La Asociación de Empresarios de Comercio y Servicios de Huesca ha querido rendir este año un especial homenaje a La Casa del Pintor, un negocio familiar que representa a la perfección los valores que definen al pequeño comercio local: creatividad, constancia y capacidad de adaptación.
El reconocimiento se entregará durante la Fiesta del Comercio, que tendrá lugar en la Plaza Luis López Allué, en la mañana del próximo 11 de agosto, en el marco de las Fiestas de San Lorenzo. Esta cita anual sirve para poner en valor la importancia del comercio de proximidad y su contribución a la vida social y económica de Huesca.
La familia Nogués, con Cristóbal padre y sus hijos Nati y Cristóbal, encarna además la esencia del relevo generacional y la vocación por un oficio que ha sabido evolucionar con los tiempos sin perder su identidad. "Nos hace muchísima ilusión este reconocimiento, principalmente por nuestro padre", coinciden Nati y Cristóbal.
Desde sus humildes comienzos a principios de los años 70 hasta convertirse en un referente en el sector, La Casa del Pintor ha forjado una historia marcada por la innovación, el esfuerzo y la pasión.
Comenzó su andadura bajo el nombre de Armonicolor, enfocándose inicialmente en la pintura de viviendas y obras en la provincia de Huesca. En 1973 se inauguró oficialmente la tienda, aunque desde 1971 ya se realizaban gestiones y ventas que marcaron el inicio del negocio. Desde sus comienzos, se decidió abarcar tanto la pintura industrial como la artística, atendiendo a una creciente afición local por las artes plásticas y ampliando el surtido para incluir materiales específicos para pintores.
Durante la década de los 80, La Casa del Pintor expandió sus actividades con la apertura de la Escuela Niágara 13 en 1982, ubicada en el Barrio del Perpetuo Socorro. Este centro ofrecía clases de artes plásticas para niños y adultos, fomentando la pintura tanto en talleres como al aire libre por la ciudad de Huesca. Además, la empresa desarrolló su propia fabricación de pintura plástica y al agua, combinando la parte comercial con la producción y formación artística.
A partir de los años 90 y hasta finales de la década, La Casa del Pintor consolidó su presencia unificando la tienda, la escuela y la fábrica en un único local emblemático situado en la calle Manuel Bescós tras una importante ampliación en 1997. Esta unificación permitió contar con un espacio más amplio que incluyó taller de enmarcación y sala de exposiciones. A lo largo de los años, el negocio ha mantenido un equilibrio entre la tradición, la innovación y el compromiso con su clientela.
El relevo generacional siempre ha sido un aspecto esencial para asegurar la continuidad de este proyecto familiar. Aunque en un principio la incorporación a la empresa no fue una decisión evidente, hoy se ha convertido en una vocación compartida plenamente asumida.
Nati, la hermana mayor, estudió empresariales animada por su padre, quien posteriormente le pidió que permaneciera para colaborar en la empresa familiar. Renunció a su sueño de ser farmacéutica para aceptar las firmes convicciones paternas, una decisión de la que no se arrepiente.
Por su parte, Cristóbal manifestó desde muy joven un interés natural por el trabajo artesanal del taller. Le fascinaba la destreza de su abuelo paterno con la madera y, con apenas 16 años, comenzó a colaborar durante los veranos, momento en el que descubrió que su verdadera vocación estaba ligada a este arte. “Hasta hoy disfruto del trabajo artesanal, especialmente en todo lo relacionado con la enmarcación, que sigue siendo una de nuestras señas de identidad”, comenta.
Dentro de la empresa familiar, cada miembro desempeña diversas funciones: ventas, formación, producción... No obstante, la pasión por el trabajo manual ha sido siempre más intensa, sobre todo entre sus hijos, quienes “han heredado el respeto por la obra y la atención al detalle”, según afirma Cristóbal padre.
Los tres comentan la transformación que ha experimentado el comercio y las dificultades que los nuevos tiempos les obligan a salvar: más comercios del sector y grandes superficies que incrmentan la competencia, el consumo online y una burocracia interminable. Actualmente, los trámites, las licencias y la constante actualización normativa representan un problema adiciona.
Sin duda, la rentabilidad es el aspecto más complejo. Mantener un comercio tradicional basado en la cercanía y atención personalizada resulta cada vez más complicado en un entorno donde la inmediatez y el precio marcan la pauta. A pesar de ello, la satisfacción de escuchar al cliente, comprender sus necesidades y ofrecer soluciones sigue siendo el motivo por el que abren cada día. Se sienten orgullosos de acompañar a quienes confían en su criterio, guiar sus proyectos y orientarlos hacia el mejor resultado.
Ese concepto de comercio “romántico”, como comenta Cristóbal Nogués hijo, se traduce en un trato cercano y personalizado, donde el servicio va más allá de una simple venta. “Si no encontramos una solución inmediata, buscamos alternativas hasta hallar la opción ideal. Esa dedicación es lo que realmente marca la diferencia".
A lo largo de los años han aprendido a escuchar, no solo para resolver reclamaciones, sino para anticiparse a las demandas de quienes acuden a su establecimiento. Permanecer vigentes en un entorno en constante cambio requiere capacidad de adaptación e innovación. No basta con seguir las tendencias; es necesario adelantarse a ellas. Por ello, en su momento incorporaron tecnología avanzada, como el mayor plotter de impresión digital de Aragón, para responder a la creciente demanda.
Años antes, detectaron la carencia de espacios culturales en Huesca y abrieron una sala específica dedicada a Bellas Artes. Posteriormente, esa sala evolucionó hacia un aula infantil, contribuyendo a la conciliación familiar mediante la enseñanza artística a las nuevas generaciones.
La rutina no tiene cabida en un entorno donde convergen la artesanía, la restauración, la educación y la innovación. Cristóbal, por ejemplo, ha impartido cursos de restauración y el equipo continúa ampliando sus conocimientos en áreas como la construcción de instrumentos musicales, una disciplina que han integrado también en el taller.
Lo que los mantiene firmes es la inquietud por hacer las cosas bien, por ofrecer siempre algo nuevo y por seguir aprendiendo.