Toño Julve y Susana Raya se han superado. Pasión por Huesca, el Valor de lo Nuestro, no se puede medir por números. Esos noventa artistas que han llenado la tarde-noche (ya se sabe que, con Toño, la fiesta vespertina concluye con nocturnidad aun sin premeditación), de las escuelas de Alborozo -la marca de la pareja vital y artística- de Huesca, Madrid, Zaragoza y Tardienta, a los sones en la rondalla de Javier Ruiz, de El Temple. Los alumnos son como los novilleros, se les juzga por el valor y, si además expresan creatividad, miel sobre hojuelas. Un espectáculo total, admirable, en el Teatro Olimpia.
Pasión por Huesca, que en principio fue anunciada como Pasión por la Jota -¿a quién le importa un título cuando se aprecia tanto el espectáculo?-, esconde su verdad en las preguntas que son las cinco "W" del periodismo y sobre todo las cuestiones de la vida. ¿Qué? Un homenaje al folclore y a Huesca. ¿Por qué? Por amor a la tierra y por la esencia intrínseca de los artistas. ¿Dónde? En el centro de la cultura durante cien años, el Olimpia. ¿Cuándo? En el momento en el que se intensifica el aroma a albahaca y la irrupción laurentina. ¿Quién? La gran creación de Toño y Susana, las escuelas Alborozo.
Siempre se añade el cómo. Con un espectáculo a lo grande de ese soñador que es Toño, que en su combinación de amor-humor-pasión llena su entrópico cerebro de miles de millones de ideas (al menos una por neurona, aunque a algunas las pluriemplea) con la música y la identidad como denominador común. Luego ya llega Susana, prusiana estructural, para poner orden.
Pasión por Huesca, o Pasión por la Jota, que tanto monta que monta tanto porque el orden de los factores no altera el producto, ha sido un dechado de creatividad. Es difícil componer un mosaico tan virtuoso. Primero, encontrar los motivos, que están aquí mismo pero hay que identificarlos dentro de nuestro patrimonio cultural y natural. Segundo, distribuirlos entre los artistas buscando todas esas soluciones técnicas que se escapan al común de los mortales: acoplar la jota y los joteros. Decenas de piezas concebidas con sentido y sensibilidad, con argumento, con coherencia, desde "la grandeza de Huesca" hasta la despoblación, desde Teruel hasta Zaragoza. Un universo infinito
El Aragón te amo a cargo de cuatro niñas intérpretes arrancaba tras la presentación "guionizada" -imposible empeño, Toño es improvisador irredento- arrancaba el espectáculo y posteriormente un pequeño suscitaba asombro por el Teruel ciudad del amor, del torico y del mudéjar.
UNA GUÍA TURÍSTICA CANTADA
La estructura del espectáculo siempre encontraba una fluidez y un sentido. Bien pensado, incluso sería recomendable que los hoteles incorporaran en sus canales cerrados de televisión el espectáculo Pasión por Huesca. Ahorrarían consultas a sus recepcionistas y en las oficinas de turismo. Un repaso cantado por los destinos turísticos de la provincia y de la ciudad, con amenidad y eficacia en estos tiempos en los que tanto se predican las emociones.
Asomaban, sobreimpresionadas con las interpretaciones de las letras de Toño, el Castillo de Loarre, la Colegiata de Alquézar, la Catedral de Roda de Isábena y la de Jaca, el embalse de Lanuza y Canfranc Estación. Piel de gallina en la magnitud -también artística- de Ordesa, en el misterio de la sierra de Jubierre en Monegros, en el Somontano con Alquézar y la Jota de Antillón. Y luego, coralmente, las Águilas de Aragón.
Sí, apuntaba largo el recital colectivo, pero nadie se movía de su asiento, entre las risas, las lágrimas y las ovaciones entusiasmadas. Emergían nombres claves en la trayectoria de Julve, el primero su padre, Mariano (cuya voz se ha escuchado para cantar a Loreto), y con él los Carlos Vidal, Pepe Rodrigo, Ernesto Gómez o Mariluz Lafita.
San Juan de la Peña, justamente proclamada como la cuna de Aragón donde todo empezó, Aínsa, los Mallos de Riglos y La Sotonera con su Colegiata de Santa María de Bolea eran otros de los referentes.
Y, en un tránsito sin pausas, todos se concentraban en Huesca en estas vísperas laurentinas. La Basílica, el día 10 con los danzantes, la Catedral, San Pedro el Viejo con Ramiro el Monje y Alfonso el Batallador, el Parque Miguel Servet y las Pajaritas de Ramón Acín, el Teatro Olimpia, el Casino Oscense, la Plaza López Allué con La Confianza, el Castillo de Montearagón y la ruta de las Ermitas con la Jota de Santa Agueda -traducción jotera llana de Águeda, esdrújula-.
EL CLÍMAX LAURENTINO
Avanzaba el espectáculo después de la guía turística, sintética y por tanto susceptible de incorporación en sucesivos recitales de más encantos en una provincia infinita.
Era el momento sorpresa. En el escenario, irrumpió Paz Raya con su portentosa voz para cantar las emociones de los hijos pródigos que habitan en la diáspora. "Cuando un oscense se marcha, dejando su tierra hermosa... a Huesca jamás olvida y se la lleva en el alma". Pelos como escarpias.
Toño quería hacer participar al público como coro celestial, "porque una ciudad verde y blanca es... y siempre será", con la interpretación colectiva de cantadoras y cantadores. Proclamaba Julve: "De Huesca soy y además canto la jota. De Huesca soy y llevo dentro del alma a San Lorenzo patrón... Mi Huesca se hizo de un beso de la nieve con el sol, del aire de Guara y de albahaca y su olor".
Con acordeón y la guitarra de Javier Ruiz, llegaba una de las más felices creaciones de Toño Julve con la música de Juanjo Almarza: "El peregrino". "Cuentan que un peregrino en su caminar rumbo hacia el Pirineo se detuvo a descansar buscando fonda y cobijo en una ciudad la cual no conocía y el alma le iba a robar...". Aquí, el estribillo se hacía universal: "Esta es la ciudad de Huesca, flor de Aragón, pórtico del Pirineo, San Lorenzo su patrón. Y cuando vayas por el mundo podrás contar que un día estuviste en Huesca y jamás me olvidarás".
Homenaje a Susana Raya, que cumple 50 años bailando jota (empezó casi bebé), y a la que obsequiaban sus alumnas con un inmenso ramo de flores y un estrecho abrazo.
Y el momento Sarita Villacampa con la Jota de San Lorenzo, con las palmas echando humo. "San Lorenzo mi patrón, viva Huesca que es mi pueblo".
Ya se barruntaba el final, con la faceta laurentina de Toño Julve y ese punto entre gamberro e identitario de su "¿Qué pasa, kiá?".
"Qué pasa kiá, qué pasa kió
espabila no te duermas,
que San Lorenzo llegó
Por fin llegó, por fin llegó
por fin llegó San Lorenzo,
“pa” alegrar mi corazón"
Estaban tan felices los participantes en el espectáculo que bailaban como posesos y cantaban con ese tono elevadísimo de la felicidad festiva.
Era el momento de agradecimientos (a instituciones, al Olimpia, a Carlos Jalle autor de las fotos...), pero la velada interminable introducía otro fruto de las peticiones del público, y "La pañoleta" ponía el punto final. Ahora, a plancharla para sacarla el día 9, que está ahí.
"Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza". Lo escribió Stendhal y lo pueden suscribir los cientos de espectadores del Olimpia en este Prelaurentis prometedor.