El tradicional brindis que cada año pone punto final a las fiestas de San Lorenzo reunió de nuevo a la corporación municipal, empleados del Ayuntamiento de Huesca y cuerpos de seguridad. En esta ocasión, la alcaldesa quiso detenerse en un gesto especial: llamó a su lado a José María Gracia Operé, “Mabilé”, y propuso brindar por él, reconociendo así una trayectoria ligada al servicio público.
La emoción del momento se prolongó después, cuando Mabilé compartió con este diario su alegría y una reflexión sobre medio siglo de vida laboral: “Es un trabajo que me ha encantado, lo he disfrutado y encima me han pagado por ello, pero llevo 50 años cotizando –25 en empresa privada y otro tanto en el ayuntamiento– y creo que me merezco la jubilación”. Su retiro será oficial el próximo 26 de diciembre.
Con la aprobación de su oposición como jefe de equipo de infraestructuras, puso en marcha el servicio de infraestructuras del Ayuntamiento de Huesca, un área esencial que él mismo diseñó y consolidó. Dentro de este departamento, asume labores de carpintería y pintura, dentro de una amplia responsabilidad en la que organiza la infraestructura de todo tipo de actos públicos y se ocupa del mantenimiento de los edificios municipales, incluidos los colegios, y equipamientos como los 2.700 bancos de la ciudad.
Siempre al frente, pero consciente de la importancia del trabajo colectivo: “Sin la gente que llevo detrás, yo no hubiera sido nadie, una gente que es espectacular, de trabajadores, buenos compañeros, un equipo. Me ha costado muchos años hacerlo, pero lo he conseguido”.
De sus cinco décadas de trabajo, se queda con los últimos años, cuando la experiencia le permitió afrontar cada reto con serenidad: “Los primeros, hasta que te sitúas en los sitios oficiales, cuesta. Pero yo siempre he considerado que trabajaba en una empresa y a los míos siempre les digo, trabajad, que el ayuntamiento os paga religiosamente el 31 de cada mes. Yo no concibo un funcionario que no pegue golpe. Me ha gustado que la gente trabaje y cumpla. Y he considerado el ayuntamiento como si hubiera sido mi casa".
Lo más gratificante, asegura, ha sido servir a la ciudad. "Entrar en un aula y ver que los críos te dicen cosas o cuando haces un acto con un artista y les montas los escenarios. Siempre digo que hay que tener a la tropa contenta y la tropa contenta es con música”.
Con el cierre de esta etapa, se traslada a su pueblo, Bolea, donde le esperan nuevos proyectos. Su legado en Huesca queda, discreto pero firme, como la madera que ha trabajado toda una vida: pulida, resistente y útil para todos.