La plaza de la Catedral de Huesca se convierte, en el inicio de las fiestas de San Lorenzo, en una explosión de alegría y emoción, pero también, en el polo opuesto, de vino que queda plasmado cual brochazo absurdo de arte sin arte contemporáneo en las paredes de nuestra Catedral, a lo que hay que añadir algún que otro mezcladillo fruto del desagüe de algunos estómagos revueltos. El resultado es que este monumento gótico del siglo XIV, que hemos de conservar y mantener para garantizar, entre otras cosas, su integridad, queda seriamente perjudicado.
Vemos cómo los días previos a las fiestas laurentinas se realizan verdaderas catedrales de hierro para que las televisiones tengan un buen ángulo de la plaza y no pierdan ningún detalle de la fiesta, pero nadie repara en cómo proteger, de alguna manera, la fachada y el entorno de la Catedral.
La batalla de vino que contemplamos cada 9 de agosto queda lejos de la creencia o superstición que considera que derramar un poco de vino es signo de alegría y buena suerte.
Hace dos años la Parroquia y la Real Cofradía de San Lorenzo de Huesca decidieron adelantar el Saludo al Santo a primera hora de la mañana porque consideraban que era una falta de respeto presentarse de esa manera, duchados de vino, ante nuestro Patrón. La idea no gustó y hubo polémica, pero finalmente se hizo. Bravo por la osadía.
¿No merece el mismo respeto nuestro laureado San Lorenzo que está en la fachada de la Catedral? ¿O todo el conjunto de la fachada?
El historiador Antonio Naval Mas, en su libro La Catedral de Huesca, señala que “la portada de la Catedral de Huesca es sobresaliente entre las portadas medievales aragonesas. Lamentablemente no supieron elegir la piedra adecuada, lo que ha hecho que la pérdida de formas sea muy acusada e irreparable”. Añade que “una reja neogótica de hierro fundido desempeñaba un laudable papel de protección y para nada desentonaba en su posición. Constituye una de las decisiones claramente equivocadas adoptadas en la intervención anterior a 1967 cuando fue totalmente eliminada”.
La portada fue limpiada y restaurada en 2005. Fue una intervención económicamente muy costosa para el trabajo realizado que parecía elemental.
En el año 2010 el cabildo de la catedral de Huesca se planteó volver a poner una verja como la que desapareció de la entrada principal, para evitar daños en el monumento. Finalmente decidió paralizar la iniciativa pensando precisamente en que se trataba de un asunto muy polémico.
Sería conveniente que las instituciones y autoridades pertinentes buscasen una solución alternativa como pudiera ser la colocación de unos paneles o unas lonas solamente para la mañana del día 9 porque, de otra manera, no tiene sentido que la Catedral de Huesca y su entorno entren dentro de un Plan Director para conocer el diagnóstico actual y las necesidades de futuro en aspectos relacionados con la conservación del monumento, y por otra parte pasemos por alto, ignoremos que esas paredes, ya de por sí debilitadas por el desgaste de los años, se sigan impregnando, empapando de ese vino de garrafa, ante la mirada inconmovible de los apóstoles.