"Adiós San Lorenzo, adiós/ las peñas están aquí/ nosotros también sentimos/ que hoy la fiesta llegue a su fin". Las fiestas de Huesca están repletas de paradojas que enriquecen la experiencia de miles y miles de oscenses, de decenas de miles de foranos. Los que resisten, acuden a la Basílica para dar gracias al patrón, para expresarle su veneración, para compartir el acto más nostálgico y uno de los más hermosos de las vivencias laurentinas. En esta ocasión, un cuarto de hora antes por el adelanto de la traca por la emergencia de prevención de incendios.
Las pañoletas individuales se acompasan al ritmo del canto y, fusionándose con las gargantas, entonan este hermoso hasta siempre a nuestro diácono, a nuestro mártir, a nuestro santo, al mejor representante de los valores no sólo cristianos, sino profundamente humanos. Y los acordes, transformados en oración, se balancean de lado a lado, armónicamente, mientras la Huesca nocturna se torna poética de los líricos versos de Angel Orós y Darío Esparza, 37 años ya, toda una tradición.
Hay mucho de plegaria en una de las noches más bellas y melancólicas del año en Huesca. Con los vaivenes acompasados de los peñistas de todas las peñas, de los oscenses de todos los barrios y de los visitantes de cualquier parte del mundo, se tranforma el sentido hacia el agradecimiento por haber vivido unas fiestas fantásticas y con deseo de caminar paso a paso, día a día, hacia otras fiestas de San Lorenzo, sin ningún género de dudas a fecha de hoy las mejores del mundo mundial-
Con el rabillo del ojo paladeando en la visualización de nuestros recuerdos de siete días los grandes momentos disfrutados, la otra parte de la mirada enfoca hacia 2026, hacia ese 9 de agosto, hacia ese Saludo al Santo, hacia el cohete, hacia los Danzantes. Porque de la ilusión laurentina se puede nutrir el espíritu oscense durante todo el año. Se hará más o menos largo, pero en el milagro de San Lorenzo se sella una convicción: llegar, llega. Y por este convencimiento, podemos afirmar en esta canción triste la promesa de una felicidad que se marca paso a paso, día a día, y con una meta garantizada: "Adiós San Lorenzo, adiós/ las peñas están aquí/ nosotros también sentimos/ que hoy la fiesta llegue a su fin". Que viva San Lorenzo 2026.