"Blonde"

Médico psiquiatra
17 de Octubre de 2022

“Blonde”, la película estrenada recientemente en la plataforma NETFLIX, se constituye en uno más de los ejemplos de la polarización que vive nuestra sociedad. Leo un número importante de críticas, cinematográficas o no, sobre la película y, no cabe duda: para unos es una obra maestra, mientras que para otros  es un bodrio, no hay grises intermedios entre los extremos. Y no me parece que sea por la película en sí, por sus valores fílmicos como tal, sino por un mensaje machacón sobre la victimización de la estrella en manos de hombres desalmados que abandonan, violan,  pegan, degradan y al final asesinan por la mano interpuesta de Norma Jean  a Marilyn Monroe. La única figura femenina negativa de la película es la de una madre con una grave enfermedad mental causada, también en su caso, por un hombre que la abandona. Una imagen de “madre esquizofrenógena”, que tan de moda estuvo en la psiquiatría americana de la segunda posguerra.

La película se basa en el libro “Blonde” de la gran escritora norteamericana Carol Joyce Oates, publicado hace un par de décadas, y que me costó acabar, por enorme en tamaño, por reiterativo. Admiro a la Oates como una escritora de una potencia, de una certeza que agita emocionalmente al lector. Lo que se espera de un escritor puntero, aunque no se esté de acuerdo con su unilateral visión de las relaciones humanas. Pero “Blonde” me costó, porque la introspección de Marilyn, que es el único hilo de la historia, me pareció falsa y lo que tenía de dimensión épica, típica de un personaje femenino de tragedia griega, acabó aburriéndome. Y la película se ajusta con demasiada fidelidad al espíritu de la novela, dando la falsa imagen de que es una biografía y no una ficción, que habla de la realidad y no de  una introspección fabulada por el genio de Carol J. Oates. Lo cual, en mi criterio, lleva a una confusión no bien resuelta en la película,. Lo que estaba claro en la novela, la ficción, cuando se traslada a imágenes es más complicado de absorber como una forma de mirar, no obligadamente la verdad de la mirada.

Hacía no demasiado tiempo había visto el  documental, también en NETFLIX, “El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas”, una investigación que deja abiertas muchas preguntas sobre la participación de los hermanos Kennedy en la muerte de la actriz. Nada menos que del Presidente y del Fiscal General (mucho más que nuestro Ministro de Justicia) de los Estados Unidos. Y del oscuro papel del psiquiatra que entonces la trataba y que fue beneficiado en su testamento, el doctor Ralph Greenson tal era la confianza que se había depositado en él. A pesar de que Carol J. Oates se apunta a la teoría “conspiranoica” en su libro,  no es aceptada en la película de Andrew Dominik. Y en ese documental se recreaba el famoso “cumpleaños feliz” al Presidente en el Madison Square Garden, y la copa posterior, en el que no vemos a una Marilyn sumisa y violentada por los dos hombres más poderosos de su país. Y la única figura masculina por el que se guarda un cierto respeto en la cinta, es Norman Mailer aunque sabemos que la actriz no fue precisamente muy feliz en un período prolongado de su relación con el dramaturgo, engaño notorio con el glamouroso Ives Montand incluido. Pero un intelectual no come carne de intelectual como se puede comer la de héroe del béisbol o de todo un presidente de Estados Unidos.

He leído palabras gruesas, “pornografía del dolor”, “pornografía emocional”, “(película) aburrida, tramposa, pretenciosa y reiterativa”, en menos ocasiones “obra maestra” o una defensa a ultranza del planteamiento ideológico de la película. Y creo que se relaciona con la polarización que provoca un feminismo necesitado de hacer del hombre el enemigo. En la cinta en forma de violador, de estuprador (bien sea productor de cine o presidente de Estados Unidos), de masas vociferantes de hombres desmadrados ante el olor de la hembra, de violentos fotógrafos ávidos de robar la intimidad de la estrella, marido celoso que sistematiza el control y la violencia… De todo eso hubo en la vida de Marilyn, pero es evidente que no solo hubo eso, como demuestran las biografías más serias que se han escrito sobre ella, demostrativas de una persona que sufrió una infancia difícil, pero que supo mantener un deseo de triunfo y venció muchas trampas que un entorno salvaje puso en su camino. No pudo con la última contradicción, vivir en soledad mientras era el sueño de una masa ingente, cuando el cine era todavía una fábrica de sueños. Mantener un ideal con dentadura postiza, pechos de impostura y tinte oxigenado. Esa última, verdadera pornografía, foto en la mesa de autopsia. Y a pesar de todo, hay que ver la película, sobre todo por Ana de Armas, ella no tiene la culpa.  

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