Huesca, 10 de agosto de 2023.
Querido San Lorenzo:
Yo creo que hoy, allá arriba, en el cielo, también huele a albahaca.
Seguramente se trata de una impresión subjetiva, pero no hay aroma en el mundo que traiga tantos recuerdos, tanta satisfacción, tantas sonrisas ni tanta paz.
La albahaca huele a campo, a huerta, a agosto, a Huesca. Huele a día grande de fiesta. Incluso mezclado con recuerdos tristes, que algunos también tenemos, su perfume traslada una terapia singular. Huele rico. Huele fresco. Huele verdadero. Como si, arrojada contigo al fuego del martirio, la humilde planta se hubiera sublimado y convertido en esencia de sí misma y de ti.
Cerrar los ojos y aspirar su olor nos transporta a casa, a la familia, a los amigos. Es un efluvio generoso, sutil, intenso y tenaz. Huele a mirar a los ojos y asentir. Huele a sonrisa de viejo hortelano, al abuelo querido, a la madre en la cocina, a los primos que pasan aquí las vacaciones, a los hermanos que se reencuentran, a los hijos felices, al primer amor.
Bendita albahaca que, estemos donde estemos, nos hace palpitar dentro un orgullo oscense que no nos cabe en el pecho, un sentimiento de pertenencia, de cercanía y de realidad.
Por ti, Lorenzo, levantamos hoy al cielo nuestros ramos de albahaca y con ellos nuestros corazones. Nos reconocemos en el olor a albahaca como nos reconocemos en ti, netos, francos, tozudos, persistentes.
Igual tendríamos que patentar un perfume que sólo oliera a albahaca fresca. Lo llamaríamos San Lorenzo.