Juan Cuesta

Para avanzar, hay que acabar con la unanimidad en la UE

Periodista
24 de Julio de 2022
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Profundamente desolados. El último Consejo Europeo (cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 27) hizo oídos sordos a la petición del Parlamento Europeo de una Convención Europea para cambiar los tratados. Una Convención que permita, entre otras cosas, acabar con la perversa regla de la unanimidad que impide, por ejemplo, que se pueda aprobar el 6º paquete de sanciones contra Rusia porque la Hungría del ultraconservador Victor Orban (uno de los máximos exponentes de la extrema derecha europea) veta una iniciativa que exige todos los votos para su aprobación. Orban y Putin. Putin y Orban. Tal para cual.

La unanimidad, que hasta ahora ha ralentizado la toma de decisiones por la obligación de alcanzar inevitablemente el consenso, es indispensable para ámbitos como la Seguridad, Defensa y Política Exterior. A nadie se le escapa que el coronavirus y le invasión de Ucrania nos han situado nuevamente en la necesidad de un cambio en los tratados para, entre otras reformas, acabar con una unanimidad imposible entre socios con historias y culturas diversas, y posiciones ideológicas diferentes, a veces encontradas, y con algunos de ellos declaradamente proclives a dinamitar el proyecto europeo.

Pero, además, el Consejo sí ha aceptado conceder el Estatuto de País Candidato a Ucrania y a la República de Moldavia, y está dispuesto a concedérselo a Georgia. Pues bien, para llevar a cabo estas siempre difíciles negociaciones de adhesión, es imprescindible que se produzca primero una profundización de la Unión, es decir, una reforma de los tratados que, como decimos, ha quedado lamentablemente en suspenso.

Y un tercer argumento en defensa de la Convención. En la solicitud de una Convención, formulada por amplia mayoría del Parlamento Europeo y desoída hasta el momento por el Consejo, se establece cuáles son los artículos que habrían de reformarse y el porqué de esa reforma. Pues bien, además del problema de la unanimidad, se apunta la necesidad de otorgar mayores competencias a las instituciones europeas en materias como la lucha contra el cambio climático, la salud, la defensa o el Pilar Social Europeo.

Sobran razones para la Convención. Sin olvidar que todas estas propuestas han sido lanzadas por la sociedad de civil y la ciudadanía a lo largo de un año de debates promovidos en la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Alguien dirá que “en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas”, pero lo cierto es que Europa ha avanzado siempre crisis a crisis, ampliando competencias para hacer frente a nuevos problemas; y son precisamente esas nuevas tribulaciones las que demandan a gritos más soberanía compartida y, por ende, la reforma de los tratados.

Sólo nos queda, pues, confiar en que Cumbre Europea de Otoño se logre que al menos 14 países (para esto valdría una mayoría absoluta) apoyen la convocatoria de la Convención. Luego tocará a todos los europeístas, y especialmente al Movimiento Europeo (espero que también El Diario de Huesca), agitar conciencias y convencer a gobiernos y parlamentos para dar un decisivo salto adelante en la construcción europea.

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