Entre tanta corrupción y noticias polémicas, pocos medios se han hecho eco de que esta semana ha salido el cálculo del IPC interanual. La tasa de crecimiento de precios se sitúa en el 2,3%. Lo que significa que, de media, los productos que más consumimos se han encarecido un 2,3% o, dicho de otro modo, nuestro dinero ha perdido poder adquisitivo. Si hace un año nos gastábamos 100€ en nuestras vacaciones, este año necesitaremos 102,3€ para consumir lo mismo.
El año pasado, los españoles gastaron de media 1.307 euros en sus vacaciones por lo que, si se quiere disfrutar exactamente igual, este año se debe invertir 1.337,06. El problema reside en que 30 euros más parece poca cosa, pero se va sumando la subida del IPC en todos los aspectos de la vida cotidiana (comestible, suministros, transporte, etc…) y se llega a la terrible verdad, la mayoría de los españoles no llega a final de mes.
El 13,7% de los trabajadores en España, es decir gente que tiene un empleo fijo y continuo, están en riesgo de pobreza. No alcanzan para permitirse los bienes y servicios básicos. Este fenómeno, el trabajador pobre, no se daba en España desde la posguerra. Porque gracias al milagro económico español y distintos hitos económicos de las últimas décadas, si eras un asalariado, podías vivir de manera modesta, pero nunca pobre. En los últimos años se han multiplicado las personas que acuden a bancos de alimentos a pesar de tener un trabajo.
A su vez, el porcentaje de españoles que han decidido no tener vacaciones este año se ha incrementado respecto al año anterior. Unos datos que están en máximos históricos de los últimos veinticinco años. Ni tras la crisis del 2008 tanta gente decidió quedarse sin vacaciones. El 22% de los españoles no se van a ir de vacaciones y la principal razón es porque no pueden permitírselo. Recordemos que ir a pasar una temporada al pueblo se considera en este país como irse de vacaciones. Ni eso se pueden costear casi un cuarto de la población nacional. Aunque también es cierto que otro porcentaje de la población no se va de vacaciones, aun pudiendo costeárselas, porque sus planes son de ahorro debido a la mala evolución de la economía española. No se quedan para ahorrar por un proyecto más importante (comprarse una casa, un coche o cualquier otra cosa), se quedan por intuyen que en el futuro próximo la economía empeorará y sus ingresos pueden estar en riesgo.
Por otro lado, el motor económico español es el turismo. Más el turismo internacional que el nacional, pero el turismo, a fin de cuentas. La etapa estival permite vivir a muchas personas durante todo el año con los ingresos obtenido estos meses. Sin embargo, la ocupación hotelera ha bajado casi un punto porcentual respecto al año anterior, aunque aún no ha salido el dato oficial definitivo. Esto quiere decir que menos gente está de vacaciones en España. No podemos achacar esta bajada a los turistas nacionales, gran parte de esta reducción es porque nos han dejado de visitar otros países por múltiples motivos (entre otros nuestra pésima imagen en el exterior gracias a este gobierno). Además, los primeros datos muestran como el turista nacional va a gastar menos este año, y el turista internacional está siguiendo también esa senda. En resumen, hay menos turistas y gastan menos, lo que conllevará a que no se necesitan tantos trabajadores.
Gracias al IPC esta semana hemos sabido que nos hemos empobrecido y que nuestro salvavidas habitual, el turismo, este año no va a poder rescatarnos a todos. Un paso más cerca de la pauperización.