Abandono y desidia

Adela Laliena
26 de Marzo de 2023
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Somos muchos los que, viviendo en el Barrio del Perpetuo Socorro, sentimos que la sensación de abandono que nos viene acompañando desde hace tiempo, va en aumento. A fuerza de optimismo, energía derrochada y apuesta por aquello en lo que se cree, el camino no ha sido siempre tan desalentador.

Pero el abandono, la desidia, hoy por hoy, van en aumento.

No se diluye cuando escuchamos que se valoran “medidas estrella” que, en vez de buscar el cambio de lo que claramente necesita una mejora, apuestan por perpetuar lo que supuestamente pretenden corregir.

La última que “ha sonado” se llama “Proyecto de ampliación de la ESO en el CEIP Pío XII”, que supondría crear una sección del IES Lucas Mallada en el colegio para que algunos de sus alumnos puedan cursar 1º y 2º de la ESO en el propio centro. La propuesta caminaba con un disfraz, ya utilizado en otras ocasiones; el de suponer una mejor atención a la diversidad. ¡Sin palabras!

Las preguntas de las que me gustaría obtener respuesta no faltan. Se amontonan en la cabeza en medio de la indignación que provoca ver cómo se puede llegar a consentir, sin el menor pudor, abandonar a su suerte a los más vulnerables.  ¿Qué entiende quien apuesta por esta medida por cohesión social?  ¿Y por igualdad de oportunidades?

¿Importa algo que la ley obligue a “establecer una proporción equilibrada de alumnado con necesidad específica de apoyo educativo a escolarizar en cada uno de los centros públicos y privados concertados”?

¿O es que cuando la ley dice “cada uno de los centros” , aunque los del Perpetuo Socorro no lo leamos por ningún lado, puede interpretarse “en todos, menos en el Pío XII?"

¿Significa esto que se puede obviar la ley e interpretarla en beneficio de algunos, siempre más poderosos que aquellos a los que se aparta y segrega?

¿Tendrá algo que ver con esta medida que el curso pasado el asunto transporte al IES Pirámide fue especialmente problemático y se “necesitan” más plazas sin transporte?

¿Puede ser que el alumnado que podría permanecer durante dos años más en el colegio no sea bien recibido en los centros de Secundaria?

Y, lo dicho; no es la primera vez que el argumento de defensa de una medida semejante quiera justificarse en la mejor atención a la diversidad, pero, a estas alturas, “ya no cuela”.

¿No es posible atender a la diversidad en los institutos, sin negar al alumnado la necesaria oportunidad que se merece de conocer otros entornos integrados por “sus iguales”, que puedan suponer un estímulo y referente, y que le permita conocer la composición real de la sociedad a la que pertenece?

Es posible que quien decide proponer o apoyar una medida como ésta, o simplemente la consiente con su inacción, crea que es lo mejor que se puede hacer. Es posible, pero me atrevo a proponerles que se hagan esta pregunta: ¿Si sus hijos estuviesen en el grupo de alumnado susceptible de estar afectado por esta ampliación de la ESO, seguirían pensando que es la mejor opción? Si la respuesta es NO, es momento de rectificar. La medida no es buena.

Y esta forma de afrontar la realidad de un colegio segregado a ciencia y paciencia, paso a paso, año a año, fomentando la fuga de la población que naturalmente le corresponde, “regalándosela” a otros centros en mejor estima, con la calma de quien sólo tiene que esperar a que los “incómodos” que han pedido cambios desaparezcan del camino, se replica más allá de sus paredes, desaprovechando el potencial que tendría para dinamizar la vida del barrio en el que se integra. Un barrio señalado, con mucha intención y ninguna inocencia, que camina inexorablemente en la misma dirección.

Y los efectos se van haciendo notar: la vivienda va perdiendo valor, los establecimientos comerciales cada vez más escasos, un centro de salud insuficiente que ha necesitado más de veinte años de reivindicaciones para atisbar un relevo -mientras, en tiempo récord, se atendieron otras más urgentes- (esta historia me suena), la convivencia encaminada a que replique la imagen creada por quien ni se ha dignado a pasear por sus calles,…

Las últimas noticias apuntan a que las altas instancias educativas aragonesas no han dado el visto bueno a la propuesta destinada al Colegio Pío XII. Sin embargo no tranquiliza escuchar las explicaciones del Consejero de Educación sobre por qué no se acepta.

En sus declaraciones señala que la medida propuesta “no está de acuerdo, de alguna manera, con la normativa vigente” y añade que le parecerán “bien las medidas que se propongan siempre que estén dentro de la legalidad y supongan una ordenación normal de la escolarización”. ¿Normal? ¿He leído bien?

¿Significa esta afirmación que la escolarización que venimos viendo año tras año y de la que Vd. actualmente es responsable, es “normal”? ¿Es normal ofertar más de 100 plazas de las necesarias cada año provocando que algún centro quede medio vacío?

¿Es normal que se modifique la normativa reguladora de las necesidades específicas de apoyo educativo para que, sobre el papel, muchas ya no existan, porque resulta incómodo estar obligado a afrontarlas desde el inicio de la etapa escolar, para luego denunciar que hay un elevado abandono del sistema educativo y un enorme fracaso escolar? De aquellos barros,... estos lodos.

Y hablando de legalidad… pues ya estaría bien que la escolarización fuera ejemplo de legalidad, ya, aunque fuese menos “normal”, si por normal entendemos “como hasta ahora”. Porque por lo que se refiere a la distribución de alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, lo dicho, muy legal no es, no, aunque en esto el disfraz también es elaborado. Y más pronto que tarde llegará el momento en el que la situación permitirá justificar a quienes han sido responsables del abandono sus acciones o inacciones como si otra cosa no hubiese sido posible. PERO SÍ LO ES. SÓLO FALTA QUE SE QUIERA.

Adela Laliena, vecina del Barrio del Perpetuo Socorro

 

 

 

 

 

 

 

 

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