La pasión por las fiestas de San Lorenzo y el cariño hacia Huesca han viajado miles de kilómetros gracias a la constancia y el corazón de Juanjo Ruíz, un mexicano que lleva más de tres décadas cultivando una amistad entrañable con la familia Fernández Escartín de Huesca.
La imagen que dio pie a esta historia fue tomada días antes de las fiestas laurentinas de este año. En ella aparecen niños y adultos reunidos en San Nicolás Tolentino, en el estado de San Luis Potosí, México, vestidos y preparados para rendir un pequeño homenaje a las tradiciones oscenses. Una de las jóvenes retratadas, antigua mairalesa de su barrio y participante activa en las procesiones de San Lorenzo, visitó junto a su familia a los Ruíz para compartir cultura y amistad.
“Después de haber estado algunos años en las fiestas de Huesca, participando en un grupo folclórico de bailes mexicanos, he inculcado a mis sobrinos a celebrar un poquito de sus tradiciones aquí en nuestro país”, explica Juanjo Ruíz, quien ha viajado a Huesca en cuatro ocasiones y que, a su vez, ha recibido a amigos oscenses en diferentes momentos.
El vínculo no se limita a los recuerdos: en su huerto agroecológico, Ruíz cultiva albahaca para estas fechas, mientras que en su negocio de turismo rural sus camareros se visten de blanco y verde, colores emblemáticos de las fiestas laurentinas. “Estoy tan enamorado de sus tierras que hasta aquí, en México, me gusta vivirlas a mi manera”, confiesa.
En la última visita, la convivencia incluyó una comida campestre y un gesto simbólico: Emma, hija de la familia Fernández Escartín, ofreció un mini taller de jota aragonesa a los más pequeños de la familia Ruíz. Entre risas, música y pasos de baile, la jornada se convirtió en un encuentro de hermandad cultural que promete seguir vivo durante muchos años.
“Viva San Lorenzo, viva Huesca”, exclama Ruíz, ya pensando en su próximo viaje a la ciudad oscense el año que viene. Una amistad de 30 años que demuestra que las tradiciones, cuando se comparten con afecto, no entienden de distancias.