Aceites en Huesca

Abogado
13 de Septiembre de 2022

Es un poco difícil escribir de a qué sabe un aceite delante de la realidad de una familia que pierde a un crío que jugaba a baloncesto, o de otra con origen de Ghana del Perpetuo Socorro que no ha podido pagar colonia alguna a sus críos, esos que llenan los colegios de lo vaciado para que sigan abiertos, qué poderle decir a una madre que se desespera o directamente niega de cara a la galería que su hijo o hija viene de cincuenta noches de fiestas, otra vez de empalmada, con ojos de cristal, todos con la bolsica de “maría”, sepa o no dónde se mete y sus agujeros cerebrales que pagará su familia, cuando sus padres tengan más de setenta.

La vida es dolor con gotas de absenta. Por eso vivir el momento, que no deja de ser sino una frase trillada puesto que los excluidos solo pueden pensar en términos de futuro esperanzador subiendo por esa escalera de comunidad con discusiones para limpiarla o buzones desventrados, no lo prediques deep down clase media baja.

Conflicto podemista, ¿gobernamos para todos, alguien se acuerda de la paz social que mantuvo la firmeza en llevar a cabo regulaciones temporales y, sí, conceder subvenciones insuficientes pero reales a los autónomos?

Conflicto de CHA, ¿nos agradece alguien establecer una política de alquileres sociales?, ¿podemos hacer concesiones de obra para que se termine, mantenga o asfalte esa carretera larguísima y parcheada entre Boltaña y el Vero?

Conflictos del IU y PSOE… En cuanto al último, recibe los votos de los asqueados sin representación en ocasiones cuando no se abstienen… Sí, se sostienen políticas sociales y educativas públicas para terminar en mirar el currículo de los formados en la privada.

Pero aceite de Huesca, sí; del Somontano en particular.

Es un paraíso. Así como en el sector vinícola la paleta de viñedos telúrica pasa por la parraleta o el alcañón y se puede visitar el mundo sin viajar desde los sentidos gustativos, el abandono o quién sabe ha dado lugar a un sin número de árboles de olivera.

Yo gasto picante de Arróniz y suave de Bolea o Ayerbe, de mi carretera de subida del Reyno de los Mallos. Del que se mercaba en Jacetania trocau por carne o queso. No consumo aunque me encanta el dulce bajo aragonés; sí lo he disfrutau en frituras de tortas de alma o simplemente incorporado a masas de sedosas madalenas.

El aceite oscense está a una mitad de camino maravillosa. Ni llega a picar molestando en ensaladas como el navarro pero tiene carácter suficiente para regarlo crudo encima de verduras, patatas o cualquier pescado.

De nombres espectaculares, Somontano no solo alberga oliveras empeltre o arbequina. Las que dan lugar a aceites más o menos densos, oscuros o amarillentos con sabor a hoja.

La paleta es inacabable como en el caso de las vides. Para comer crudas o molerlas, los aceites de oliveras piga, alquezrana, blancal, cerruda negra para comer matada en sal y cenojo… con su regusto a almendras, piñones, menta y bálsamo, savia de su propia hoja, más dulces o un punto amargas… tienen que sernos presentados y así conocernos.

La prueba de fuego de un aceite de los excelentes es buscar su maridaje en fritura para logar crespillos profundos y en crudo la prueba de fuego es haciendo inolvidables unas alcachofas con punto de amargor.

En verano, buscar el que se mantenga con ese punto de ajo crudo o cebolla tierna que acompañan al tomate rosa.

Para trufar aceite o conservar queso tampoco cualquiera vale. Que empezamos a especializar el de picual o arbequino para ensaladas, la hojiblanca en postres o verduras y pescados a la brasa, la arróniz para platos orientales… va a favorecer a la denominación de aceites del Somontano, que llega en un extraordinario momento de conjunción astral.

Suerte y gracias por el consolador bálsamo envasado que producís

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