12 de Septiembre de 2023
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Los nombres de Mateo Estaún Llanas, José María Lacasa Coarasa, Mariano Ponz Piedrafita, Federico Mayo, Pedro Sopena Claver, Vicente Campo Palacio, José Gil Cávez y Emilio Miravé, pese a quien pese, merecen digno recuerdo. Poner en duda la honestidad de aquellos que hemos conocido solo puede darse en la bajeza de los bellacos apoyándose en leyes que son ignominiosas. Bajo la falacia de buscar justicia lo único que buscan es blanquear los acontecimientos históricos en que se vieron envueltos sus predecesores ideológicos y de quienes las han redactado y las utilizan. Está claro que prefieren que no hubieran existido estos alcaldes o que se hubieran negado, para poder prolongar el caos y anarquía que se había asentado en la zona republicana.

Al respecto hay que recordar que el presidente Azaña asumió los resultados fraudulentos de las elecciones de febrero de 1936 (VER Manuel ALVAREZ TARDIO y Roberto VILAS VILLA “1936 Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular”, estudio científico contrastado, pero no rebatido). En esas elecciones los resultados daban ganadores a la  llamada  derecha. Azaña, de legítimo nada, acabó merecidamente en el exilio.

El colmo del fanatismo sectario es que se haya pedido la eliminación del nombre de Ricardo del Arco Garay. Esto indica el nivel de iletralidad de titulados universitarios españoles. Bien que les pese a los peticionarios de la eliminación, todas las personas mencionadas desempeñaron un papel muy peculiar en momentos muy peculiares, y no deseados, que habían sido motivados por predecesores ideológicos de los partidarios de la damnatio memoriae. Estos frustrados colectivos, ante unas evidencias que quieren reescribir, a pesar de las décadas que han pasado, nunca van a aceptar que el General Franco no surgió de la noche a la mañana como un champiñón, ni fue fruto de una noche de mal humor y borrachera.

CNT, UGT, otros grupos anarcos, independentistas, soberanistas, incluido el PNV, socialistas y comunistas, formando  el Frente Popular, fueron motivo de  tal caos, muerte y destrucción, que para media España el levantamiento del militar fue bien visto y apoyado. También en Huesca que resultó ser ciudad invencible, heroica, y leal a principios no compartidos por los que atrincherados en las lomas que rodean la ciudad, quienes, como hienas, esperaban entrar en Huesca, para hacer lo mismo que habían hecho en Barbastro, Berbegal, Sigena… Desafortunadamente el final de la guerra en esta ciudad no fue tan limpio como se hubiera deseado, pero afortunadamente aquellos, los anarquistas y rojos, no pudieron entrar en Huesca. Los que contribuyeron a la guerra civil debieron saber qué es una guerra civil.

Los colectivos defensores de aquella situación e ideológicamente cercanos a sus protagonistas no pueden aceptar que el Generalísimo, el Caudillo, el Dictador que estos motivaron, desde lo que sus sucesores pretenden defender como orden constituido, los venció hasta la humillación, y humillación fue que aquellos activistas, acompañados de miles de gentes inocentes, y de buena voluntad, que creían en la República, en 1939, masivamente tuvieron que huir a Francia. Lo que no quieren oír estos peculiares depuradores de la Historia de España es  que Francia ni los recibió como  héroes, ni como víctimas, a diferencia de lo que hacemos con los ucranianos. A todas aquellas masas de refugiados, que tuvieron que huir dramáticamente, tal como se ve en las fotografías, los recluyeron en campos de concentración como apestados, porque lo que no quería Francia es que estos exiliados forzosos difundieran e inocularan  el anarquismo y comunismo que se estaba asentando en España y que amenazaba a toda Europa. Por eso Europa no apoyó al gobierno republicano español. Otra cosa es que la Rusia de Stalin, la de los bolcheviques, ayudara a los camorristas españoles, de ideología comunista. Entonces, Europa todavía no tenía la oportunidad de conocer, porque todavía no se daba, la realidad comunista que actualmente es Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre otras.

Llamar democratizar el callejero a la eliminación de estos nombres suena a chiste burdo y procaz en los solicitantes. Y afirmar que en Huesca actuaron a despecho de despreciar derechos humanos, obviando que eso no había sucedido en la España republicana es vomitivo, por muy democrática que pretendan que era la República. Con muerte y desolación no hay respeto a derechos humanos, aunque sea una república. Al respecto, mucho más insultante para Huesca, y antidemocrático que el que se mantenga la memoria de estas personas, es que haya un parque llamado “Mártires de la Libertad”. Y los otros asesinados ¿qué fueron? Triste hecho ciudadano el de este Parque, consentido por un ayuntamiento de derechas. En el numeroso listado de personas que corona el parque, sin duda formada por muchas personas honestas, honradas, desheredadas, que querían un mundo mejor y por eso creyeron en los valores de la República, están blanqueados nombres de asesinos y criminales. Perversa manipulación del la palabra “libertad” la que se exhibe en Huesca.

Momentos deplorables aquellos, de los que se intenta desviar la atención. Mientras tanto, en la actualidad, los que no han ganado las últimas elecciones intentan gobernar apoyados por un colectivo, de preocupantes similitudes a los del fraude de febrero de 1936, incrementadas por el escalofrío que produce lo que puede venir. Es la verdadera cara de los que desprecian a este gran país, España.

¿Qué hace el presidente Azcón y el partido VOX que dieron como primicia deshacer la ignominiosa ley de la Memoria Democrática? Las nuevas generaciones, si algo ven en ese relato histórico, son resabios de rencillas callejeras de otros tiempos. No les interesa esa España, la que se está redactando y, lo que es peor, no conocen la verdadera historia de uno de los países con mejor trayectoria en Europa, que fue fundamental para definir la cultura de Occidente.

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