“Ocho de cada diez españoles ya reciben más prestaciones de lo que pagan en impuestos, eso es el Estado de Bienestar”. Pedro Sánchez Pérez-Castejón
La frase con la que comienza esta columna la dijo el presidente de España en el debate a tres (PSOE-Sánchez, VOX-Abascal y Sumar-Díaz) el pasado miércoles 19 de julio. Y, aunque me indignó muchísimo, pasó inadvertida para el resto de participantes en el debate y para los posteriores contertulios que comentaron lo vivido.
¿Qué significa la frase de Pedro Sánchez? Significa nada más y nada menos que el 80% de los españoles viven subvencionados. No sólo con “paguitas” o pensiones, sino también con los servicios públicos en especie que reciben (sanidad, educación, asistenciales, etc..). Desde otra perspectiva, el 20% de los españoles paga el estado de bienestar al resto. Y mi indignación reside en que nadie se pregunte: ¿es eso bueno?
Vamos a empezar explicando cómo se calcula lo que “recibimos” los españoles. El gasto público al que se refiere Sánchez son las pensiones de jubilación (contributivas y no contributivas), viudedad, orfandad, dependencia, el subsidio de desempleo, el mínimo vital y otras ayudas monetarias de carácter autonómico o municipal. También incluyen el gasto en sanidad, vivienda y educación. En educación también se añaden las becas de estudio. Nadie, con un poco de corazón y empatía puede estar en contra de este gasto asistencial.
¿Y cómo se calcula los ingresos? Se suman todos los impuestos que pagan las personas: las rentas (IRPF), el consumo (IVA, Impuestos Especiales al Tabaco y al Alcohol), cotizaciones a la seguridad social y cotizaciones de autónomos.
Todos los impuestos se derivan al final de la renta. En otras palabras, vivimos todos subvencionados por la renta del 20% más rico del país. Y aún habrá gente que defenderá que los ricos deben pagar más.
¿Es sostenible que un país viva del 20%? No.
Los datos dados por Sánchez muestran una realidad triste de los españoles. Y no podemos achacar estos datos a la pandemia, a la Guerra de Ucrania o a la inflación. Esta situación ya estaba en el 2019. Lo único que ha cambiado es que antes de todo lo que ha ocurrido en este último lustro, eran 6 de cada 10. En resumen, ahora somos más pobres.
Para cambiar esta situación hay que buscar el crecimiento económico y creación de empleo (de verdad, no fijo discontinuo). Pero también hay que hacerse una pregunta ¿son necesarias tantas ayudas?
Aquí es cuando el debate político/económico se transforma en populismo. En el momento en el que se habla de retirar ayudas o replantear los criterios de concesión sale una jauría de fanáticos llamando a la gente “fascista” o “privatizador”. Pero la realidad es tozuda. Si la economía española no crece, empezarán los recortes. Con el crecimiento ¿Qué conseguiremos? Reducir el paro, incrementar la recaudación por IRPF, reducir la necesidad de prestaciones para las rentas bajas (Mínimo vital, ayudas de vivienda, etc..) y por consiguiente menos españoles vivirán subvencionados.
Pero para todo ello debe haber cambios en el mercado laboral, en las regulaciones, en el sistema energético español, en el sistema tributario, en definitiva, todo debe cambiar.
Algo queda claro, si el 80% de los españoles están subvencionados por el 20% significa que somos un país pobre, que no tenemos un Estado de Bienestar, sino un Estado quebrado.