Las Solemnes Completas, Solemnidad de San Lorenzo Mártir, son el calor auténtico de Huesca, la calidez que inunda la Basílica de San Lorenzo en un oficio único, diferencial, que este viernes 9 de agosto de 2024 ha emanado de la palabra y la voz del administrador apostólico de la Diócesis oscense, monseñor Vicente Jiménez Zamora, en medio de un profundo y multitudinario fervor.
Una novedad se ha apreciado a simple vista. El preciosísimo busto de San Lorenzo, plata de ley en la visión de todos, ha cambiado de posición. Ha recorrido de lado a lado la superficie junto al altar mayor y ahorastá a la derecha del oficiante y a la izquierda de los feligreses. La cuestión no obedece a otra razón que la rampa que, por normativa de accesibilidad, se ha construido en la zona en la que anteriormente permanecía el santo.
La música, con tonos y tintes celestiales, ha sido admirable y admiradamente interpretada por la Coral Oscense, el Coro Ars Musicae y la Orquesta de Cámara de Huesca con Javier Ares Ibáñez con la batuta. "Dios mío, ven en mi auxilio", es el punto de arranque y desde ahí un torrente de música y de religiosidad se desliza por el templo. Examen de conciencia o revisión de la jormada. "Hermanos: llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente nuestos pecados".
Resulta prescindible definir el grado de lleno de la Basílica, entre llena y abarrotada, y es que en torno a la solemnidad de celebración tan nuestra se congregan cientos y cientos de oscenses plenos de fe y de orgullo de identidad. Satisfacción en los integrantes de la Real Cofradía de San Lorenzo. En la celebración, las corporaciones municipales oscense y tarbesina, con los alcaldes, Lorena Orduna y Gerard Trémège, a la cabeza.
Tras la salmodia, el salmo 4 de Acción de Gracias, el 133 que es la oración vespertina. Se recuerda, con la compañía de la música que lleva el alma de los intérpretes, que Dios está cerca, que nunca nos abandona y que por eso lo sintió San Lorenzo así tanto en su rol de diácono como en el martirio. En San Lorenzo confiamos, en un triángulo insuperable.
"A la sombra del Omnipotente" y "Oración vespertina en el templo" acrecen la celebración. "Antes de que anochezca, Creador del universo, te pedimos que, por tu clemencia, nos guardes y protejas".
El Cántico de Simeón constituye otro momento álgido. "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador". La Plegaria a la Virgen, "a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas".
En cualquier caso, el clímax tiene el nombre del Himno a San Lorenzo, con música de José María Lacasa y letra de Ernesto Banzo. "San Lorenzo, Patrono de mi tierra, de esta tierra bendita de Aragón, que en su alma celosamente encierra siempre viva la llama de tu amor. Los oscenses, postrados a tus plantas y admirando su fe sobre el dolor, te suplican infundas en sus vidas los alientos que el cielo te otorgó. Te ofrendamos primicias de los campos, fecundados por ese mismo sol, a cuya luz tus ojos entreabrieron, en tu cuna de oscense y español. Aceptad nuestra ofrenda perfumada con el mejor perfume: la oración; y vierte sobre Huesca y sobre España la dulce gracia de tu bendición". Los vellos de punta, la Basílica se hace coral, una sensación hermosa, de plenitud.
Al final de la ceremonia, una sensación de paz y de júbilo se apodera de quienes albergan legítimamente la impresión de haber sido unos privilegiados en el gozoso oficio de cantar, de contar, de escuchar y de decir las Completas, que es casi tanto como establecer una comunicación inquebrantable con San Lorenzo.