6.00 de la mañana. Suena el despertador, ese infierno que todos los días me saca de los brazos de Morfeo, y además una hora antes. Pero hoy es distinto, el ring-ring huele a albahaca y mi cerebro intuye el choque de espadas y palos como descarga de adrenalina en mi cuerpo.
Mi habitual mala cara del alba hoy se torna en sonrisa del alma; hoy es San Lorenzo y hay que agradecer este año al Patrón acompañándole en su paseo anual por las calles oscenses.
Vamos allá, las estameñas, paño y seda nos esperan. Podríamos habernos vestido con cualquier atuendo de la indumentaria aragonesa, pero el día 10 nos encanta vestirnos como se hacía en Huesca hace 150 años. Ya decía Ortega y Gasset que la indumentaria tradicional eran aquellas ropas que vestían las clases populares desde finales del siglo XVIII hasta inicios del XX. Y aunque las clases populares no solían vestir ricos mantones, hoy es el día de lucirnos y vestiremos como el pueblo el día de fiesta, con sus mejores galas.
Me retiro bien el pelo, sin una greña ni media, moño bajo, bien prieto y poco abultado, que para eso las mujeres hasta dormían con él. Pongo medias claras, hoy zapatos, camisa de cáñamo interior. No pongo calzones, que eso vino después, en el siglo XX. Enagua y refajo es imprescindible para lucir bien la saya de seda que enseñará ligeramente los tobillos. Que quiero que luzca más, pues a añadir enaguas y refajos. Jubón oscuro, que la camisa blanca es ropa interior; sobre él un mantón bien cuadrado y cerrado al cuello, que no se intuya ni un poco el escote, que soy casada y recatada. Los flecos del mantón como largo a la altura de la saya, tengo que tener cuidado, que no escoben las calles oscenses. Unos pendientes y para la procesión, cabeza cubierta con mantilla de paño o seda, o en épocas más modernas hasta con mantilla de terno.
Por lo menos no invertiré tiempo en el maquillaje, que antes no había, unos pizquetes en las mejillas y tirando, con el orgullo que llevo no necesito aderezos.
Mientras me visto el padre de la casa ya se ha colocado sus medias azules y alpargatas de vetas, zaragüey (calzón) blanco de semihilo y los calzones de paño marrón sobre ellos. Como siempre ha puesto la camisa después del pantalón y hay que volver a empezar… Camisa por dentro de los calzones….cuándo lo aprenderá. Sobre ello el chaleco de seda que encontramos en el granero y que la tía quería tirar, ¡menudo tesoro!. Faja oscura y sobre todo esto la chaqueta de paño marrón con coderas bien majas en negro.
—Mariiii, ¿el nudo del pañuelo a qué lado es?
—Da igual, ya lo sabes, pero no te pongas aún la chaqueta ni el sombrero que tienes que ayudarme con los niños. Y recuerda que el sombrero lo quitaremos para la procesión, es de respeto para el hombre llevar la cabeza descubierta y para la mujer cubierta mientras nuestro Patrón esté en la calle.
Lorién y Marina ya están casi vestidos, tienen 7 y 6 años, ya visten como los mayores, eso sí, a los dos les pongo alpargatas. Aunque ahora me pilláis haciéndole a la pequeñota dos trenzas para unirlas en lo alto de la cabeza con un lazo bien colorido.
El de dos años es especial. Aún no ha controlado lo del pis, así que pondremos culero y encima una bateta que hemos hecho en una tela de algodón con un par de amuletos de protección prendidos a la espalda.
Ramo de albahaca en la mano, y dejaremos en el vaciabolsillos de la entrada lo que no se debe ver en la indumentaria tradicional: escotes, tabaco, gafas de sol, flequillos, bolsos…..¿y el móvil, las llaves y algo de dinero???. Menos mal que en la enagua interior llevo faldriquera donde podré guardar todo lo que precise, junto con un par de imperdibles que siempre solucionan cualquier desaguisado.
Con todo esto, ramo de albahaca y el corazón lleno de felicidad, vamos una familia plena a las puertas de San Lorenzo a agradecer que este año no falta nadie y a pedirle lo mismo para un año más.