Hermanos Ozcoz: "El ganado bravo no reparte flores y bombones, no tiene otra misión que coger"

Sergio y Félix se despiden de Huesca como ganaderos con plenitud de agradecimiento, y afirman que los encierros serían una buena oportunidad para Huesca

26 de Julio de 2023
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Hermanos Oscoz, a limpia verdad en la puerta de toriles de Huesca

Puerta de toriles de la Plaza de Toros de Huesca. Un símbolo para dos mitos, los hermanos Ozcoz, la ganadería de Fuentes de Ebro que durante más de cuarenta años ha nutrido la gran fiesta matinal de las vaquillas y la becerrada de las peñas. Les acompaña su mejor mentor, Carlos Jalle. Y se deslizan ante la cámara y la pluma del periodista recuerdos, selecciones de las mejores vacas y convicciones cuando han cerrado su ciclo profesional. Ponen nombre a aquella Pallaresa que "era un coco" de inteligencia, o a la 163 que era todo corazón, o a la Quitasueños que tanto temían los recortadores, o a la familia de las Escopetas, que disparaban a discreción. Personifican a unos animales a los que se han entregado porque, delante de todo, está el respeto hacia ellos. Defienden que un encierro hubiera dado vida a las fiestas de Huesca, pero sobre todo quieren agradecer la cálida acogida que siempre ha tenido la ciudad hacia ellos. Días de emoción después de haberse desprendido de sus 450 cabezas. Pero satisfacción por haberlas dejado en buenas manos. De hecho, sus vacas seguirán saltando al ruedo cada mañana, aunque con otra empresa.

Su padre, Félix, comenzó con el abuelo de Sergio y Félix, de nombre Venancio. Siguió con la ganadería de Carmen Fraile, como administrador. Acabó haciéndose cargo y la puso en marcha en plenitud con su hijo Sergio. Félix junior tuvo que tomar la determinación tras la mili en Palma de Mallorca entre la ingeniería, el fútbol o las vacas. "Y hemos llegado hasta aquí", asegura Félix. Pero Sergio remacha: "Hemos discutido mucho, pero hemos llegado hasta aquí". "Hemos sido ganaderos las 25 horas del día los 365 días del año y hemos mantenido lo que nos inculcó nuestro padre, porque el único problema que tenemos los ganaderos es que nos embista el ganado".

Se repartieron los roles. Félix era "el comercial", el que contrataba con los pueblos y Sergio se ocupaba de las tientas y del campo. El pequeño revela en la entrevista algo que nunca le ha dicho a Sergio: "Siempre me fastidiaba porque yo he sido de dejar evolucionar al ganado. Pero cuando Sergio le echaba la sentencia a la vaca, siempre tenía razón. Tiene algo especial, que no sé cómo pero siempre tenía razón". El mayor agrega que la clave es una: "Tuvimos un buen maestro, que fue mi padre que nos enseñó mucho. Hemos seguido intentando hacer lo que él nos enseñó y la verdad es que nos ha ido my bien".

"Nuestro padre era muy adelantado a sus tiempos", y les inyectó un criterio, "veía las cosas a futuro". "Hemos discutido mucho, pero hemos comentado más todavía. Al final, en una ganadería puedes hacer cosicas. Un festejo dura dos horas y, con la misma forma de embestir, aburre. Al final, tienes que tener alguna que salta el callejón porque a la gente le gusta. Hemos sabido evolucionar, porque en 2008 teníamos 600-650 cabezas porque hacías los pueblos enteros. Aquí, una media de cinco días, 12 vacas, pasaban 60 vacas preparadas para trabajar. Y hay que echar cada una en su momento".

Trabajo y selección que han aprendido. "Los resultados ahí están. Hemos mantenido un nivel", dice Félix. Sergio asegura que "está todo inventado". Félix agrega: "Vamos a algún pueblo y nos dice: trae la fulanita. Y digo que no, que llevaré las que quiero yo. Si sale mal, al año siguiente no vuelves, pero si sale bien acertaré yo, no tú. En el ganado mandamos nosotros. Si queréis, bien; y, si no, también. Y si vemos que no hay un respeto a los animales y una satisfacción para los ganaderos, decimos que no. Por mucho dinero que haya, si no nos gusta no vamos, o porque no están los corrales a nuestro gusto o porque mis vacas tienen que trabajar en condiciones". "Hemos intentado respetar al aficionado, a la empresa que nos contrata y hemos exigido respeto a nosotros como ganaderos y por delante a los animales".

¿UN ENCIERRO PARA HUESCA?

Sergio recuerda los tiempos en los que una iniciativa comandada por Carlos Jalle y Julio Brioso pretendió en la segunda parte de los ochenta incorporar el encierro a la oferta festiva de Huesca. "Vine con mi padre a ver el recorrido y no era tan difícil tampoco. Se podía haber dañado algún animal de cara a la corrida de la tarde, pero yo creo que podría haber funcionado. Hubiera dado mucho ambiente".

Félix entra en danza. "Todo lo que suma no resta para el festejo taurino, pero las fiestas de Huesca tienen una forma de ser que a lo mejor en ese momento le dio miedo a la gente introducir algo diferente que pudiera ocasionar alguna disfunción de las fiestas. Tienen miedo los gobernantes, pero creo que para Huesca, empezando poquito a poco, empezando por novillos o toros corridos y luego pasar a un punto mayor, hubiera sido muy importante".

"Organizar encierros en Huesca podría haber funcionado, hubiera dado mucho ambiente"

Atraen los primeros recuerdos de Huesca, "el bullicio, el ambiente que había, y que empezábamos a echar becerros para abrir plaza. Y, como alguien no lo respetara o se pasara o agarrara del rabo, las peñas se tiraban al ruedo y lo sacaban en volandas de la plaza. Un gran respeto que ahora sigue cuando alguien le coge del pitón desde el burladero... La gente protesta". Y lo mejor, "el cariño con el que nos han tratado. No tengo más que buenos recuerdos, salvo uno -en alusión a la tragedia de un adolescente-. Claro, no reparten flores y bombones el ganado bravo. No tienen más misión que coger, lo decía nuestro padre. Siempre ha sido un ambiente muy grato y de pasar mucho sueño".

Igual que las corridas de toros de San Isidro no pueden venir a Huesca, "con las vacas pasa exactamente igual. Para las mañanas de Huesca se necesita una clase de vacas, para los concursos de anillas otra, para el Levante donde hay muchos obstáculos otro tipo... Ahí está la idea del ganadero para saber lo que tiene que llevar", afirma Sergio.

Félix lo visualiza con la analogía del fútbol. "Tú tienes un equipo que puede tener 150 vacas. Siempre vas metiendo el novillaje, que a mí me gusta. Ver lo que te viene detrás. Lo que va a acompañar a quienes marchan detrás. Tienes que ir planificando la temporada y darles sus momentos". "Rotarlas", agrega Sergio. "Y metiendo alguna del filial. Están conviviendo las vacas 10 años de su vida trabajando nosotros con ellas".

Llega la nostalgia. "Nos da pena después de cuarenta años. Animales buenísimos que nos han dado lo que es la ganadería Oscoz. Al final, nosotros somos unos entrenadores que queremos poner a cada animal en su sitio para que nos den el mayor rendimiento y la mejor satisfacción para el aficionado. ¿Cuál es la mejor vaca? No, es el conjunto, aunque claro que hay nombres. Tú puedes tener a un Benzemá, pero como uno no esté destruyendo en el centro del campo, no llegan balones. No hay vacas mejores o peores, sino la adecuada para cada momento". Acude Sergio ante estas palabras de Sergio: "Por ejemplo en Zaragoza, echas las primeras las vacas seguras que limpien para que cuando salgan las vacas estrellas tengan la plaza a su idea para que se luzcan. Es un poco de psicología. Si ves el vallado lleno de gente, sacas una vaca que no suba". "La gente se acuerda más de la última parte. El denominador común es que el festejo vaya de menos a más, por eso el ganadero juega con lo que tiene en cada momento. Al final, el ganadero tiene que ser un buen aficionado, que se ponga en el papel del aficionado".

LOS FESTEJOS POPULARES, LA BASE

Gozan de buena salud los festejos populares. "Son la base de la tauromaquia. Cuando la pandemia, se sacó el volumen de ganado de la zona norte y estábamos hablando de casi 150.000 cabezas. El festejo popular da el traspaso, el sorpasso al festejo mayor. En el año 2022 ha sido un boom. se hicieron trescientos festejos más" en Aragón, afirma Félix. Y Sergio apunta que "en Huesca las mañanas han sido una locura de gente. Tuvimos que subir el nivel de vacas porque no esperábamos tal volumen".

Viven con intensidad cada festejo. "Si bajan las pulsaciones, mal" (Sergio). "El ganado va evolucionando. Te sorprenden cada año, cada salida. No sabemos de esto. Como decía mi padre, necesitaríamos vivir tres vidas para saber un poquito de esto. Pero lo que hacemos es colocar al animal en su sitio y su momento para que dé el mejor rendimiento posible", concluye Félix.

¿Cómo empatizan con los animales? "En las calles, pisan el asfalto, se caen. Ahí sí se sufre un poquito más que en las plazas", afirma Sergio. Félix añade que "el festejo ha evolucionado. Por supuesto que sufre. Si se cae un animal en la calle, es como si te caes tú. Se caen, les hace daño, si se rompe un cuerno, incluso se matan. Pero estamos a tope de bienestar animal. Cuando sale al festejo o una calle, están embistiendo y no tienen otra misión que embestir y coger. La lidia es así". No les gustan excesos como el toro de Medinaceli, pero replican algunos prejuicios: "Hay toros que trabajan cinco días al año", bromea Sergio.

Defienden la repercusión de los toros, tanto en la Feria como en las vaquillas. "A Huesca le ha dado fama. Hemos sido profesionales con todo el mundo. Cada uno tiene su forma de comportarse en los pueblos".

La conversación transcurre por derroteros de las curiosidades. Los nombres y los números, cómo se les bautizan a las vacas. La que saltó a una casa en Gelsa ya es la Gelsana. La que cogió a un fontanero, es la Fontanera. "Las vacas tienen que tener su identidad y por eso les ponemos nombres. Cada una tiene una carta genealógica, estamos dentro de los Ganaderos de Toros de Lidia". A partir de ahí, se estira el ingenio. "Tenemos una vaca de recortadores que le llamamos la Quitasueños, porque realmente les quitaba el sueño a los recortadores. O la Escopetilla, porque parecía una escopeta pegando. La Manzanera se escapó dos meses y estaba comiendo en un campo de manzanas al lado de la ganadería", dice Félix. A Sergio le gustan los nombres. "En Castellón, llevábamos dos vacas muy buenas, pero una había estado lesionada y era la primera salida. Cambié el nombre de la vaca. Una era muy conocida, Pallaresa, que cogía a todo el mundo. Puse por delante a la otra pero puse el nombre de Pallaresa, y la gente decía que era muy peligrosa. Luego salió la Pallaresa con otro nombre y se infló de coger gente".

Valoran el nivel top de "verdaderos atletas de los recortadores. Pegan un salto y van hasta el tendido". A Sergio le gustan más los de anillas. "Me parece más difícil, sin contar con que un toro te puede matar".

EL DREAM TEAM

La emoción se incrementa cuando escogen sus predilectas de todos estos años, su "dream team". Félix: "Voy a empezar de más pequeño a más mayor. Empiezo con la 77, que era una vaca forastera. Fue la primera que me partió los dedos. Ya me avisó mi padre: mira, pequeño, que esta no está como el año pasado. Yo, 16 años, jajaja... Y caí. También me gustaba la familia de las Cecilias. La Cecilia es una vaca que ha sido una reata. La 2, de Ejea de los Caballeros. La Escopetilla, que era una vaca que aparte aprendió y evolucionó con una sabiduría en el trabajo que era espectacular. No andaba porque sí. Ganó bastantes premios. Era muy buena vaca de capea. En anillas, la 163, la colorada, que tenía un corazón exagerado. Luego, la 52. Era la que necesitabas cualquier cosa y la cogías. Un denominador común exagerado. Había una vaca que mi hermano y yo estábamos siempre, la 519, que la has visto evolucionar y esta es una de las buenas que va a tener en las anillas" el sucesor en la ganadería.

Sergio se encamina más hacia la parte de las anillas para su clasificación de las joyas de la corona. "Las Escapularias. Cuando a la tercera Escapularia el otro día la estaba embarcando casi se me saltan las lágrimas. Y me gustaba una vaca, Avispada, que se mató en el concurso de anillas. O la 628. Hay tantas... O la Pallaresa, tenía un coco que vamos...".

"CLARO QUE DA PENA"

En el momento de la despedida de la ganadería, reconoce Félix que ha "llorado mucho con las vacas, de golpes que se han pegado, de vacas que se han matado. Con los saneamientos, ya no me quedaban lágrimas. Me queda la satisfacción. Claro que te da pena. Por eso hemos intentado que vayan a casas que saben. Que las seleccionan como nosotros. Por ejemplo, el novillaje han ido a ganaderos dos íntimos de nuestras familias que se las han llevado. Nos han venido de Navarra a ver si nos quedaban añojas, o utreras. Han venido a buscar. Te da pena, pero es mayor la satisfacción hacia dónde han ido, que las van a cuidar". Apostilla Sergio: "Eso lo teníamos claro, lo que no queríamos era ir y ver en la calle una vaca delgada, machacada... Han ido a buenos sitios".

Para su historial de servicios quedan incluso percances. Sergio ha sufrido dos: "Siempre es culpa de uno. Una fue una cornada en la pierna por andar algo despistado. Y luego, saneando, arreando un toro, me resbalé y me dio un toro contra el burladero y me rompió tres costillas. Ese día volví a nacer."

Este año, van a venir "a ver las vacas desde el burladero. Queremos almorzar tranquilamente y pegarnos nuestra charrada. Y a alguna corrida de toros. Y sobre todo el día de las peñas que era cuando rompía ya la fiesta".

En el ocaso de la conversación, definen a Huesca como una ciudad "muy acogedora. No encontramos ningún pero. Nunca ha habido problemas y hemos tenido ayudas. Feliz siempre cuando llegaban las fiestas de Huesca. Pasabas más sueño porque empalmabas con las vacas. Y de más mayor con la serenidad de la edad. Con las peñas, con el acompañamiento y con una persona que para nosotros ha sido el alma máter de la afición que es Carlos Jalle".

Como "testamento", un concejo para los jóvenes que se adentran en el mundo de las vacas. "Principalmente, el respeto y que se fijen en los mayores cómo recortan, cómo tienen que hacer y que vayan preguntando".

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