Las cuatro estaciones de Santa Cecilia, folclore a fuego lento y aromas puros

El Paseo Carlos Vidal del Parque abarrotado de público ha vivido cien minutos de jota y de cultura, de enseñanzas de vida por el otoño, invierno, primavera y el verano

13 de Agosto de 2023
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Las cuatro estaciones de la Agrupación Santa Cecilia, actuación en San Lorenzo

El tránsito entre el día y la noche crea la atmósfera precisa, impregnada entre el misticismo y la magia, para envolver a los cientos de presentes que cubren las sillas y aguantan cien minutos de pie con las lecciones de vida y de cultura a través del folclore. La Agrupación Santa Cecilia ha protagonizado su propia versión de Las Cuatro Estaciones, nada inspiradas en Vivaldi, tan sólo coincidentes en el título pero con un similar significado en el canto que representa al universo y a nuestras raíces más íntimas. El Paseo Carlos Vidal ha recorrido, entre aplausos entusiastas y a la vez serenos, los tránsitos del otoño al invierno, y a la primavera y al verano con los usos de nuestros pueblos y de nuestros ancestros, en un concierto hermoso para convertir San Lorenzo en una expresión de belleza.

Jara Expósito no presenta. Es una hilandera de la conducción del acto, con esa naturalidad que, en su sencillez, desborda y atrae. Se mimetiza con el ambiente de cada momento y, así, cambia su indumentaria como modelo que es, no de pasarela sino de mujer altoaragonesa, talentosa, simpática y comprometida. Y así ha explicado que 70 cecilios que representan la existencia, desde los más veteranos a los más jóvenes y todos bajo la atenta mirada de Paco Bescós, van a invitar a todos una reflexión sobre la fugacidad del tiempo que, precisamente, demanda adaptación del folclore.

En el otoño, el atardecer de la vida, antaño se vivía en plenitud, la que manifiesta la Jota del Santo Cristo que fue salvación en la peste. Lorien interpreta "Lloran las hojas de otoño" y Toño y el coro emulan a la Ronda de Boltaña con su Luz de Otoño. Es tiempo de recogimiento y de disfrute (Celebramos siempre aquí, con Gema y María José), de vendimia ("Las uvas de tu parrica con José Antonio). Los gaiteros se apoderan de la escena y mueven el ritmo del cuadro de baile con Alacay, a la sazón nombre de la revista de cultura tradicional aragonesa de Santa Cecilia, los pañuelos dibujando piruetas armónicas en el aire. "Los árboles de mi calle" con Olivia y Que en otoño arrastra el aire con Lorena cierran el ciclo.

Y emergen los rigores invernales. Tiempo de recogimiento, de abuelos y nietos, con una hermosísima "Canción de cuna a María" con la niña Monaj balanceando el caballito en medio de los yayos orgullosos (Laura y Víctor) y deseosos de que nunca les olviden. Úrbez interpreta "En noviembre la castaña". Y llega la reconfortante Matanza del tocino con César y Santiago, el baile de las Oliversas, y Gerardo entona "Pisando la nieve fría", y Laura y Rosana "Rosa de invierno". Romario, Antonio Pertusa, pone su poderío para encender las Hogueras. Y un "lujo" de la agrupación, los percusionistas y los niños, ponen el broche del final del invierno con "Zien panderos y Tu pañuelo y el mío".

Los días del invierno, crudos y oscuros, levantan la mirada cuando brota la primavera, que no es que sea una estación demasiado prolongada en el tiempo en nuestra tierra, como explica Jara Expósito. Llega y, prácticamente se va. Pero deja escenas de romerías y de danzantes, y con ellos de reencuentros. Es hora del Dance de Arcos de Tauste y de las Enramadas, rondaderas picantonas de los hombres y luego la Jota Rápida de las mujeres. Y, puestos a preparar la celebración, el Canto de Bodega Veremundo, divertido y genial hasta el punto justo en el que no se puede perder la lucidez.

Ya está el verano. Víctor te reclama: "Asómate a la ventana". Y Aída pone los pelos de punta con "Se oye cantar a una moza". Ahora viene el Alindango, el lavadero de cualquier pueblo de la provincia de Huesca, y viene Inés y remueve las alas prodigiosa con el Juicio Oral en tono portentoso.

Ochenta minutos después del comienzo de la actuación, Jara pone a prueba al público, que no ha movido ni una pestaña. Si acaso, se han incorporado más espectadores, todos de pie. Y todos convierten la Polka de la Viella en un repaso a la actualidad de Huesca, a la nueva alcaldesa "asomadica al balcón" durante el cohete, a las primeras danzantes, al carril bici, a las tormentas que abruptamente han sucedido a la sequía...

Llega el colofón, que nunca es original. El broche de oro no admite disputas. Está elegido desde siempre y siempre quedará enmarcado. Es la Jota de San Lorenzo, interpretada entre pasos enlazados por la armonía y voces bravías en tono de oración, de respeto y de aclamación. Es el final. Por cien minutos ha transcurrido la vida de la Huesca de las diez comarcas y los cientos de pueblos a lo largo de las cuatro estaciones. No cabe un alfiler más de identidad. Ni de amor a la tierra. La retirada es jubilosa y feliz. Gritar Viva San Lorenzo y Viva Huesca es más que una proclama, es un contrato vital. Pues eso, que vivan.

 

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