL DIARIO DE HUESCA aquel día, se abren las rutas de la civilización y el progreso.
La Estación Internacional de Canfranc susurra para que le escuchen los ávidos de historias y de leyendas. Porque las palabras se las lleva el viento, hasta el dron llegan efluvios de celuloide.
Películas de mercancías y de oro nazi arrebatado a los judíos (1942-1945). Uniformes de la Gestapo y de la SS. Se mezclan las lenguas alemana, la romanche suiza, española, portuguesa…
El wolframio para los tanques de Hitler hace su parada desde Galicia destino Hitler. Oro y opio, la opulencia frente a la tristeza.
Los canfranqueses, atónitos y precavidos, en uno de los bares del pueblo. En otro, los oficiales germanos y las élites temerosas y complacientes. Y el negocio de ultramarinos.
Huesca-Canfranc-Pau. La vida discurre, la guerra queda atrás, el ruido de las bombas deja paso al silencio de las montañas. La Estación sigue hablando.
Sólo le escuchan los curiosos. Los que saben soñar al lado de nuestro dron nubes de algodón. Los que elevan la vida a una simbiosis entre la imaginación y realidad.
¿Acaso la imaginación no es realidad? Allí abajo vemos las aduanas. Las historias y los mitos de miles y miles de viajeros. Entusiasmado por la grandeza arquitectónica que, aquí arriba, se antoja perfecta.
Canfranc14
Hoy, la Estación vuelve a lucir. Hoy La Venta del Sotón recrea el menú de 1928 del Lardhy, el Palace y el Ritz. Vino Canfranero nos sabe mejor que el champán.
Hay ambiente de época. Un compromiso con las rutas de la civilización y del progreso. Reyes y presidentes, ciudadanía y desarrollo.
Y, sin embargo, nuestra existencia necesita leyendas. El dron da fe. Cada domingo, una… o las que hagan falta. A vista de ese pájaro con ojo avizor.
Aprobado el estudio informativo del tramo Huesca-Canfranc
Es 18 de julio de 1928. Después del desastre del 98, de la peste y de la guerra mundial, necesitamos alegrías. En lontananza, los canfranqueses atisban la vertiginosa aproximación de los vagones reales.
Don Alfonso XIII, distinguido y hierático, se baja y saluda. Hoy es un gran día. Le acompaña don Miguel Primo de Rivera, presidente del gobierno, el de la dictadura. De la otra vertiente de la cordillera, emerge Gaston Doumergue y su cohorte.
El porte de “la Estación de los Arañones” hace el resto. Dicen que tiene aires alemanes, que es una preciosa joya que emula a la de Baden-Baden. Y, sin embargo, es tan especial, tan singular…
Se saludan los jefes de Estado y recorren, a pie y en ferrocarril, el hermoso pueblo, el imponente paisaje. Se sientan a la mesa. El Lardhy, el Palace y el Ritz ponen manteles de hilo y, sobre ella, los raíles de la exquisitez. Y el champán francés.
Mucho por lo que brindar. Como escribe EL DIARIO DE HUESCA aquel día, se abren las rutas de la civilización y el progreso.
La Estación Internacional de Canfranc susurra para que le escuchen los ávidos de historias y de leyendas. Porque las palabras se las lleva el viento, hasta el dron llegan efluvios de celuloide.
Películas de mercancías y de oro nazi arrebatado a los judíos (1942-1945). Uniformes de la Gestapo y de la SS. Se mezclan las lenguas alemana, la romanche suiza, española, portuguesa…
El wolframio para los tanques de Hitler hace su parada desde Galicia destino Hitler. Oro y opio, la opulencia frente a la tristeza.
Los canfranqueses, atónitos y precavidos, en uno de los bares del pueblo. En otro, los oficiales germanos y las élites temerosas y complacientes. Y el negocio de ultramarinos.
Huesca-Canfranc-Pau. La vida discurre, la guerra queda atrás, el ruido de las bombas deja paso al silencio de las montañas. La Estación sigue hablando.
Sólo le escuchan los curiosos. Los que saben soñar al lado de nuestro dron nubes de algodón. Los que elevan la vida a una simbiosis entre la imaginación y realidad.
¿Acaso la imaginación no es realidad? Allí abajo vemos las aduanas. Las historias y los mitos de miles y miles de viajeros. Entusiasmado por la grandeza arquitectónica que, aquí arriba, se antoja perfecta.
Canfranc14
Hoy, la Estación vuelve a lucir. Hoy La Venta del Sotón recrea el menú de 1928 del Lardhy, el Palace y el Ritz. Vino Canfranero nos sabe mejor que el champán.
Hay ambiente de época. Un compromiso con las rutas de la civilización y del progreso. Reyes y presidentes, ciudadanía y desarrollo.