“Solo me he perdido un San Lorenzo en mi vida y dije que nunca más”, ha recordado Sara Vergara, una oscense que reside desde hace doce años en Londres y que no concibe pasar las fiestas lejos de su tierra. El pasado año se casó en el Colegio de Santiago, el 17 de agosto, en una ceremonia que ha descrito como muy emotiva. Este martes, ha vuelto a este lugar para asistir a la tradicional recepción del Ayuntamiento a los oscenses que viven fuera de la ciudad. “El discurso de la alcaldesa me ha tocado, me he emocionado”, ha confesado.
Sara ha asegurado que para ella es muy importante estar en Huesca con su familia y sus amigos de siempre, y ha señalado que es esencial volver a sus raíces. Su pareja, Andy King, británico, ha compartido esa pasión por las celebraciones, afirmando que le encantan "las fiestas y el chupinazo", aunque este año se siente "un poco viejo", ha bromeado.
A ella le gusta especialmente la Despedida al santo -confiesa que siempre derrama alguna lágrima- y la traca final. "Creo que lo han hecho muy bien, porque hay algo para todo el mundo. vas andando por la calle y te encuentras jota, algún concierto o amigos que hacía que no veías".
La familia Siebert Luna reside en Múnich y sus tres hijos no han querido perderse las fiestas. Este año han venido sin sus padres, acompañados por su tía y su abuela. Paula ha explicado que le gusta mucho ver a la gente vestida igual, de blanco y verde, y que disfruta especialmente de los conciertos. Llegaron el miércoles y le han encantado los fuegos artificiales. Para ella, Huesca es una ciudad muy bonita.
María Jesús Vidondo, visiblemente emocionada, ha relatado que, aunque es navarra, su querido marido es oscense y le ha inculcado mucho el amor por la ciudad, hasta el punto de sentirse una oscense más. Actualmente vive en Zaragoza, pero acude a la capital altoaragonesa siempre que puede, porque, en sus palabras, es como su “segunda casa”.
Durante el acto, ha reconocido que se ha emocionado hasta las lágrimas con las palabras de la alcaldesa Lorena Orduna y con las jotas.
“Huesca tiene algo muy especial, que se siente o no se siente, y yo lo siento muy dentro -ha subrayado-. Para mí San Lorenzo es como mi San Fermín, que lo llevo siempre en mi corazón”.
Por su parte, Estefanía Lacasa ha explicado que lleva tres años viviendo en Japón. Se marchó en 2022, justo después de San Lorenzo, porque la multinacional de automoción en la que trabaja le permitía cambiar de emplazamiento. Antes trabajaba en Zaragoza, pero, por su afición a viajar y conocer otras culturas, decidió mudarse al país asiático.
Este año ha decidido regresar en fiestas porque, según cuenta, sus amigas la llaman todos los años para el cohete; además, el 10 de agosto es el cumpleaños de su madre y, estando al otro lado del mundo, echa mucho de menos tanto a su familia como estas celebraciones.
“Este año me he conseguido vacaciones y me he venido a disfrutar toda la semana”, ha asegurado. Aunque le gusta la comida japonesa, reconoce que la española la añora: “Jamón aún puedes encontrar, pero un buen lomo ibérico… eso sí que se echa de menos”. También extraña la fiesta, especialmente estar con su grupo de amigos y hablar con gente desconocida. Entre sus momentos favoritos, destaca “el chupinazo" con sus amigas”, así como ir a los toros —aunque este año no ha podido— y seguir a las charangas por la calle, algo que, afirma, “no hay en ningún otro lugar”.
La recepción, que se ha celebrado en el Colegio de Santiago de la Casa Consistorial, ha reunido a más de 40 oscenses llegados desde lugares como Gerona, Zaragoza, Cáceres, Tarragona, Barcelona, Madrid, Praga, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Alemania, México, Polonia o Japón.
La alcaldesa de Huesca, Lorena Orduna, ha dado la bienvenida “a la casa de todos los oscenses” en este encuentro, del que ha querido dejar constancia de la importancia que para la ciudad tienen todos los hijos que viven fuera de ella. Ha subrayado que la presencia de los asistentes “es uno de los momentos más emotivos de las fiestas porque simboliza el reencuentro con gente que vive lejos pero siente Huesca muy cerca”.
“Cuando atraveséis las calles engalanadas de blanco y verde, escuchéis el sonido del dance o las jotas, o visitéis a San Lorenzo en la Basílica, sé que en vuestro interior se despiertan emociones muy profundas: recuerdos de la infancia, de la juventud, de las familias reunidas, de las amistades que vuelven a encontrarse cada 9 de agosto”, ha expresado.
La alcaldesa ha recordado que este año se celebra el 1800 aniversario del nacimiento de San Lorenzo, un oscense universal que, con su vida y ejemplo, dejó una huella indeleble en la historia de la cristiandad. “Sus valores son un espejo en el que cada día deberíamos mirarnos y creo que se reflejan en vosotros, que lleváis el nombre de Huesca con mucho orgullo y cariño”, ha afirmado.
También ha rememorado que en Huesca nació la primera universidad de Aragón y que la ciudad ha visto nacer a numerosas figuras ilustres. Ha señalado que la capital oscense ha mejorado en los últimos años, con ejemplos como la reurbanización de los cosos. Ha reconocido que la vida fuera de Huesca no siempre es fácil, pero ha puesto en valor que “allí donde estáis mantenéis encendida la llama de nuestra tierra, habláis de ella, compartís nuestras tradiciones y os convertís en los mejores embajadores”.
Orduna ha agradecido “ese compromiso con las raíces” y el hecho de que quienes viven fuera traigan experiencias y miradas diferentes que enriquecen la comunidad. Ha recordado que Huesca se ha construido con el esfuerzo de personas que, desde fuera, nunca dejaron de aportar, fortaleciendo así nuestra identidad colectiva. “La ciudad se hace grande no solo por sus calles y edificios, sino por sus gentes. Queremos que os sintáis parte de la historia de vuestra ciudad. Gracias por compartir con nosotros la alegría de las fiestas y por llevar a Huesca en vuestro corazón. Cuando volváis a vuestros hogares, hacedlo con la certeza de que aquí siempre vais a tener vuestra casa. ¡Viva Huesca y viva San Lorenzo!”.
El grupo Estirpe de Aragonia ha puesto el toque musical a una jornada marcada por el reencuentro y el orgullo de sentirse oscense.