Quizás por atender la explicación del alma de Elenco, un cronista de su actuación en el Paseo Carlos Vidal del Parque Miguel Servet se vea obligado a comenzar por el final. No en vano, había relatado que el grupo es tradición y es innovación, es escuela y es superación, es arraigo sin límites a la tierra. El hermosísimo tributo que había rendido en dualidades a Huesca y a Aragón, a San Lorenzo principalmente pero con esplendidez a la Virgen del Pilar, a la música y nuclearmente a la jota, concluía con otra: la delicadeza y la bravura para brindar al abundantísimo público un colofón inmejorable para el Día Grande del mártir que 1800 años antes había dejado la mayor expresión de grandeza de nuestra tierra allí en Roma.
Flotaban las bailadoras y los bailadores sobre el escenario al son del vals de las cintas compuesto por Emilio Gutiérrez para nuestros Danzantes. Sin solución de continuidad, con el único hilo de los aplausos, transición armónica al Himno de San Lorenzo, ese que este cronista no se ha cansado de escuchar antes y durante estas fiestas. De la Coral Oscense y el Coro Ars Musicae a los cantadores de Elenco, con tono de oración sublime. Y de ahí al Dance de Espadas, enérgico y elegante. maravilloso, para concluir con una despedida briosa, para sublimar una actuación profundamente emocional y a la vez intimista, que dejaba esa sensación de singularidad, de haber gozado de una oportunidad única, de haber recibido cada uno un regalo exclusivo.
Porque subvertir el orden ha de ser una excepcionalidad que ha de retornar a su narración cronológica, conviene volver al origen, esa tarde-noche tórrida en el Miguel Servet en el que los bancos quedaron cortos para el interés que suscita Elenco. Para ser la cosecha de tan buena escuela, quienes siembran los frutos han de ser buenos profesores y los grandes maestros saben dominar los tiempos y las emociones. Quizás por eso en el arranque sonaba la Jota de la Dolores, que es un vitamínico excepcional para los amantes de la jota y de Aragón:
"Aragón la más airosa,
es de España y sus naciones,
Aragón, la más airosa,
porque aquí te sopla el viento
y aquí se canta la jota
y es de España y sus naciones".
Por eso cantamos los de Aragón cuando enamoramos tan dulce son. Ya estaba lanzado el concierto, que ha sido un rosario de bailes y de cantos en torno a San Lorenzo, a Aragón y, sobre todo, a lo que nos ocupa, no en vano el titular del recital era "Por la senda de la jota". P'a querer hay que querer y dos cosas hay en el mundo, el cariño de una madre y la jota de Aragón. Una tarta metafórica de 30 velas, los años que cumple Elenco, era degustada por todos, en comunión, bajo los sones de esa espléndida rondalla que dirige Javier Badules. Un testimonial sonoro ha revelado la casa que es la escuela, con el orgullo desde una niña de 5 años hasta la más longeva de la causa, Rosa, con sus 89 años. ¡Con los sones de la jota qué bien se sabe bailar!
Javier Cao llevaba a la palabra el sentimiento de Elenco, no en vano porta el doble alma de jotero y periodista. Aseguraba que "es un auténtico placer siempre estar sobre este escenario el Día Grande de San Lorenzo". Y más porque confluía tal privilegio con los 1.800 años del nacimiento del patrón y porque cierra la celebración de los 30 años de Elenco que tuvieron su anterior acontecimiento central en el Palacio de Congresos. Ha expresado certeramente el alma poliédrica del grupo: la esencia es el respeto y cuidado de la tradición sin miedo a innovar. "Todo eso y mucho más es Elenco. Un grupo que se nutre de una Escuela que ya cosecha importantes triunfos". Sin fronteras en el arte, la mejor expresión era una bellísima pieza bailada con todos los intérpretes de negro con cintos de distintos cromatismos.
El movimiento se demuestra andando y el ingenio se imponía en una exhibición de orgullo aragonés en un cursillo para foranos con expresiones propias como quió, mastuerzo, caramuello, boira, escobar, tajador, rusiente o chipiao. La sonrisa se había apoderado de la noche en respuesta a las talentosas voces menudas, que menudas voces.
No puede faltar el homenaje a los que se han ido a la diáspora, siempre por el bien de Huesca. Ahí estaba Javier Badules, el alma, para poner con su inconmensurable y hermoso chorro de voz el sentimiento. "Cuando un oscense se marcha/ dejando su tierra hermosa/ Cuando un oscense se marcha/ a Huesca jamás olvida/ se la lleva en el alma/Cada 10 de agosto con pasión recuerda/ aromas de albahaca y verde pañoleta/ Viva San Lorenzo, dice en soledad/ Y luego flojito se pone a cantar jotas al patrón que le hacen llorar". En ese momento las lágrimas se desprendían de los rostros agradecidos de los espectadores. Es muy grande Javier.
Con la remembranza en el dúo eterno de Camila Gracia y Gregoria Ciprés, res grandes campeones, Elena Casaña, Javier Badules y Kuquy Budios en el escenario. Definición de Javier Cao: es una ofrenda al patrón San Lorenzo desde los Monegros (desde Albalatillo, desde San Lorenzo del Flumen y desde Sariñena) con la flor de romero que es la jota. Entre los tres cantadores de Elenco, acumulan una sala de trofeos que ni la del Real Madrid, pero la explicación estaba en su maravillosa interpretación. La demostración del arte conjuntado y compartido.
La velada iba apurando el tiempo, pero ¡había tanto que cantar y que bailar! Javier Badules entonaba que el día "que te marchabas te regalé un San Lorenzo p'a que nunca me olvidaras" y Elena Casaña "en sus labios era cima". Se proclamaba la magia que tiene Huesca cuando llega San Lorenzo confluye en el orgullo por la albahaca, por su dance y por su jota. Y un canto a la ruralidad: "Donde está mi pueblo? Pueblos de Aragón, no podéis morir, porque en vuestras calles guardaré el recuerdo de lo que fui". Y Aragón Tierra Bravía, racial y bellísimo, exponía la grandeza del cuerpo de baile.
Y la Virgen del Pilar se incorporaba en un quinteto interpretativo que, voz a voz, se convertía en oración con Elena Casaña primero, Javier Badules, Javier Cao y Kuquy Budios. Un broche de oro para la gran noche del gran día de San Lorenzo. El fin apoteósico de fiesta de cumpleaños de Elenco. ¡Treinta años y tanto que ofrecer! Un obsequio para los oscenses en el sentido expresado por Foucault: una obra de arte no tiene que ser corpórea. Con Elenco, concurren devoción, poderío vocal, plasticidad en los movimientos y ese viento de rondalla que se impregna, vía oído, en el corazón oscense.