Padre Pedro Aguado: "Amar a San Lorenzo es amar lo que él amó: a Jesucristo, a los pobres y a la Iglesia"

El obispo de Huesca cierra el Triduo en honor al patrón con una llamada a la fe, la esperanza y la confianza con el modelo laurentino

09 de Agosto de 2025
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Padre Pedro Aguado, hoy obispo y anteriormente Superior General de Escuelas Pías
Padre Pedro Aguado, hoy obispo y anteriormente Superior General de Escuelas Pías

Amar a San Lorenzo es amar lo que él amó: primero a Jesucristo, segundo a los pobres y tercero a la Iglesia. Ha sido la conclusión del obispo de Huesca, Padre Pedro Aguado, en el cierre del Triduo en Honor a San Lorenzo en el que le precedieron sus homónimos de Barbastro-Monzón, Angel Pérez Pueyo, y Teruel y Albarracín, José Antonio Satué.

En la Basílica repleta con la expectativa de las Solemnes Completas, el prelado oscense y de Jaca ha recordado la coincidencia con la celebración de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, patrona de Europa, mártir en un campo de concentración. Y se ha preguntado: "¿De dónde saca Lorenzo la fuerza, la convicción, la audacia, el valor, para sufrir lo que él sufrió perdonando a los que le martirizaban?". Todos sabemos y admiramos cómo sufrió, y se nos olvida preguntarnos cómo es posible padecerlo "con una enorme paz en su corazón".

La respuesta es obvia: "De su fe en Jesucristo. Él vivió y murió desde su fe en Jesucristo", fue el secreto de su alma y le dio la fuerza para soportar esa muerte. Ha recordado que los propios apóstoles conocieron esa fuerza cuando Jesús tomó la decisión de atreverse a sacrificarse. "Maestro, enséñanos a orar. Y les enseñó el Padrenuestro", y de ahí su fe, su relación y amor incondicional a Dios.

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La fe, ha agregado, provoca muchos dones y uno es "la infinita confianza en el amor de Dios. Lorenzo aceptó lo que aceptó por la confianza infinita". La fe, ha agregado, no es un analgésico, no solucionó su muerte y murió en la parrilla. La fe no es magia con la que se nos da lo que queremos. "Es un encuentro personal con el Señor de tal nivel de intimidad, fuerza y amor que transforma mi vida" y da el sentido que está en Dios. Ha parafraseado al Papa León: "Estamos hechos para el cielo". La fe y la confianza consisten en decir sí a Jesucristo. No quita las dificultades, que tenemos todos, momentos difíciles, duros y de desconcierto. No quita el dolor, pero da la fuerza para comprenderlo y saber dar el sentido. "La fe produce confianza"., ha agregado con alusión a San Lorenzo.

Ha hablado de otra virtud teologal, la esperanza, en este mundo lleno de dificultades. Ha diferenciado la esperanza del optimismo, que es un estado de ánimo. De ahí el recuerdo de San Lorenzo, con su claridad de que los tesoros de la iglesia son los pobres, "porque viéndolos entendemos a Jesucristo, que nació en una cueva y fue sepultado en una tumba prestada".

Ha concluido recomendando: "Amar a San Lorenzo consiste en amar a lo que él amó: a Jesucristo, a los pobres y a la Iglesia. Amó a Jesucristo con toda su fuerza y a su madre la Virgen... Eso es amar a San Lorenzo". "Nos enseñó el camino desde la fe, la esperanza y el amor".

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