El acto principal de las fiestas del Casco Viejo ha llenado el misticismo del Claustro de San Pedro con los espíritus de Santiago Ramón y Cajal y Joaquín Costa en sus correrías por el barrio, en boca del mantenedor Juan José Generelo, ha aplaudido a las mairalesas que representan a Osce Biella en San Lorenzo y ha reconocido la rehabilitación de la casa de Jesús Gambau, la vocación comercial de Belén Allué y una vida admirable de Aurelio Moreno y Rosa Praderas. Todo en el Claustro de San Pedro, un escenario inmejorable.
Julio Romero Alonso, que ha conducido la ceremonia, ha presentado sin más dilación a la mairalesa mayor, Laura López Vallejo, acompañada por su padre, Ernesto López Lanaja, a la que ha impuesto la banda su predecesora, Loreto Sanclemente Oliván. Los primeros aplausos han sido compartidos con la mairalesa infantil, Julia Valle Rufas, llevada hasta el escenario por su progenitor, Raúl Valle Montes. Su antecesora, Lucía Vílchez Pardo, le ha colocado el símbolo que acredita su condición hasta dentro de un año.
Nada más iniciar la velada, ya estaba servida la calidez y era momento de ovacionar sin pausa. El primero, a Jesús Gambau López, Premio a la Casa Rehabilitada, en la calle Pedro IV, número 43. "Una familia que ha apostado por vivir en el Casco Viejo", ha significado Julio Romero. Instantes de remembranza del abuelo del galardonado cuando traía unas sandías tan enormes como calientes. Jesús Gambau Santolaria, de Torres de Alcanadre, se estableció en Huesca y se casó en 1944. Su sustento era albañil, pero las heridas en la guerra recomendaban evitar la penosidad de esa labor. Así que se dedicó a vender huevos, con su mujer Pilar y luego con otros familiares. Compraron dos pequeñas propiedades en Pedro IV y encargaron al arquitecto Miguel Aranda un proyecto de vivienda y almacén. Corría 1958 y los relevos se sucedían. "Aquí vivieron, progresaron y fueron felices José, Pilar, Jesús y Felipa". Cerraron la tienda en los noventa. En 2021, sus nietos encargaron al despacho de arquitectos de Martínez Bernués la rehabilitación. Jesús Gambau ha recogido el galardón de manos de la presidenta de Osce Biella, Violeta Gracia.
El Premio Imagen Comercio ha sido para la academia de inglés para niños Kids & Us, cuya gerente, Belén, fue mairalesa infantil del barrio. Julio Romero ha recordado la ilusión de su madre, Lola. Vecina del barrio "de las de toda la vida", sus padres tienen su negocio. Creció rodeada de la calidez y el encanto del Casco Viejo. Viajó y vivió en diferentes partes de Europa, pero volvió a sus raíces con su proyecto de escuela de inglés para bebés y niños. "Con ilusión, en el Casco Antiguo también se pueden emprender proyectos diferentes". A Belén Allué Ferrer le ha entregado el reconocimiento Elena Santolaria, vocal de Osce Biella.
La gala aumentaba en intensidad y emoción. Aurelio Moreno López y Rosa Praderas, en cuya glosa el presentador ha sentido la presión de la emoción por sus lazos vitales con la pareja. Aurelio nació en 1935 en Yera (Guadalajara), pero a los 4 años ya llegó con sus padres y sus hermanos a Huesca. Estudió en la Normal y Salesianos, para empezar a trabajar de pescatero y luego de panadero. Emigró a Francia, donde laboró como mecánico. A los cinco años, retornó a Huesca y aquí conoció a Rosa, de Uncastillo, muy pequeña ya atraída con sus padres por Huesca. Con su padre, en el mercado, regentaban una pollería. Una casualidad les hizo conocerse al extraviar Aurelio una mochila que le entregó Rosa, que la halló. Coso arriba, Coso abajo y Porches hasta el matrimonio, oficiado por Mosén Demetrio. Tuvieron un hijo, Chabi, y dos nietos.
RAMÓN Y CAJAL Y COSTA CORRETEAN POR EL BARRIO
"El Archivo es la memoria de todos. Conservamos la nuestra y las de los que nos precedieron". Así ha explicado el papel del Archivo Histórico Provincial su director, Juan José Generelo, que ha pronunciado como mantenedor un exquisito discurso en el que ha fantaseado en torno a la historia real de dos jovencitos que llegaron al Casco Viejo en 1864, Santiago Ramón y Cajal por un lado y Joaquín Costa por otro. Coetáneos, sus vidas fueron disímiles. Ramón y Cajal, que había bajado desde los Escolapios de Jaca, era un pequeño travieso azotado por la rigidez del régimen escolapio que incluso se compró un pistolón con una moneda de oro que encontró en un vertedero con su hermano Pedro. Su "incapacidad para las artes literarias", como sostenía su padre, requirió de don Justo una acción ejemplarizante poniéndolo a trabajar como mancebo de la barbería de Acisclo que el cronista de la ciudad, Federico Balaguer, identificó en su ubicación. Pese a aquellas "calaveradas", sacaba tiempo para describir la portentosa Catedral y la entonces ruinosa iglesia de San Pedro el Viejo. Como es sabido, "ha sido el científico español más importante de la historia".
Otra cuestión atañía a Joaquín Costa, mucho más aplicado. Llegaba a las mismas aulas del Instituto el que luego sería jurista, escritor y político. Necesitaba trabajar para mantenerse y además destacaba del resto de los estudiantes. Operó como delineante para hacer los planos del Seminario y del Mercado, como ayudante de Hilario Rubio. Le gustaba recluirse en la biblioteca que seguramente estaría en la sala Petronila del actual Museo. Participó en la creación de un ateneo cultural. Acudió en 1867 como becario en la Exposición Universal de París. Retornó en 1877 atraído por el enamoramiento de Concepción Casas. "Era un joven con muy pocas habilidades sociales" pese a su instrucción evidente. Sufrió los celos porque acudió al cortejo a Concepción un ingeniero llamado Lucas Mallada, que procedía del barrio de San Lorenzo y hoy es considerado el padre de la Paleontología. Tampoco consiguió seducir a Concepción.
En su magnífica lección seguida con una extraordinaria atención. "Es un lugar común decir que el Casco está lleno de historia, la grande y la pequeña. He querido recordar que las calles que recorremos todos los días queda la memoria del niño Santiago subiendo por la Correría con su pistolón, o rasgando barbas en la barbería del señor Acisclo. También el joven Joaquín devorando libros en la biblioteca del Instituto cuando no estaba tomando medidas para adaptar la plaza del mercado o trabajando como albañil. Imagino por la noche al Costa enamorado dando vueltas en la plaza de San Pedro y San Salvador penando alrededor de la casa de Concepción".
"¿Qué fue de todo este paisaje que vivieron los jóvenes Ramón y Cajal y Joaquín Costa? ¿Ha permanecido lo suficiente como para que sigamos reconociéndolo en sus escritos?", se ha preguntado Generelo. Sobre San Pedro, el Estado acometió la tarea de recuperar el Claustro a finales del siglo XIX. Ha nombrado a los Obreros de San Pedro por su tiempo y esfuerzo. También hay otros ejemplos como el Mjuseo Diocesano revivido por voluntarios y dirigido por Susana Villacampa, "reconocida vecina del barrio". Pero...
"No todo es para estar orgullosos". Muy cerca de aquí, se ve "una puerta cerrada en lo que fue el solar del antiguo Círculo Católico. Para acceder a lo que seguramente fue el foro de la Osca romana. Tiene un letrero que reza: Clausuratus sine die. No hace falta saber mucho latín para entenderlo. Y el antiguo Seminario en el que trabajó Costa sigue esperando la inversión millonaria que se anuncia y también que nos pongamos de acuerdo para los espacios esenciales de la ciudad. Muy bien lo sabéis en este barrio".
Ha concluido reivindicando el Archivo Histórico Provincial y la adosada Capilla de Santa Rosa, cerrada y pendiente de rehabilitación. Un espacio que puede reforzar los equipamientos culturales del barrio. "La memoria de todos nos enriquece y nos abre puertas para el porvenir". Ha finalizado recordando a Mari Paz Tierz, mairalesa que fue y cuyos descendientes Belén y Martín han vuelto al barrio. "Un ejemplo de lo que queremos con niños correteando por el barrio. Ahora sin pistolón como llevaba el travieso Santiago".
Era ya el tiempo de la música con Héctor Castellano y Nicolás Mora, Versonoro, la atractiva y mágica combinación con la poesía que ha fascinado a todos.